¿Nos hacemos unas reconquistas?


Que no os enteráis, que dicen los nuevos revolucionarios, las chonis y los canis—los que lucen pulserita de Ezpañistán en la muñeca—, que ahora lo moderno, lo guay y lo revolucionario es hacer La Reconquista. ¿Me entiendes, Maricarmen? Pues ya sabéis, si España os preocupa tanto como a esos bienaventurados españoles que tanto sufren por su unidad, votalos. Por mí como si te columpias, pero tienes que saber que la gente normal—los que vamos quedando—a partir de hoy deberíamos exigir dos listas: la de defraudadores habituales—esos patriotas—, y la de estos votantes anónimos—los conocidos como el cerdo ibérico de toda la vida—. Aunque, si lo pensáis bien, también podríais ir a terapia. Visualizaros: Hola, me llamo Xan das bolas y he votado por hacer La Reconquista. Bienvenido, Xan tócate las bolas, ¿quieres añadir alguna tontería más? Sí, quiero decir que yo soy español, español, español— y rompe a cantar oé, oé y oé, mientras de fondo suena ese afamado tema castellano que es We are the champiñones mi friend— .Y es que, permitidme que os pregunte: ¿habéis visto gente más absurda en vuestra vida? Preocupante. La mala noticia es que aún encima estos cenutrios tienen votantes, y no precisamente pocos. Millones, que además deben ser millonarios. Sí, porque es de imaginar que la gente que vota por a los que proponen privatizar la sanidad, hacer que las pensiones sean semi privadas, por abolir derechos y en definitiva por retroceder a los oscuros años del franquismo, lo mínimo que se puede suponer de ellos es que sean ricos de caerse. Capaces de costearse por sí mismos todo lo que nos van a sacar los que van a hacer La Reconquista sin que por ello sus economías se resientan. Eso sí, no deja de resultar curioso que después estos supuestos millonarios no tengan dinero para pagarse un cura de su bolsillo y que tengamos que prorratear entre todos sus bautizos, sus bodas, sus extremaunciones y sus adicciones. Haciendo caso omiso de aquello tan ancestral y práctico de que los vicios se los paga el que los tenga. ¿O acaso, también vamos a tener que pagar a esta pandilla de trasnochados la copa de sol y sombra, el tabaco y la entrada a los toros? Venga, nacionalistas españoles, animaros, sacar la cartera y pagaros vuestros vicios y vuestras reconquistas de vuestro bolsillo. Ya está bien de dar la tabarra, ¡ni mamandurrías ni mamandurrios necesitan los campos de España! ¡A trabajar, coño! Pico y palo y a hacer radiales y que os las pague vuestra señora madre, y si queréis  chupar de la canoa hablar con Florentino y preguntarle a cómo le pagaron el cuarto y mitad de Castor o a  cómo va el kilo de radial. Él pavo sabe de eso más que de fútbol. Lo prometo, por el puro de Mariano. Por cierto, Mariano vuelve. Se te echa de menos. Tú eras ladrón, torticero y maricomplejines, pero al menos decías tus tonterías con cachaza galaica al tiempo que escupías tus babillas y no como el mamporrero ese de Aznar que te ha sucedido que, ¡menudo idiota! En el mercado de infierno siempre se ficha a los más camándulas. Ya tú sabes, Marianón, no en vano eres más tonto que el reguetón. En fin, que vivimos un panorama.  Mientras en la derecha van tan sobrados de ideas que tienen que recurrir a reconquistas y a Isabel la Católica, guarrilla mayor de nuestra imperial España, en busca de inspiración, los de la izquierda viven tan ocupados tirándose  la famosa semántica de izquierda a la cabeza, que es Peter the Handsome—versión The Guardian— el que consigue concentrar sobre su persona el voto útil.  
Prueba de la inutilidad de estos tiempos es tener que aceptar a Peter the Handsome como animal de compañía y líder de las izquierdas. Pero o es eso, o aceptamos pulpo como animal de compañía. Y claro, después reprocha tú al animal que haga animaladas. Me refiero a reconquistas, a privatizaciones y a cositas de esas. Ya sabéis, las cositas que tienen a bien hacer los fachas cuando pueden con el dinero de todos para el beneficio de los patriotas habituales. Los que defraudan por España, mientras lucen pulserita de España por Suiza. Por cierto, esa chusma a eso le llama hacer país.

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