Las Edades de la Democracia.


Varios son los partidos representados en el Congreso de Diputados que aprovechan todas las oportunidades que tienen para NO condenar el franquismo.
Hablo del Partido Popular y de Ciudadanos.
También hay otro partido, que cada vez que tiene oportunidad reniega de la posibilidad de realizar un referéndum que dirima entre República y Monarquía. Se llama Partido Socialista Obrero Español y en sus estatutos se declara republicano.
Y, por último, tenemos un partido que acusa constantemente a los tres anteriores de Casta, pero que en cuanto tuvo oportunidad, pactó con PP y PSOE la composición del Consejo General del Poder Judicial y aceptó proponer un miembro para una poltrona.
 El resto de partidos, los nacionalistas, suelen estar ocupados en llamar fascistas a todos los que no están de acuerdo con ellos y no les bailan el agua.
Pese a lo anterior, todos ellos coinciden en una cosa:
España es una democracia de calidad.
Y ojalá fuera así. Ojalá, por una vez, todos ellos tuvieran razón, pero creo que no. En España no tenemos una democracia de calidad. Tenemos una democracia del paleolítico. Vamos por detrás en casi todo y cuando alguien les mete el dedo en la llaga todos saltan como resortes y se tiran a la yugular del que les dice las verdades del barquero.
Las pruebas son obvias:
La división de poderes es una entelequia, la elección de los cargos una componenda permanente y el enchufismo político (llámense asesores, personal de libre designación y demás mandangas) es el pan nuestro de cada día. Tanto es el morro que le echan nuestros políticos que hasta se han dotado de leyes diferentes para ellos que les benefician en cosas tales como: jubilación, indemnizaciones y cargos vitalicios (entre otras cosas).
Llegado a esta altura, sólo me queda por felicitar a todas las personas de buena fe que creían que con la irrupción de dos partidos políticos nuevos en el arco parlamentario, Podemos y Ciudadanos, nuestra democracia avanzaría porque han acertado, así ha sido:
Nuestra democracia de calidad ha pasado del paleolítico al neolítico.  


Borrell y vuelta al ruedo.


A mí Borrell me parece muchas cosas. Casi todas buenas y algunas malas. Me parece que sufre un extraño síndrome que a veces le hace actuar como lo haría el doctor Jekyll y en otras ocasiones se comporta como el vulgar señor Hyde que lleva dentro. Como diría Ortega y Gasset: Borrell es él y su circunstancia. O circunstancias, añadiría yo. Porque a nadie le cabe duda alguna que Borrell es mucho Borrell. Cosa ésta que ni siquiera a mí se me escapa.
A Borrell lo vi un día, allá por los años 80, en un bareto del barrio de Salamanca. Inmediatamente me di cuenta de dos cosas: Borrell, que creo que ya era ministro, estaba encantado de conocerse, y que los que lo acompañaban, todos varones, le hacían la pelota con denuedo a lo que él correspondía con estrépito. Me quedé observando la escena hasta el final. Tres cañas después sucedió lo previsto. Borrell sacó la visa de empresa y pagó todas las consumiciones.
También en aquella época, a lo mejor todavía hay alguien se acuerde, las lenguas viperinas decían que Borrell andaba liado con Ortega Cano. Tal como oís. No sé de donde salió el bulo, que fines tenía y a quien podía aprovechar la propalación de esa basura. Pero el bulo se corrió tanto, que en Madrid todo el mundo daba por bueno el affaire. Pese a todo, y pese a que el gobierno de Felipe González ya empezaba a mostrar signos inequívocos de putrefacción, el bulo fue abandonado y los dos afectados pudieron seguir con su vida y sus quehaceres sin mayores contratiempos. Mucho después, Borrell, peregrinó por el desierto, perdió en sus aspiraciones de ser Secretario General y para compensarse se puso a hacer pasta gansa. Fichó por Abengoa, fue estafado a través de Internet al contactar con una falsa empresa que ofrecía no sé cuántas rentabilidades sin especificar bien para quién serían dichas plusvalías y Borrell fue estafado por su codicia. Como todos los estafados. Después, cuando la empresa del Ibex 35, Abengoa, en la que prestaba sus cualificados servicios estaba al borde del rigor mortis aprovechó para vender sus acciones y salvar el parné de esa pira.
Ahora la CNMV, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, popularmente conocidos por ser ésa pandilla de julandrones que consienten las tropelías de los mercados y a los que remuneramos generosamente por colarnos trampantojos, sancionan a Borrell con 30.000 euros de multa por vender acciones de Abengoa utilizando información privilegiada para ello.
El gobierno de Sánchez vuelve a estar en el alambre, mientras el funambulista Borrell recorre la cúpula de Europa a lomos del caballo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Para mí que, a Borrell, cualquier día de estos lo sacan en el Ministerio del Tiempo haciendo un cameo de Ministro Atemporal. Ahora sólo falta que Ortega Cano vuelva a los ruedos para que volvieran las circunstancias de esos nidos a colgar.
Borrell, un fulano que a veces parece Robespierre, otras un tierno lechón y que casi nunca es lo que parece, y que por no ser, ni siquiera fue nunca novio de Ortega Cano por muchas vueltas al ruedo que nos venga dando.


