No hace falta estar de
acuerdo con algo para reconocer el Derecho de los demás a hacerlo. Tampoco hace
falta practicarlo ni fomentarlo siempre y cuando se reconozca a los demás el
derecho a hacer lo que le dé la gana siempre y cuando se atenga a las reglas
del juego. Porque la libertad de uno termina donde empieza el derecho de otro.
Y aunque las dos cosas se pueden conjugar, lo que nunca tiene encaje en esta
ecuación es la mentira y la falta de tolerancia.
Tengo 58 años y
recuerdo a este país en crisis toda la vida. Es verdad que ha habido años de
bonanza y de apertura, y también es cierto que España ha evolucionado mucho en
estos últimos cuarenta años, aunque no es menos cierto que en España la crisis de la de verdad no se acaba
nunca.
Nos mentían antes
usando el descaro y la fuerza de la Ley que usan todas las dictaduras, y nos
mienten ahora utilizando todos los mecanismos democrático-legales con los que
la chuma-política que nos gobierna se ha dotado para ejercer el poder.
No es legítimo ni
democrático, desde mi punto de vista, el berenjenal en el que se han mentido
nuestras autoridades para formar gobierno.
El Pp presentó un
candidato a dos elecciones, ganó las dos, y el resto de los partidos políticos
se niegan a aceptar el resultado de las urnas.
Correcto, están en su
derecho.
Pero pierden ese
derecho cuando mienten. Los partidos políticos, todos los que no han ganado,
tenían que haber hecho una advertencia clara a los votantes y haberles dicho lo
siguiente:
No
aceptaremos que el próximo Presidente del Gobierno sea Mariano Rajoy bajo
ninguna circunstancia que no sea mayoría absoluta. No queremos LADRONES.
Hubiera sido fácil, a
la vista de los hechos y las circunstancias, argumentar un discurso político en
este sentido. Además eso hubiera sido lo lógico porque así el votante sabría a
qué atenerse y se no escandalizarían después con los vodeviles que les montan.
¿Lo hicieron? No. ¿Y
por qué no lo hicieron? Ahí viene lo malo. No lo hicieron porque los políticos
españoles piensan que decir la verdad les perjudica.
En vez de eso optan una
y otra vez por la mentira como estrategia dialéctica y arma publicitaria para
conseguir sus fines.
La mala noticia es que
no están consiguiendo nada que no sea aburrir al personal y hacernos pensar a todos
que estos políticos-ejecutivos-funcionarios están más ocupados y preocupados
por sus bolsillos o por las finanzas de sus partidos que por decir la verdad y
presentar unas cuentas transparentes.
Y de esa guisa llevamos
siglos.
Aceptamos pulpo como
animal de compañía porque una pandilla de tarados
así nos lo imponen, y como ellos son los elegidos para hacer las leyes
siguen a rajatabla el refrán aquel que dice:
“El
que parte y reparte se queda con la mejor parte”
.
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