Decía Winston Churchill: “Si a los 20 años no eres de izquierda, no
tienes corazón. Si a los 40 años no eres de derechas, no tienes cabeza”.
Posteriormente, Willy Brandt, matizó la
frase: “Quien de joven no es comunista,
es que no tiene corazón. Quien de viejo es comunista, es que no tiene cabeza”.
Y hoy en día, gracias a
internet, encuentro otro matiz a la célebre ocurrencia: “Si a los 20 años no eres de izquierda, no tienes corazón. Si a los
40 años no eres de derecha, no tienes cerebro. Y si a los 60 años vuelves a ser
de izquierdas es que ya tienes Alzheimer”
Pues bien, resulta que Pablo Casado y Albert
Rivera, 37 y 38 años respectivamente, han empezado la historia por el final:
los dos son de derechas, versión española. Derecha de botijo. Representantes de la España vengativa,
la de Puerto Hurraco, la que envía a los de la porra si alguien intenta moverles
los marcos a la finca que consideran suya, aunque la finca no sea propiedad,
sino usufructo. La España que no negocia y que no aprovecha el momento favorable.
Porque, en estos momento, un referéndum para resolver la cuestión catalana lo gana
España por goleada. ¿Después? Ya veremos…
Casado, en esta tesitura, se postula como el adalid de la España que impone, mientras
que Rivera se muestra como el charlatán de mercadillo que es por esas ferias.
En todo caso, los dos compiten por vender el mismo producto en el rastrillo de
la opinión pública de cara a las próximas elecciones.
Casado también está en entredicho por el
asunto de su máster.
De él sabemos que es un chico, que aprobó
media carrera en cuatro años y la otra media en cuatro meses; y que, después,
para rematar la jugada aprobó un máster sin ir
nunca a clase. Por tanto, una de dos: estamos ante un fenómeno o ante un
mago. Yo, particularmente, me inclino por mago; porque el día que convocó a la
prensa y enseñó los trabajos engargolados de su supuesto máster, el truco le funcionó
a la perfección. Todo el mundo los dio por buenos con sólo ver la portada y no
el interior. Sólo faltó que se creciera aún más y exclamara: ¡alerop!
En manos de un prestidigitador y de un
charlatán está la derecha española.
Por eso, hoy más que nunca, y con este par
de políticos que recién nacidos parecen viejos, tenemos asegurada la
continuación de la España fatalista. Claro que, a lo peor, es que padecen Alzheimer;
que también pudiera ser.
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