Estamos en Navidad, seamos buenos.

Ese parecer ser el primer mandamiento de la prensa española en estas fechas. Editoriales de buenas intenciones. La distracción se hace necesaria, el azúcar glasé impregna las hojas de los árboles hechas pasta para hacer periódicos y las distracciones se hacen más mundanas. Luces de colores a mansalva. Todo el mundo colabora.
Tan es así, que siguiendo con la campaña emprendida de expiación de sus riquezas, el dueño de Inditex ofrece a su hija en el ara de los mundanos sacrificios y después de probar las mieles del populacho por un día, regresa a sus Vega Sicilia con gaseosa.
A continuación la prensa, esa grande y libre, nos habla de un tal Rufián. Otro objetivo habital. Rufián, que canta peor que Kenny Rogers, es el culpable de todos los males de este occidente llamado España. El cara de pan de Carral, el guapito de pueblo éste, el tripero morcillero, es el nuevo ídolo del facherío circundante. Y, aunque Rufián también tenga lo suyo, los demás tienen lo de Rufián y dos arrobas más de tontería. En este juego también compite Venezuela. Los bolivarianos están de moda entre los demócratas de derechas. Acusan a quiénes les apoyan de todo y para demostrarlo aseguran que a Manolete no le mató un toro llamado Islero, sino un bolivariano malandrín, hijo de puta e independentista. Después, en orden inverso a las tonterías, viene lo del Coletas, lo de los adláteres del Coletas y la madre que parió al Coletas. Por cierto, ¿qué champú usará Coletas para lavar su homónima? Información relevante. Inda anda en ello y ya descubrió que Edu se declina en Ardo. Cosas de los tabloides. Hablan de Ada, también de Colau y aprovechan para acusar a todo el mundo de independentista. ¡Cállate tú, pedazo de independentista!  ¡No, cállate tú. Cabrón fascista! Y en ello seguimos. Llevamos así desde que Rajoy cobraba sobresueldos. Año XLIII después de Franco cuando pánfilo Rajoy cantó línea y pérfido Casado siguió a bingo. Democracia de calidad. Palabra de Martín Villa, te alabamos Suárez. Por cierto, ¿y lo del hijo de Suárez qué os parece? ¿No está demasiado enteco el ex­-hijo, el ex-aspirante a novillero, el fracasado aspirante a presidente de Castilla-La Mancha? ¿No os da pena éste pedazo de gerundio de triste figura? A mí tampoco, la verdad. El que es imbécil y encima se esfuerza, lo consigue: imbécil al cuadrado. O, imbécil conocido. En definitiva, otro hijo de haciendo el gilipollas. Todo un currículum. Y lo de Emérito, ¿qué? ¿Qué me decís? El tío ya era un fiestas, lo sabíamos, pero ¿tanto? No para, el tío. ¡Qué fenómeno! “Juanaca y sus mulatas”. Oficina de contratación: La Zarzuela. Sin número. El galán está en todas partes y a todas horas. Es omnipresente. Sale más en la prensa que un político en campaña. Que si una comilona por aquí, que si una francachela por allá, que si un le doy la mano a un príncipe que pasaba por aquí y al otro que pasaba por allá, y todo así. Un no parar. De arriba para abajo. Igual que Frank Sinatra. Siempre de gira. Con 20 personas de servicio y cantando My Way. ¡Cagondiola!: chahi. Un fenómeno del trinqui, el rey de la comisión de fiestas de la Zarzuela. Mangante I de España y Campechano Emérito de sí mismo. Éste también pertenece al club de monosabios que la prensa utiliza frecuentemente en sus maniobras de distracción. Eso sí, cuando las cosas se ponen chungas una  de tres: o sacan a Monedero o sacan a Froilán o sacan a Belén Esteban (aunque ahora también utilizan mucho a las Chavelitas de guardia). Depende de los daños colaterales y de la basura a esconder debajo de las alfombras. Mientras tanto, allá por esas hojas parroquiales de mayor venta seguirán practicando la inquina y  el pastoreo de las ovejas como buenos cancerberos. Unas veces lo harán a puerta gayola usando a Villarejos profesionales, y en otras ocasiones usaran a los payasos que tienen en nómina los de Tele Pantoja. Siempre se les ocurre algo.

