Impuestos.


Por una vez y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con el gobierno de que en este momento que vivimos hay que practicar la paradoja de estar unidos y separados a la vez. Por eso, me sorprende que habiéndose tomado medidas con prácticamente todo, no lo hayan hecho con los impuestos. Siendo más concreto, que no los hayan  aplazado.
¿A qué están esperando? El pistoletazo de salida para las declaraciones se da miércoles, y será entonces cuando miles de autónomos (con los negocios cerrados) se verán abocados a salir a la calle para  llevar facturas y demás papeles a las gestorías. Porque, no sé si lo saben los del gobierno, pero no son pocos los que no tienen ni escáner, ni impresora ni repajolera idea de informática.
Así que, ¿en qué quedamos, estamos o no estamos confinados?
Reflexionen ustedes, señoras y señores del gobierno, y APLACEN el pago de impuestos un par de meses, ¿o acaso consideran esencial pagarlos ahora?

¿Cómo están ustedes?


No quisiera hacer el payaso, que bastantes hay ya, pero como decían aquellos que salían en la tele ¿cómo están ustedes? Espero que, al recibo de la presente estén ustedes bien. Lo escribo sinceramente, y aprovechando para saludar a los concretos don Pepito y  don José, hago extensivo el saludo al personal en general.  Lucro cesante aparte, vuelvo a preguntarles: ¿Se han dado ustedes cuenta que estamos rodeados de fenómenos? Tan exagerada parece la cuestión, que cavilo estemos hechos a imagen y semejanza de nuestros líderes y que suframos la plaga de la opinión sin criterio. Y claro, después pasa lo que pasa: sin desmayo a la chorrada y lipotimia de paridas. Como si no hubiera un mañana ni tiempo que desaprovechar,

CORINA-VIRUS.


Que los políticos tengan sus dimes y diretes, sus rifirrafes, sus discrepancias debería ser lo normal y lo frecuente. Lo anormal debería ser que fueran mentirosos, irresponsables, venales y sin embargo eso es precisamente lo que más son.
Mirad si no lo que el PSOE dice y lo que el PSOE hace en el caso CORINA-VIRUS.
Para  empezar, el PSOE se declara republicano. Es más, la Historia refrenda tal aserto. Sin embargo, llegada la hora  de la verdad vemos que esto no es así.
Último ejemplo, el PSOE ha votado junto a PP y VOX para rechazar la Comisión de Investigación sobre el escándalo de las cuentas del emérito campechano. Con el PP y con VOX. Increíble.  ¿Argumentos? Los habituales entre los que, al parecer, entienden la democracia a su manera: responsabilidad de Estado.
Pues, NO. Antes que la responsabilidad de Estado, un partido político tiene, o debería de tener responsabilidad con los ciudadanos (a los que se debe. El Estado somos las personas no las instituciones), responsabilidad de no mentir, responsabilidad de no robar. De ser persona y actuar conforme a lo que dice. Tienen la responsabilidad de no defraudar. Además, ¿para qué en este caso? ¿Para defender una Institución restaurada por el dictador Franco y por la que nadie ha votado? ¿Para dotar al rey de prebenda tan increíble como del medievo como es esa de la Inviolabilidad? ¿Democracia es esto? ¿De verdad?
¿PSOE, en qué momento de estos últimos 40 años te has metido en la misma caverna que el PP y que ese nuevo fascismo para idiotas llamado VOX?



¿Quién está detrás de la puñetera pandemia?


El que lo entienda que me lo explique, por favor. Porque, sinceramente, yo no lo entiendo. No entiendo ni lo que pasa ni por qué pasa. ¿Alguien lo sabe?  ¿Cómo es posible que un virus, que parece menos letal que el virus de la gripe común, se haya convertido en una pesadilla que atemorice al mundo mundial? ¿A qué se debe la reacción desmesurada, a mí modestísimo entender, de la gente? ¿A desconfianza, a  qué nos estén mintiendo, al miedo a qué haya algo detrás que no nos dicen, a qué, a qué se debe toda esta paranoia? ¿O acaso estoy exagerando al usar la palabra paranoia? ¿Qué está pasando? Agotadas las mascarillas, que no valen para nada, agotados los líquidos con los que lavarse las manos, y digo yo: ¿por  qué no os laváis con aguarrás?, y agotados todos los suministros médicos o paramédicos que necesitan los profesionales. Eso sí, el miedo no se agota ni de coña. Parece que va a más. Se propaga más rápido que el virus. Lo alcanza todo. ¡Nos vamos a morir todos!, oigo decir por ahí. Y sí, estáis en lo cierto. De morir no se libra nadie. Al menos, de momento. Que los yanquis están trabajando en ello. Ándele. Después están los teóricos, los conspiranoicos, los propaladores, algunos sin siquiera enterarse, de noticias falsas y de bulos diversos. ¿Quién gana con tanto auto de fe exagerado, a quién beneficia la cuestión?, se preguntan los urdidores de teorías. En definitiva, ¿quién está detrás? ¿Los americanos, el imbécil de Trump, el hijo de la gran puta de Putin, la dictadura china? ¿Quién? ¿Los israelís, la Cia el Mosad, su puta madre? ¿Quién más? Si yo lo supiera... El caso es que no hay mascarillas, el caso es que no tengo líquidos con los que lavarme las manos y el caso es que lavarme con lejía no me va muy bien para  el cutis. Y claro, me pongo de mala leche. Me descamo y se me sube la bilirrubina. ¡Ya podía subirse otra cosa, mecagonsoria! Vale, lo voy a decir, para que lo sepáis. ¿Sabéis quién está  detrás de toda esta mierda? Pues, los chistosos habituales. Qué, ¿no? Ellos son los grandes beneficiados. Los que envían memes, gifts, stickers, fotitos graciosas y textos apocalípticos. Vosotros sois los culpables, graciosos, de la propalación del virus del miedo. Así que, ¡que os cunda! Espero que hayáis conseguido muchos likes, pero si os digo la verdad, si os comprarais un barranco y os tirarais por él no os iba a echar de menos. ¡Qué plaga! Hala, besitos  y no os olvidéis: el caso es tener salud y no llevar un golpe. Vamos,  de toda la vida.

