ALAMBIQUE, 28 (Capítulo XIII).

XIII
Que el inglés se puede aprender por ósmosis ya no es ningún secreto para los habitantes más antiguos de la Costa de la Muerte, y tal prodigio se debe al ocurrente padre de Faustino, a quién Dios tenga en su gloria.
 Una buena mañana de vendaval que paseaba por una pequeña península de esa costa donde sus habitantes están condenados a practicar el pluriempleo desde tiempos ancestrales, ora marinero, ora agricultor, fue víctima de una revelación.
 En el campanario de la parroquia de Camelle señorea una campana procedente del naufragio del acorazado HMS Serpent, ocurrido a las 22:30 del diez de noviembre de 1890, en el que murieron ciento setenta y dos marinos ingleses.
 Germán, que en cuestiones femeninas no hacía distingos entre corintias y efesias, observó a un grupo de mujeres vestidas de negro, con pañoleta coronando  la cabeza, comadrear  entre sí.
 Se acercó como si la cosa no fuera con él, y para asombro de sus oídos pudo sorprender a aquellas mujeres hablando en  inglés con la misma fluidez que podría haberlo hecho el celebérrimo Shakespeare.
Sacó sus propias conclusiones.
Fue por eso por lo que el mismo día en que nació su primogénito no perdió el tiempo, y se trasladó raudo a ese lugar para hablar con el párroco.
El cura decía que no, que no podía ser, pero al ver el abultado fajo de billetes que Germán ofrecía para el cepillo de los pobres, cedió.
-       Por supuesto, los gastos corren de su cuenta - Dijo cerrando el trato el pícnico sacerdote.
-       Por supuesto.
Trato cerrado.
Al día siguiente, madre e hijo, hicieron su entrada triunfal en Cereixo de los Caballeros.
En el bautizo de Faustino tañeron profusamente la campana traída de la parroquia vecina, y que ahora relucía lo más alto de la espadaña románica de la iglesia.
Su agradable melodía se extendió por los campos, escaló las almenas de la ahora escuela y en el atrio hubo lluvia de patacones. Luego volaron las pesetas que, rumboso él, arrojó el padrino, y que casi causan un tumulto entre niños y tullidos habituales asistentes de tales eventos
A primera vista no sucedió nada.
Sin embargo, años después cuando Faustino empezó el bachillerato en el Instituto de Enseñanza Secundaria de Cée, el profesor de inglés comprobó que aquel alumno hablaba inglés con la fluidez natural de un nativo, pese a no tener ni repajolera idea de gramática.

   

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