Fijaros si es
ignorante, torticero y manipulador ese tipo al que Pablo Casado llama Santi,
que no va el tío y cuando le preguntan si conocía el pasado falangista del
candidato de su partido a las elecciones europeas va y dice que sí, que lo
conoce; de la misma forma que sabe que el que va de tercero en esas listas fue
redactor del periódico El País, conocida cueva de comunistas autoritarios. Después
siguió caminando saludando a los palmeros que acuden a sus mítines.
Como es natural, no
daba crédito a lo que acababa de oír. Incluso me cuestioné: ¿Habré oído bien o
me lo estoy imaginado? Había oído bien. ¡Quién fuera sordo durante las campañas
electorales!
Pero como no soy sordo,
como sé leer y como aún estoy en ejercicio de mis facultades mentales, puedo
decir y digo que el tal Santi, Santiago Abascal, es un manipulador de tomo y
lomo, que ha sido capaz de seducir, él solo y en compañía de cuatro gárrulos
más, a dos millones y medio de votantes a base de cantar ese viejo tema que es Vamos a contar mentiras.
Porque, señoras y
señores, decir que el periódico El País es una cueva de comunistas autoritarios es como acusar a Bertín Osborne
de cantar bien. Una solemne memez sólo disculpable en sordos, en tarados y en
general en gente de mal criterio. Porque ni Bertín, el cantante, ha cantado bien
en su vida, ni en El País hay ningún comunista autoritario.
Imposible, además, que
tal cosa suceda por dos motivos: primero por la consabida ludopatía bursátil de
alguno de los dirigentes de El País—palabras de Enric González por las que tuvo
que marcharse, aunque posteriormente fue repescado—, y segundo y mucho más
importante por la composición de su accionariado. Porque si algo tienen en
común el Banco de Santander, HSBC y Telefónica—por poner sólo tres ejemplos— es
que los tres son accionistas de El País. Y se sabe, porque se sabe, que ni el
Banco de Santander, ni HSBC, ni Telefónica admiten comunistas autoritarios
entre sus filas. ¡Faltaría más! Ellos son más de hijos de mamá, ya sabéis. Los
datos de lo que digo son públicos, están al alcance de todo el mundo. De todo
el mundo menos, al parecer, de Santiago y cierra España Abascal, ese
politiquillo que los españoles más pudientes compran en los chinos por la
simple razón de que va con pistola y porque es el campeón del deporte más
practicado entre ellos, entre los
pánfilos, en el deporte de decir tonterías.
Un auténtico animal; para
mí que invertebrado.
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