Si algo tuvo de bueno
la informática fue que por primera vez un usuario visualizó una secuencia
lógica del pensamiento. Así, para avanzar pantalla, tenías que cumplir todos
los pasos previos y después darle a aceptar. Si no lo haces así el ordenador no
avanza. En informática, por tanto, conviene ir paso a paso si lo que quieres es
llegar al final. No te puedes saltar ningún paso, por muy listo que te creas
ser, porque si saltas algún paso previo el programa no funcionará nunca.
Pues algo así ha
pasado, está pasando, y es de suponer que seguirá pasando en el disparate
catalán. En esa historia que, por momentos, amenaza truculencia, y llamada a
alcanzar en un futuro inmediato grado de delirio. Una historia en la que las
dos partes en conflicto tienen razón, y en la que la parte nacionalista
catalana la pierde por saltarse los pasos y todos los protocolos que demanda
nuestro ordenamiento jurídico que, en el ejemplo, sería el sistema informático
del que disponemos. Porque, ése es el problema. Ése, el ordenamiento jurídico,
la Constitución y el concepto de la unidad de España. Todo se ha convertido en
problema. Y se ha convertido en problema porque los políticos catalanes, en aras de una
inmediata consecución de sus objetivos y de la independencia, se han saltado
todos los pasos previos y han ignorado las señales de advertencia. Y lo peor es
que sin hacer esos pasos el programa no funciona. Da error. Ante lo cual, el
Estado español, por lo que se ve, no tiene otra opción que utilizar el
antivirus 155 en la esperanza de neutralizar el malware que amenaza con entrar
en el sistema.
La lógica más
elemental, y viendo las cosas en perspectiva, sería implementar en la
estrategia nacionalista un cambio radical de rumbo y corregir la deriva tomada
si lo que se quiere es llegar algún día a buen puerto. Conseguir la
independencia. Aspiración legítima, pese a quien le pese. Para ello, lo primero
que hay que hacer desde los parlamentos autonómicos es conseguir amplios
consensos y cambiar las leyes actuales. Hay que legislar en casa, exportar
luego lo firmado y presionar con una mayoría absoluta y más que holgada de
forma eficaz y reclamar el derecho a la Autodeterminación al que todos los
pueblos deberían tener libre acceso. Algo de justicia y algo sobre lo que la
ciudadanía debería tener derecho a decidir, y algo que sucederá el día que
vivamos en una auténtica democracia que vele por los derechos de los ciudadanos
con el mismo rigor con el que vela por el cumplimiento de sus obligaciones.
Sería conveniente, por
tanto, que los nacionalistas cambiaran de estrategia. Nadie tiene derecho a
cambiar nada unilateralmente. Ni el Estado ni otro país del Estado. España es
una Monarquía Parlamentaria con una Constitución obsoleta y un país que, al
igual que cualquier ordenador, necesita
ser reseteado de vez en cuando. Y para ello, el primer paso sería cambiar las leyes
y marcarse como objetivo conseguir la aprobación de una Ley de
Autodeterminación.
Mientras tanto, y
mientras se sigan saltando pasos, saldrá esa pantalla con la advertencia Error
155#.