De Sabinos y Loquillos.


   Tengo entendido que Loquillo es un cantante, que una de sus canciones más populares es Quiero  un camión y que en ella orneaba: “yo para ser feliz quiero un camión”.  Sin embargo, a mí querer  un camión no me haría feliz. Y, porque lo sé preferiría otra cosa. Una república, por ejemplo. Estos reyes, si me acuerdo, me la pido sin falta Me la pido porque sabiendo que lo de Loquillo es postureo,  me pregunto: ¿si la letra de la canción Quiero un camión la escribió un señor que se llama Sabino Méndez, por qué la gente deduce que es Loquillo el que quiere un camión para ser feliz? ¿O es qué acaso Sabino escribió eso porque, también, tenía entendido que Loquillo era un cantante? Todo lo anterior es tan profundo que me hace reflexionar sobre los Sabinos de la vida y sobre y los cantantes que ornean. Y como una cosa siempre acaba llevando a otra…
   …de oca a oca, y tiro porque me toca, llegué hasta  el Rey de España. Ya sabéis, ese chico tan alto, preparado y descendiente de franceses que mantenemos a escote entre los españoles y que hoy estuvo en Barcelona con la propia; y me pregunté: ¿y el Rey qué es, cantante o Sabino? Lo pregunto, más que nada, porque en esto hay diversidad de opiniones y como la opinión es como el culo que todo el mundo tiene, pues eso.
   Por ejemplo, la opinión de los independentistas dice que el día que el Rey leyó un discurso escrito por un Sabino orneó más que un Loquillo. Por contra, los constitucionalistas dicen lo contrario: está muy preparado, es muy alto y lleva con mucha entereza tanto lo de su padre como lo de su esposa. Cosa que le honra, añaden. Después  viene la opinión de los republicanos que, al igual que en la película La vida de Brian se dividen en dos facciones: los independentistas y los españolistas. Coinciden ambos bandos en que lo mejor para este chico sería que se fuera a un lugar llamado Exilio. Después, y por último, viene la opinión más unánime y la más celebrada: la de los demócratas. Esos  están contentos con lo que hay, aceptan un Rey heredado del antiguo dictador y como buenos demócratas, ciudadanos y cristianos defienden la unidad de España con la misma fuerza, el mismo tesón y el mismo empeño que antes emplearon para combatir a Franco. Los auto-llamados demócratas de toda la vida opinan que los catalanes, los vascos o los gallegos no tienen derecho a decidir su futuro porque así lo escribieron antes los Sabinos y así lo ornean ahora los Loquillos.
   Y si antes no tuvieron tiempo de hacernos la pregunta: ¿monarquía sí o monarquía no?, ahora los demócratas  de toda la vida se creen con derecho a seguir decidiendo por los demás, y utilizando el Derecho como arma arrojadiza y las porras de las fuerzas de seguridad como argumento disuasorio cercenan el principio más elemental de la democracia enunciado por Lincoln: “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Es más, se lo pasan por el arco de triunfo mismamente.

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