Tengo la impresión de
que buena parte de la sociedad catalana ha pasado del seny al nepotismo
nacionalista y de ahí a la esquizofrenia. Sin escalas.
Al menos, yo tengo esa
impresión. Todo parece chusco, apresurado e hilado a base de componendas de
difícil justificación. Y que conste que no me estoy refiriendo al charco
judicial en el que chapotean. No. Me refiero al extraño pacto que tiene una
formación política como es ERC, Esquerda Republicana de Cataluña, con los
representantes de la oligarquía catalana-española, con la derechona catalana de
toda la vida, con los descendientes de los pujoles y demás mangarranes.
Los republicanos, de
izquierda y catalanes, aceptan pulpo como animal de compañía y se alían con los
homólogos del PP en Cataluña, y así en compañía del 8% de radicales que en
existen en todas las sociedades, caminan de la mano hacia el precipicio al
tiempo que prometen el paraíso a sus adeptos y adictos.
También tengo la
impresión de que el mundo, la sociedad, en ocasiones camina igual que lo hacen
los cangrejos. Hacia atrás. Parece que los guetos vuelven a estar de moda, que
el individualismo de raza, de región y de convicción campa por sus respetos y
que, con tal de conseguir la independencia vale cualquier cosa. Incluidas las
ocurrencias. Y claro, llegados a este punto retorna a la palestra aquel axioma
fascista al imaginario de estos iluminados y todos junto en prevaricación y
compañía dan por bueno que el fin justifica los medios.
La guerra soterrada
entre nacionalistas periféricos y nacionales está servida. Excusa: la
Constitución. Y en esta guerra vale todo, se critica todo y se arrambla con
todo. Prueba de ello es que, en cuanto abres el pico y dices una cosa o la
contraria siempre están los de enfrente esperando para proceder a la lapidación
sumaria del opinante.
Los que defienden a los
independentistas periféricos no se basan en razones sino en emociones, y los
que defienden a los nacionalistas nacionales invocan la sacrosanta unidad de
España, el bien común (se supone que el español) y se defienden con el Código
Penal en mano.
En todo caso, todos
tienen razón.
Los independentistas,
que no llegan al 50% utilizan el porque sí; y los nacionalistas españoles, con
el otro 50% el porque también.
Y así, entre unos y
otros continúa este sainete que unos perciben como ópera y otros como si vulgar
zarzuela fuera. En el medio nosotros, los que vivimos en este gueto llamado
España tirándonos piedras y sucumbiendo, una vez más, al seguidismo.
Crucificando a todos aquellos que, simplemente por el hecho de dar su opinión,
son tildados de fachas, de payasos, de provocadores… al tiempo que se les
exhorta y se les conmina a marcharse de España. Grande, una y patria de conejos.
Y como muestra un
botón:
Leo que Miquel Barceló,
el pintor no el de la marca de rones, dijo que a él el nacionalismo le daba
ganas de salir corriendo e inmediatamente saltaron impulsados como resortes
nacionalistas de toda laya para conminarle, sugerirle, insultarle con todo el
catálogo de procacidades que el diccionario depara y señalarle la puerta de
salida de este gueto llamado España.
¿Por qué? Porque sí, porque ésta gente con vocación cancerbera
cree estar en posesión de la verdad revelada. En todo caso, nunca dudan y al
igual que algunos integristas prefieren la inmolación y llevarse por delante lo
que sea, a bajarse de la burra que cabalgan y de la que viven.
Tengo la impresión de
que nacionalismo e integrismo caminan juntos de la mano, y que en los casos
referidos la sardana y el chotis son utilizados por estos cátaros de
pensamiento como arma arrojadiza, que de tanto pensar no ven más allá y que
están en la huerta pero no ven las berzas.
Y nada más, un abrazo
solidario a Miquel Barceló, pintor, opinador y residente en Paris, sólo quería
rendirte un parabién y decirte una cosa: el
ron ése que pintas te sale cojonudo.
Salut i força al canut,
compañeiros todos.
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