SPAIN IS DIFERENT.




No es que España sea diferente, sino más bien que lo somos los españoles. Porque, ¿en qué otro país del mundo se ve tantísima desvergüenza? Y no vale poner a Venezuela, a Cuba, o a medio mundo como ejemplo. No sirve, porque no son iguales. Las comparaciones, para que no sean odiosas, hay que hacerlas con los similares. Y si comparáramos a nuestra democracia, y a nuestros políticos, con las democracias de nuestro entorno y con sus homólogos, veríamos que aquí tenemos una democracia de pacotilla y unos políticos nada éticos. Es un hecho. Y por mucho que los hechos puedan ser rebatidos, edulcorados y presentados de formas diferentes, no dejan de ser hechos y de estar ahí.
Lo singular de España, por tanto, no tanto es España como país, sino en la propia visión que tenemos los españoles de nuestro país.
Aquí se consiente, sin miramiento alguno, que los políticos de turno mientan con descaro con cualquier pretexto electoral. Incluso en sede parlamentaria. Prometen una cosa, hacen la contraria, y los votantes, en vez de cabrearse, los premian otra vez con sus votos. Después nadie se asombra, y casi nadie protesta, de que una vez llegados al poder, hagan lo que les dé la gana con el dinero público y de que se aprueben derechos que sólo gozan ellos. Se convierten en una casta, palabra hoy en día muy de moda, y se blindan todo lo que pueden. Que si aforamientos, que si indultos, que si derechos sobre pensiones que sólo ellos tienen, que si chóferes, que si derecho a enchufar a quién mejor les parezca, que si derecho a viajes con preferencia sobre los demás. En definitiva, que si tal y que si Pascual. Es la democracia Juan Palomo.
¿Y los votantes? Pues, aplaudiendo con las orejas. Es más, llegada esta ocasión es cuando desentierran el argumentario habitual. Toreo de salón. Unas chicuelinas por Venezuela, toreo al natural con pase de “y tú más”, y que si Irán. Y así, entre patatín y patatán, millones de personas pasan por el aro y acaban disculpando robos, sobresueldos, comisiones, rescates de autopistas y bancos, y acaban por convertirse en cómplices de nuestros ladrones de cabecera.
¿Por qué? Porque para el votante de derechas la auto declarada izquierda del Psoe es lo mismo que la supuesta sensatez del Pp. Algo que proporciona aura de estabilidad. Por su parte, el nuevo partido político, que de nuevo no tiene nada porque es el liberal-oportunismo de toda la vida, aquel que practicaba con fruición Aznar, crece de forma exponencial sin que, al parecer, el ingenuo votante se dé cuenta de que está ante una propuesta cuya máxima es “hacer más con menos” y que dicha máxima, está más que demostrado, es más falsa que el beso de Judas. En todo caso, ¿qué partido político sostiene al gobierno corrupto del Pp? ¿Ciudadanos no sostiene al Psoe en Andalucia?
Pues eso. Ahora hay que agradecerle al Pp la democratización de la calle; y si antes, y gracias a Aznar las manifestaciones, aquellas del No a la guerra, se hicieron familiares y todo el mundo se echaba a la calle a protestar, ahora son los pensionistas los que han tomado el relevo y los que han cogido afición a la “manifa”.
Lo malo es que los datos no engañan:
El 44% de los pensionistas votan Pp. El 65% de los pensionistas cobran menos de mil euros. Y en las próximas elecciones los pensionistas votaran mayoritariamente por Pp, por  Ciudadanos o por Psoe. Quizá para hacer buena la procedencia etimológica de la palabra España, tierra de conejos.
Normal, ¿cómo van a votar por Podemos? Rojos descerebrados, cabrones que se financian con dinero de Venezuela o de Irán. Trileros.
¡Qué ocurrencia, con el gusto que le hemos cogido a ir de “manis”!
Y es que:
¡Contra el Pp se protesta mejor, coño!


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