No es infrecuente que
utilice este blog como arma de queja de las noticias que propalan desde la
caverna mediática.
También constato que la
diferencia entre prensa seria e infame es el invisible hilo del interés. Porque
todos, en mayor o menor grado, sufren de lo mismo: su grado de exposición con
los bancos.
Y es que, la mayoría de
los medios de comunicación, incluyendo a los más importantes, son deficitarios.
Los mantienen los bancos, los mantenemos entre todos, pero sólo sirven a los
intereses de sus patronos.
Pero si no tuviéramos
poco con eso, también estamos expuestos a todos los trolls espontáneos que
florecen en las redes sociales, a las noticias falsas (esas que los bilingües denominan
fake news) y por ende a todas las opiniones que se vierten sin criterio alguno.
El periodismo ha
muerto. Ha sido engullido por lo inmediato, por la opinión apresurada y por la
falta de criterio. Se mezclan churras con merinas, se abona el campo con demagogia
(palabra ésta que utilizamos todos como arma arrojadiza) y a consecuencia de
todo esto (y posiblemente de muchas cosas más) el fascio resucita sus antiguas
soflamas.
Lo vemos en importantes
países europeos de triste pasado.
El paso de la oca
vuelve a estar de moda. Tan es así, que si antes en España vivíamos atentos a
la consigna de “Santiago y cierra España”,
ahora lo trending topic entre trolls y miserables es el mal uso de “España para los españoles”.
Sabíamos que la horda
de patrioteros que tenemos en plantilla, una vez llegado el verano, y después
de poner a parir al bávaro común que viene a dejarse las “perras” por los
chiringuitos de las playas, son muy de usar los símbolos nacionales como arma
arrojadiza.
Para celebrarlo, todos
los años desempolvan el Peñón de Gibraltar, se engolan de supuestos valores
patrios y presentan todo lo que es ajeno como inasumible y extravagante.
Esta Hispania, tierra
de conejos, clama en arameo contra el migrante, contra el que huye de la guerra
en busca de un futuro y para hacerlo utiliza los argumentos neoliberales
puestos en valor por los “fachillas” y las consignas de las ideologías más
reaccionarias.
El fascio vuelve.
Está de moda. Existe
toda una corriente de opinión trabajando en ese sentido, y son curiosas las
coincidencias. Porque ahí están, del mismo lado, partidos conservadores, nacionalistas,
ultras de derechas, de izquierdas y neoliberales de toda laya y condición
conviviendo en feliz totum revolutum.
Es la lucha de clases
al revés.
El pobre se tira a la
yugular del desharrapado, del desahuciado, del que nada tiene. El pobre no
repara. Ataca y muerde sin piedad sin siquiera darse cuenta de que actúa al
dictado de la “la voz de su amo” tal
cual perrito fuera. Dócil y lamedor. Estos nuevos quijotes se reconvierten en
sanchos por un mendrugo. Consienten, aplauden y votan los desfalcos de los
próceres y mientras rebañan las migas que les van tirando vigilan el plato no
vaya a ser que venga un menesteroso y se las arrebate.
En este país, antes de
quijotes, ahora proliferan los sanchos de bandullo ancho y de mente estrecha.
Por cierto, ¿cuándo
empiezan este año con la gaita esa del Peñón de Gibraltar?
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