Para llegar a la
conclusión de que la política puede ser vomitiva basta con abrir los periódicos
y leer la sarta de mentiras con las que nos los ilustran los plumillas.
En la mayoría de los
casos, los periodistas utilizan esas plataformas para informar y de paso para
poner en el punto de mira los asuntos que ellos quieren. Y se podría decir que hacen bien, que sólo
hacen su trabajo. El problema es que, demasiadas veces, su trabajo se mantiene
por las subvenciones que cobran sus medios y no por el interés que generen. Tan
es así, que los periodistas tienen interiorizada la primera premisa del
superviviente a sangre y fuego y saben que si quieren subsistir tienen que
obedecer y se mansitos con sus opiniones. Máxime ahora, en este tiempo que casi
todas las grandes cabeceras están al borde del precipicio, que los
profesionales son una especie en riesgo de extinción y en el que la mayoría de
los profesionales escriben desde el alambre con miedo a ser despedidos. La
independencia no existe. Ha muerto. En cualquier caso, parece una entelequia.
Prueba de ello, del seguidismo y de la proliferación de mamporreros que por no
irse al paro aceptan cualquier cosa, es la unanimidad con respecto a lo
sucedido en Venezuela. Inaudito. Resulta que allí, el Presidente del Congreso,
se acaba de autoproclamar Presidente del Gobierno, y que la mayoría de las
democracias que en este mundo parecen han aplaudido tal tejemaneje con descaro.
Rizando el rizo de tanta democracia y de tanta injerencia en asuntos impropios,
EEUU se apresuró a reconocer al bellaco interino que mueve la silla al tirano
electo y ello motivó que esa tortuga reumática que es la UE tomara, por una
vez, de forma apresurada cartas en el asunto y que tratando de simular equidistancia
planteara un órdago en forma de ultimátum cuando parió la idea de darle al
actual tirano ocho días para convocar elecciones. Pasmoso. Tanta democracia
asombra al mundo de la misma manera que, también asombra, ver como personas
tildadas de gurús, pero que en realidad son zombis pensionados injustamente, se
apuntan a esta idea y que con la excusa de los Derechos Humanos que ellos
mismos vulneraron hasta la saciedad, se erijan en defensores de la democracia
aunque para ello tengan que incumplir la sacrosanta norma que debería ser la no
injerencia.
Claro que, si en
Venezuela no tuvieran petróleo otro gallo cantaría. Porque, alguien ha
escuchado a estos gurús clamar por los Derechos Humanos en Nicaragua, en Yemen,
en Arabia Saudí, en… Pues, yo tampoco.
Lo único que veo es que
estos gurús locales siempre hablan al dictado del amigo americano; lo que me
hace suponer que la CIA (o la administración norteamericana, si queréis) debe
pagar muy buenos sueldos.
·
Como dato curioso añadiré que el
anterior Rey de Jordania cobraba de la CIA 10.000 dólares.
Así que ya sabéis, a
como se cotiza la opinión del besugo geoestratégico.
Por cierto, el dato de
los 10.000 morlacos lo saqué de un libro de Bob Woodward (el del caso
Watergate). Posiblemente, otro indocumentado.