La extraña pareja.


No os acordaréis, pero hubo un tiempo en el que Felipe González  se subía a las palestras y decía que había que terminar con los señoritos que se sentaban en consejos de administración a cobrar un millón de pesetas y a no hacer nada. Os prometo que es verdad. Y sin embargo, ya veis la deriva que tomó el personaje que un día ilusionó a España. Se marcó un digo diego digno de del mejor de los funambulistas, aprobó una ley que facultara a los presidentes  a cobrar pensión por el mero hecho de ser ex, cosa insólita, y se puso a facturar favores y a promover contactos al mejor postor. Siempre a las órdenes de millonarios y filántropos diversos (je, je). El colmo del desparpajo alcanzó su culmen cuando acepto un sillón en un consejo de administración en el rascarse los perendengues a la due mani y cobrar a manos llenas.
Felipe González, sin lugar a dudas, es el Dorian Grey de nuestra democracia.
Ahora, si os fijáis, Pablo Iglesias parece haber cogido el relevo. No milita en un partido tan hegemónico como fue aquel Psoe, pero tiene el mismo tirón y parecido carisma. Eso sí, tiene una mejor formación, pues mientras Felipe González de modesto abogado laboralista no pasaba, Pablo Iglesias tiene más carreras que el atleta Mariano Haro en sus pies. Y aunque, las comparaciones siempre son odiosas, parece que ambos personajes padecen las mismas derivas. Me lo temía. Casi desde el principio. Demasiadas similitudes. Efectivamente, pero al final siempre es lo mismo, ¿qué hay de lo mío?, y donde dije digo, digo diego. Así que, ya sabéis, si creéis en las buenas intenciones, pues, creer; pero, los signos están resultando ser inequívocos: tararí que te vi, que las señales indican que Pablo Iglesias de Mesías lo único que tiene es  la coleta y poco más.

Pandemias.


Efectivamente, hay una pandemia. Pero, no es la que se cree, la del coñazovirus ése, es otra. Tiene síntomas comunes, gilipollez exacerbada, sinrazón absoluta, globalización, y sin embargo no son lo mismo. Porque, que se sepa, el coñazovirus es un virus y lo otro es lo de siempre, otro virus más  incardinado en la sociedad e imposible de extirpar. A éste último, hay gente que lo conoce, o lo define, como “depende” “bueno, y qué se le va a hacer” o “el caso es no llevar un golpe”. Trata de lo de siempre: de pasar de puntillas. O lo que viene siendo lo mismo, de esconder la mierda debajo de las alfombras. Ambas son las soluciones más frecuentes. El resultado lo vemos a diario, ¿ves aquella rueda de molino? ¿Sí? Pues, te la tragas. Palabra de Dios, te alabamos Señor. Y así por  saecula saeculorum. Amén. No contraríes, no denuncies lo que ves y cállate. Serás un buen ciudadano y nadie te llamará, no sé, ¿podemita, rebelde sin causa, gilipollas? Vale cualquier cosa, puestos a descalificar cualquier adjetivo vale. Es sabido. Los guapis te llamarán feo y los feos dirán guapi. Qué más da. El caso es  tocar la vaina. Siempre. El caso es no arreglar nada, no molestar a gente que  se dice principal y el caso es no hacer justicia. Eso es lo realmente importante. Lo demás, secundario. O no lo veis. ¿Pongo ejemplos? Bien, vale. Allá voy; ¿qué os parece que una arquitecta firme informes como arquitecta y que aquí no pase nada? ¿Viva la Madre Superiora? Pues nada, ¡viva! ¿Qué os parece que al jefe de la oposición le regalarán un máster, a modo de prebenda, y que aquí tampoco pase nada? ¿Te gusta? Pues, vale. Vótalo, que a ti a mamón, mamona, no te gana nadie. Primus inter pares. Y que me decís de esa extraña pareja, el Felipe y el Aznar, y sus consejos vendo que para mí no tengo. ¿Qué hacemos, lapidación, fusilamiento al amanecer o les hacemos un juicio amañado por las preclaras eminencias habituales, qué preferís? Pues eso, que sigo a lo mío. Sigo escuchando Stabat Mater que computa por cinco misas. ¿Sí? Esto lo miro en Google, fijo.