Y encima
desconcertadas. No lo digo yo. Lo del volquete de putas lo dijo Granados, un
batracio de Esperanza Aguirre, y lo de que las putas están desconcertadas lo
dijo Dolors Montserrat, otra del PP hablando de no sé qué en el Congreso de los
Despistados. Claro que, al día siguiente salió otra ex menestra a decir que los
niños andaluces van con un retraso de dos años con respecto a los de
Castilla-León. Otro desparrame. ¿Y cuántos van? Es más, ¿a esta piara le
pagamos los sueldos que les pagamos por decir gilipolleces? No sé, pero está
claro que estar en la oposición les sienta mal. A todos, es verdad. Aunque, a
unos más que a otros. Siempre es el mismo cliché, siempre tiran de estereotipos.
Tenemos unos dirigentes empeñados en una competición estéril: la estupidez. A
ver quién la dice más espesa. Y así, despropósito tras despropósito oigo la
señorita subdirectora de La Razón decir en el programa Al Rojo Vivo, ese
programa de rojos en el que colaboran gente tan de izquierdas como Inda o
Marhuenda, que el gobierno no hace las cosas de “motu propio”. ¿De verdad? En
todo caso, insigne contertulia, no las harán motu proprio. Es que…, patadas al
diccionario todos los días perpetradas por los más informados, por los
supuestamente mejor formados. Porque si
a eso le unimos el hablar de Marhuenda, licenciado, doctorado y habitual
coceador del idioma oficial patrio, la cosa es para echarse a temblar. ¿En
manos de quién estamos? ¿Son estos los supuestamente mejor formados, los
coceadores habituales de la RAE, los encargados de analizar la información
política? En todo caso, y como parece que la cosa así es, ¿dónde se pide amparo
de tanto lechuguino mea pilas? Doctores tiene la santa madre iglesia, léase
periodismo, para dar lecciones de cosas que parecen desconocer. Eso sí, después
todos defienden al castellano. Todos se deshacen en puro elogio. Faltaría más.
Con doctores y licenciados tan formados, el castellano camina hacia la
hecatombe. Y todo ello sin siquiera poner la bandera en el balcón, ni unas
bragolas talla XXXLLL o un vulgar calzoncillo. Nada. No hace falta nada. Para
qué. Mientras los lechuguinos exhiban erudición a través de los rayos catódicos
todo va bien. Y por la tarde, ya sabéis,
Tele Pantoja: entre gilipollas se mueve la audiencia. Joder, qué país y qué
tropa.
Iglesia, s.a
Estaba yo pensando en mis propias
incongruencias, cuando de repente reparé en la más palmaria de todas ellas:
todos los días, al salir de casa, me santiguo y rezo un padrenuestro. Eso sí,
versión antigua. Aquella que decía y
perdona nuestras deudas como nosotros
perdonamos a nuestros deudores. Y claro, me dije a mí mismo: he ahí una auténtica incongruencia. Porque,
¿cómo es posible que siendo yo ateo (confieso que tengo días agnósticos) pueda
hacer tal cosa? Puedo asegurar que, en este caso, la respuesta no está en el
viento. Y que conste que no es por llevarle la contraria a Bob Dylan, ése escritor
tan laureado. No es así porque la respuesta está en mí mismo y en la educación
que me dieron, por tanto es ahí donde debería indagar.
Pero como mi cabeza es un expreso sin parada,
al segundo siguiente de haber pensado eso ya estoy pensando en otra cosa. A la
gente como yo también nos llaman veletas. O como se dice en Galicia: Ir polo aire e vir polo vento.
Y me vuelvo a preguntar, ¿cómo es posible
que los sabios en economía, los encargados de dirigir la educación de los
futuros líderes empresariales, pongan siempre como ejemplo de negocio a
empresas como pueden ser Inditex, Apple, Microsoft…, y se olviden de la más
obvia, longeva y rentable de todas las que hay en el mundo? Porque no sé si
habéis reparado, pero las únicas empresas que subsisten desde los albores de
los tiempos son las que se ubican en el llamado nicho religión.