Lo que diga la rubia (Manuel Valls).


     Vale, se lo está follando una millonetis catalana. Pero, aparte de eso ¿qué hace aquí, darle amor a la millonetis y esperanza a los neoliberales de Ciudadanos? Ah, sí. Lo que hace es sacar meñique de catalán nacionalizado gabacho. Una cosa rara. Más si tenemos en cuenta que, aprovechando los revolcones, al gabacho lo han reclutado y él se ha dejado reclutar gustosamente para la causa. Cobraba en Francia de la Asamblea Nacional, era allí diputado, y flirteaba al tiempo en Catalonia. Cosas de pluriempleados.
   Es hijo de unos emigrantes que un día se fueron a la France en busca de una vida mejor. Y no sé si a los padres les fue bien, pero lo que es al hijo le fue fetén. El mozo llegó, ni más ni menos, que a primer ministro de un gobierno de socialista en Francia. ¡Ahí  es nada! No estaría mal para el hijo de unos emigrantes, si no fuera porque ha aprovechado las oportunidades que ha tenido de ir a la escuela, a algún colegio y a la universidad, para utilizar después esa formación en despotricar contra los que están todavía al principio del camino y aún son migrantes. O sea, igual que las garrapatas habituales de la derecha celtibérica pero éste de importación. El giro copernicano, del que en otro tiempo fuese un chaval desclasado, ha sido mayúsculo. Ni siquiera tiene dudas hamletianas y no se pregunta: ¿Qué soy, francés o español? Porque él es las dos cosas y a mucha honra. Solo faltaría. Es barcelonés de nacimiento, por tanto español y francés por adopción y por vocación desde los 20 años. Edad ésta en la que solicitó, y le concedieron, la nacionalización. Ahora es retornado y amante vocacional de millonetis in pectore.
   Los españoles estamos de buena suerte, los hijos de los emigrantes de ayer son los líderes de hoy. Y estamos de suerte porque algo se supone que habrán aprendido en su largo caminar. Serán mejores personas, optimistas ante los cambios que se avecinan y capaces de manejarse en diferentes escenarios. Seguro. Y si no me creéis, mirar para él. Manuel Valls es así. Un hombre amortizado en Francia que ha vuelto a España, y que en vez de poner un bar como todo el mundo, se folla a una millonetis y se presenta a la alcaldía de la ciudad en la que nació el pasado siglo. Un triunfador. Socialista, Ciudadanos, lo que haga falta, el caso es estar arriba. O abajo, depende de cuándo. Tanto monta, monta tanto.
   Por tanto, recapitulemos:
   Manuel Valls no es un emigrante, ni es francés ni es español y por no ser, ni siquiera es catalán. Manuel Valls es un triunfador y un follador. Se lo beneficia una  millonetis catalana. Sis plau.
   Yo si fuera barcelonés, sin ninguna duda votaría por la millonetis y si no que se lo pregunten a Manuel Valls un socialista que deja en bragas hasta al mismísimo Felipe González, otro al que le gusta el  roce con millonetis de distintos pelajes. Cosas de sociolistos avezados. En todo caso, patología común entre las carrachas.


