Suele ser habitual que
detrás de un elogio vaya un pero. Es guapa, pero… Es inteligente, pero… Suele
ser así. Sobre todo entre los de alabanza y beso fácil, entre los que
acuchillan por la espalda. Entre los que a Dios rogando y con el mazo dando.
Suele ser así, pero…, también es verdad que no hay regla que no tenga su
excepción. Pero…
El caso es que ayer vi
la televisión. Para mí, una auténtica novedad. De la expectación pasé a la
decepción y después, contagiado de tanto pero, me fui a la cama pero solo. ¡Ay,
tamaño pero! Pero antes de empiltrarme vi un programa de esos en los que hablan
de política, en los que salen tertulianos y tertulianas muy monas, pero…, en los
que los peros llegan al hartazgo. Por un lado, amén de las obviedades y de los
comentarios timoratos, dicen verdades que ni siquiera siendo de Perogrullo,
bien podrían proceder de guardería o de cursar primero de plastilina. Con poco
aprovechamiento, habría que matizar. Por ejemplo, aunque plurales podría
enumerar, dicen y están todos de acuerdo: “la
demostración de que vivimos en un Estado democrático ha sido la manifestación
que hoy han hecho los independentistas en Madrid”. Y estuvieron todos de
acuerdo; aunque añadiría yo que faltó un pero e incluso un ¡coño! Algo así
como—por aquello de completar la frase—: coño, sólo faltaría. Porque a ver si
lo he entendido, que a veces me trabuco
y después me lío: ¿acaso querrán decir que pedir es un vicio tan legítimo como virtud es no
dar? Seguro que lo he entendido mal. Después también oyes, aunque a veces
convendría dejar de escuchar: “No hay
ningún Estado del mundo que tolere la
Autodeterminación de sus pueblos” Claro, es verdad. Tan verdad como
anormal, aunque pero… También podrían argumentar, los de enfrente, los de al
lado o los quién fuere, que aun hace
bien poco tampoco existía Estado que dejara casar a pareja del mismo género. ¿O
acaso sí? Pero, la cosa no termino ahí. Después salió en pantalla una chica del
PP. Una muy yeyé. Una que se llama
Andrea y que la del pollo no es. Se declaró amiga de Casado, el zagal ése que
tanto manda, y defendió lo indefendible. O sea, como siempre, como viene siendo
habitual. Volverán las oscuras golondrinas de los balcones a colgar. Y es que,
la chica es mona, pero...
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