LAS AVENTURAS DE MARRANO EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS.

Si sois de los viciosos y ayer visteis el ¿debate? del Estado de la Nación, una tragicomedia en varios actos, tuvisteis la ocasión de comprobar, una vez más, que nuestro querido y amado presidente, es como Alicia, y se comporta como si España fuera el país de las maravillas, pero en versión Marrano, una sombra de Brey.
Lo que no tengo tan claro es que personaje de Lewis Carrol representó exactamente. No sé si se travistió de Alicia, de El Sombrerero, de la Oruga azul, del Gato Chesiere o del más socorrido para él de Reina de Corazones. Aunque lo que es seguro es que, como siempre, sacó a Conejo Blanco de su chistera, y con el se adornó.
Porque nada hay más alejado de la realidad que un discurso de don Marrano Rajoy presidente de la ínsula Barataria que es Spain. Este presidente, al igual que todos los presidentes, siempre utiliza el Conejo Blanco de las estadísticas en beneficio propio. Otro clásico.
Después viene lo de las promesas, y después del después llegará el digo Diego, donde dije toma trigo.
En los peores momentos de la crisis escuché a todos los líderes políticos asegurar que ellos no podían generar empleo porque tal negociado era exclusivo de la patronal o de los emprendedores. Sin embargo cuando llegan las grandes ocasiones, y las papeletas electorales están impacientes de urnas, cambian de opinión y dicen todo lo contrario. Pasan de reconocer, a modo de disculpa, que ellos poco o nada pueden hacer por la creación del empleo al puedo prometer y prometo como parada y fonda.
 Ahora prometen, nada más y nada menos, que la creación de TRES MILLONES de puestos de trabajo. Eso sí ponen, como condición de obligado cumplimiento, que la gente los siga votando. E incluso llevados de su desfachatez dicen que si los votados no son ellos, el país será un caos bolivariano.
O sea, lo de siempre, o nosotros o el caos.
Marrano Rajoy ayer se convirtió en Alicia en el país de las maravillas. España camisa blanca de su esperanza. Y con la ayuda de una legión de mamarrachos del Estado, oposición de mucho mérito y de gran dificultad, aseguró que él nos había salvado del desastre, que España iba bien, y que aún va a ir muchísimo mejor. Lo dice Marrano, te alabamos señor.
Para pasar del no “poder hacer nada” al “poder hacerlo todo” sólo se requiere una circunstancia: que haya elecciones. De no tener dinero a gastarlo a manos llenas en autobombo y publicidad engañosa sólo es necesario que las urnas vuelvan a los colegios electorales. Del bache al parche por el milagro del alquitrán de la campaña. Y así en todo.  Del asesinato consciente pasamos al homicidio con atenuantes de la hepatitis C, vía BOE. Antes no se podía, ahora sí. Por la gracia del Gran Marrano, con los parabienes de la cúpula de trincones que hay en todos los partidos políticos que en este mundo son.
Claro que después, cuando hayan vuelto a ganar, se volverán a olvidar de todo lo prometido, harán lo que tienen que hacer, y mangonearan todo lo que tengan que mangonear, para mayor gloria de Ángela Mérkel, de la Troika y en honor de San Sobresueldo, patrón de la mamandurria.



No hay comentarios:

Publicar un comentario