Justicia de cloaca.


   Ahora todo el mundo, menos los habituales, critica la forma de elección  del Consejo General del Poder Judicial y por ende de los miembros del Tribunal Supremo.
   Algunos, lean Ciudadanos, creen estar en posesión de la verdad revelada y proponen algo que va en el sentido contrario del buen hacer de los  principales países europeos. Sin embargo, los de Ciudadanos, parecen saber algo que los  demás no saben, y como son capaces de proponer una cosa y la contraria, después pase lo que pase siempre argumentarán que tenían razón. Al fin y al cabo, a toro pasado, todo el mundo es capaz de encontrar argumentos que demuestre cuánta razón tenía. 
   Lo más sorprendente del pasteleo en la elección de los miembros del Tribunal Supremo es que Podemos haya aceptado sumarse al jolgorio.
   El PSOE ha cedido a su socio principal un puesto en la elección del supremo y  tribunal. Entre todos han elegido como presidente a un señor, el jurista más preparado de las últimas década (he oído llegar a decir), el mismo que votó para no encausar a Pablo Casado en el asunto de su máster. No tuvo que hacer lo mismo, éste señor, con las “supuestas mangancias” del emérito Jefe del Estado anterior, porque nuestro sistema judicial, al decir de los doctos leguleyos que interpretan la Ley, acepta la  inviolabilidad del emérito con el desparpajo que da el saber que lo que ellos hacen está refrendado por la mismísima Ley. Así que, pueden hacer lo que les salga de los perendengues sin que nada de lo que hicieren pueda considerarse fuera de la Ley. ¡Menuda Ley! A favor de parte, haciendo distingos y vendiéndola como que “La Justicia es igual para todos”. Sí, para todos menos para el emérito  y para toda  la caterva de  aforados que tenemos en plantilla en la ignominiosa marca España.
   Tan  es así, que no se juzga a Casado por su máster, la justicia pasa de  puntillas  por la supuesta red de corrupción académica de la Universidad Rey Juan Carlos, no se  juzga al emérito Juan Carlos porque a esta altura todavía le mantienen el estatus de inviolable los muy carotas y no se juzga a ex honorable Pujol porque están ocupados haciendo encaje de bolillos traspapelando papeles  y eligiendo a los más serviciales, de entre  los supuestamente preparados, para  conformar un nuevo trágala judicial a la medida de las expectativas puestas en los pleitos que se avecinan.
   Es la España que nunca cambia, la que se resume con el refrán: “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”. Pues eso.


Patriotas, sinvergüenzas y zangolotinos.




