Cuenta la leyenda que cuando el explorador Henry
Stanley, 10 de noviembre de 1871, encontró al doctor Livingstone en lo que hoy
es Tanzania, dijo: ¿Doctor Livingstone,
supongo? Sin embargo, no es verdad. ¿Por qué si no en los diarios de Henry
Stanley falta precisamente la página de ese día? ¿Por qué Livingstone no recoge
esa cita en sus diarios que han llegado íntegros a nuestros días? Así que, por
tanto, no supongáis. A lo peor, os equivocáis.
Quizá por eso, motivado de sus afanes de
aventuras, cuando el doctorando (ex) Rivera dijo lo mismo en el Congreso de los
Diputados: ¿Doctor Sánchez, supongo?,
se armó la marimorena.
Al día siguiente, un periódico de alta
raigambre, el ABC, acusó de plagio al Presidente del Gobierno y a él se sumó la
desprestigiada cabecera que es El Mundo y el tabloide panfletario-digital que
dirige Eduardo Inda. Todos al unísono enviaron su armada a luchar contra el
elemento Sánchez y todos naufragaron en las procelosas aguas de la verdad.
Pero, ¿a quién le importa la verdad cuando
lo que está en juego es hacer daño? Pues eso.
Pues, sigamos.
Rivera consiguió su objetivo: ser líder de
la oposición por un día y Casado, patidifuso, se hizo un máster por CCC en tres
horas. Después, ambos, recordaron que las
ciudades son libros que se leen con los pies (frase de Miguel Ángel Medina)
y se marcharon por esos mundos a hacer proselitismo. Rivera a Cataluña y Casado a Canarias.
Mientras tanto, el doctor Sánchez, cambió la
escritura de su diario por la del burofax, y pidió, o exigió, rectificaciones.
Los Stanley de la prensa contestaron que no y Eduardo, también conocido como
Toletis Inda, se creció y remató la faena con un sonoro tararí que te vi a
puerta gayola.
Tan ocupados estaban con el sainete los del
PP y los de Ciudadanos que, si por ellos hubiera sido, Franco se habría
exhumado solo. Menos mal que, socialistas y nacionalistas, después de 40, años
se acordaron y acudieron prestos al rescate.
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