Ay, Cayetana.

 

No os quejéis, hoy tenéis dónde elegir, podéis leer (bajo registro) el artículo que Mario Vargas Llosa dedica a la chicuela Cayetana, de igual título, o podéis leer el escrito por este humilde servidor, o sea, yo, y que por Luis Teixeira atiende. Sea el que fuere el que elijáis, reparad en que bien pueden ser los dos, ninguno o cambiar todo por una de callos en el aperitivo, sin duda mucho más nutritivo, pero sea lo que sea lo que elijáis, no debéis olvidaros que va ya para una semana que Cayetana fue despedida sin contemplaciones, una semana hemos pasado ya sin ella, sin nuestra ¡ay, Cayetana!; y para demostrar al mundo, y de paso a los mortales, lo mucho que echamos de menos a la ilustre historiadora, a la marquesa simple, pero con grandeza de España, a la que obvia parece y deslenguada lo es, hoy le dedico como despedida ¡ay, Cayetana! Tomo nota, para semejante proceder, de las palabras tan templadas que dedicó la chicuela a su verdugo. Por España, dijo solemne ella, estamos ante un error que ni el grupo ni el partido ni mucho menos España merecido se tenían. A estas alturas, barrunté yo, y por aquello de ponerle banda sonora al desbarre, se me ocurrieron Los del Río y aquella canción de equivocado nombre que fue Macarena, pues Cayetana debió de ser. Asombrado estaba ante tan descomunal simpleza de la simple Cayetana, cuando a mí memoria vino aquel tuit que tan viral hizo a la ilustre chicuela; hablo del que la catapultó a la fama: “nunca te lo perdonaré, Carmena”, o algo así que decía aquel texto tan dolido como exagerado, y, claro, reparé en que eminencia tan preclara predestinada estaba al papel de hacer el chorras. Por la simple regla de tres que enuncia que, sabido es, que una vez alcanzada categoría trending, tiende el mamalón (mamalona en el caso que nos ocupa) a creerse que todo el topic orégano fuere. Y eso fue lo que debió ocurrirle a chicuela tantísimo historiada, especulo yo. Que sufrió un pronto, lo que viene siendo arrebato, pues una Álvarez de Toledo y cierra España no puede caer víctima de un cualquiera. ¡Acaso nuestros ojos alguna vez tal cosa vieron! Pero, para colmo de desgracias, y superada la primigenia humillación que es ser despedida con cajas destempladas, incluida la vil patada en ese trasero del que carece, y disculpadme tan nefandas libertades, la chicuela Cayetana fue convocada (virtualmente, eso sí) a una reunión  convocada al efecto de bailarle el agua a   míster Casado, señor X de todos los másteres y fogonero de todas las congas; y fue allí, estando de cuerpo presente el uno y en diferido la otra, viendo al ectoplasma por el plasma, o sea a don Casado, máster por la gracia del Supremo y del cierra España habitual, fue donde tuvo que oír como el verdugo decía: “Gracias Cayetana. Esta siempre será tu casa y puedes contar conmigo para lo que quieras”. A lo que Cayetana dio la callada por respuesta, roja (ay, qué cosas) como estaba de la ira, muda ante tan exagerada humillación. Tener que verse así, una Álvarez de Toledo, por favor. Relegada en esta España de malandrines.

 (Página oficial de afectados. Se admiten pésames. Mario Vargas Llosa (bajo registro) ya dejó el suyo, ¿y tú a qué esperas?).

cayetana#arribaEspaña_sesienten.coño

 

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