   Después te enteras de que el hombre con aspecto de zangolotino, el que dijo la “parida” se llama Pablo Hernández Cos, que es gobernador del Banco de España y que cobra unos 13.000 euritos al mes aproximadamente.  Y vuelves a recordar lo que dijo. Dijo que la subida del SMI a 900 euros puede costarle a este país 150.000 empleos.
   Claro, te preguntas: ¿y éste como lo sabe, de la misma manera que sabía que el rescate bancario, ése aquelarre que ellos toleraron y por el que nadie jamás dio explicaciones, iba a costar 60.000 millones al Estado y que jamás nadie devolvería un céntimo?
   En fin, zangolotino, ¿por qué no le vas a dar la chapa a tú madre?  Gente como tú, sobra. Tenemos a demasiados zangolotinos en plantilla.
   Claro que, lo peor, es que ya has oído a otro zangolotino escandalizarse de que un trabajador pueda cobrar 900 euros de salario mínimo, mientras él cobra el pastizal que cobra. Salario de diputado y gastos de representación a tutiplén. Otro zangolotino más, éste del PP que atiende por el nombre Pablo Casado, y quien no ha trabajado en su puñetera vida en cosa alguna que no sea su partido u ocupando poltrona en algún puesto público. O sea, la ameba ésta de la vida laboral, de otra cosa no se le puede calificar, encima tiene el cuajo de dar lecciones. Se debe creer, el muy zangolotino, que está preparado a más no poder con su máster regalado y con su  licenciatura cursada la mitad en cuatro años y la otra mitad en cuatro meses. ¡Qué poca vergüenza! Además, a él que un trabajador cobre 900 euros le parece una exageración. Él cobra muchísimo más. Habla de la economía global, de la que se supone que es de todos con desparpajo. Cree firmemente que la economía se rige por los consejos que dan los zangolotinos, y dice tonterías marca España a todas horas para demostrar su patriotismo desfasado y su ignorancia manifiesta.  Tiene 38 años y ya es más viejo que Cascorro.
   Claro que, para rematar la jugada, después llega el otro zangolotino, el Albert Rivera de los cojoncios, el que un día dice una cosa y al siguiente la contraria, y también se embala: que si cobrar 900 euros es una barbaridad, que si él tiene un economista que trabaja a su dictado, uno que antes trabajaba, en Londres, que le dice que eso no puede ser, que eso es cobrar demasiado y como prueba de lo que dice saca al zangolotino economista, un tal Garicano, quien poniendo esa cara que ponen los economistas cuando dan lecciones al populacho, nos ilustra con que cobrar 900 euros pone en riesgo la estabilidad económica más elemental. En fin, sólo le falta añadir un querido Watson al economista zangolotino y tenemos la cuadratura del círculo. Otro idiota y… ¿cuántos van?
   Ante lo cual, estupefacto, yo le pregunto al zangolotino, ciudadano y economista que trabaja en Londres:
   ¿Vosotros no erais los que hace unos años proponíais cobrar mil y pico euros como SMI? Entonces, dime; ¿qué ha cambiado, zangolotino para que ahora 900 os parezca un despropósito? En todo caso: ¿Si los que cobran 900 euros ponen en riesgo el sistema, qué habría que hacer con los que cobran 13.000? ¿Colgarlos de los pulgares?
   Quiera Dios que no, que no tengamos que colgar a nadie de los pulgares. Ni siquiera a los zangolotinos. Aunque, por lo que se ve, los hay que demandan a diario un serio correctivo. Por tanto, quizá sea conveniente recapacitar y cambiar de opinión. Igual me estoy pasando, nos estamos pasando, de campechanos y contemporizando demasiado con estos zangolotinos, porque empezamos dándoles árnica y terminamos arrepintiéndonos y encima soportando la matraca infumable de estos zangolotinos. Porque, sabido es: las ranas croan y los zangolotinos dan la matraca.  No hay más. Es la única explicación para entender a esos que te dicen que eres un peligro público si cobras 900 euros mientras ellos cobran 20 veces más. En fin, zangolotinos y además hijos de su madre,
   Así que no sé, no querría ponerme drástico, pero si con cada lechuguino que se desmandase, o meara fuera del tiesto, con declaraciones inapropiadas y estúpidas, tomáramos medidas y, por ejemplo, lo colgáramos de los pulgares, acabaríamos con el prescindible gremio de zangolotinos videntes. ¡No valen para nada! ¡Ya está bien de tanto tonto y de tanta tontería!