Concretando, Iglesia, s.a lleva siendo líder de su sector desde hace más de
2.000 años.
Hasta el mismísimo Banco de Santander se
muere de la envidia sólo de pensarlo.
Y lo mejor del caso es que han conseguido
tamaño éxito ofreciendo fe, esperanza y caridad. A cambio de modestos óbolos,
también admiten fincas, palacios y todo tipo de enseres lujosos que se os puedan ocurrir, ofrecen desde absolución
la de todos los pecados hasta la vida eterna a todos sus asociados. Por ofrecer
que no quede.
Para ser de Iglesia, s.a y obtener toda esa serie de desgravaciones en cuestión
de pecados y conseguir el pertinente consuelo, sólo tienes que bautizarte y dar
rienda suelta al torrente de lágrimas
pertinente.
Como es natural, siendo tantas las ventajas
no hay niño recién nacido que se resista y que no le pida a sus papás que le
lleven a una pila bautismal para poder entrar en tan selecto club. De tal forma
que, una vez que te vierten agua fría por la cabeza y echas unos lloros (los
muy negociantes ni siquiera calientan el agua) ya puedes aspirar a la vida
eterna.
Ahí es nada
Si lo comparas con Apple , por ejemplo, que
sólo te ofrece un teléfono para que hagas posturitas enseñando la manzana, empiezas
a comprender el tremendo éxito obtenido por Iglesia, s.a. Porque, ¿qué prefieres, la vida eterna o una camiseta
de Inditex?
No sé cómo veis vosotros la cuestión, pero
yo diría que lo que enseñan en Harvard, por ejemplo, es una engañifa. Los
ejemplos de empresas como modelo de negocio deberían ser mejorados, porque la
más elemental de las educaciones económicas debería comenzar por estudiar Iglesia, s.a como modelo de éxito.
2.000 años de experiencia avalan lo que
digo. Además, ¿os podéis imaginar a cualquier empresa utilizando a la hora de
las reclamaciones argumentos de tanta enjundia como es el Dogma de fe? Pues, Iglesia, s.a recurre a ello hasta para
explicar lo de la Virgen.
O sea, para cagarse. Y que conste, y quede
clara otra cosa, que a mí los que andan blasfemando porque sí, por defender no
sé qué y dando publicidad a la estupidez desatada, me la traen al pairo. Es
más, por mí como si se abanican. La cosa siempre empieza con los profetas.
Y ahora, disculpadme, voy a rezarle un
Padrenuestro fervoroso a los del Ayuntamiento a ver si son también son de tan
selecto club y perdonan nuestras deudas.
(Bueno, hablo de las
mías, las de éste alegre pecador).
Los cangrejos andan para atrás.
Hasta el día en que un
erudito de Harward diga lo contrario los cangrejos andarán para atrás.
Claro que si en vez de ser una eminencia de
Harward, el aspirante se forma en algún
cursillo acelerado que ésta celebérrima universidad convoca en Aravaca en plan
Pond, sapiencia en cuatro días, a lo mejor confunde el tocino con la velocidad y dice que
lo mejor para España y para los españoles es imitar a los cangrejos y andar
hacia atrás.
Máxime
si el aspirante también es uno de los agraciados poseedores de un máster
otorgado por la gracia de un tal Álvarez Conde. El afortunado habrá sido
convenientemente aleccionado y
(de)formado en cuál es la política más acertada para España y por ende y
extensión, para los españoles.
Claro que, todo hay que decirlo, el
aspirante no tiene experiencia práctica en cosa de provecho alguna, ni tampoco ha
trabajado nunca en la empresa privada. Aunque, tampoco se crean ustedes que eso
en España es raro. Más bien, al contrario. Antes que a él, semejante experiencia paranormal ya le había pasado,
incluso, a alguna ministra de trabajo que de su ramo lo único que sabía es que
eran unas flores con las que obsequiar a la Virgen del Roc(s)ío.
Por tanto, y como mucho me temo que ninguna
eminencia de Harward se va ocupar de resolver la espinosa cuestión de la que
hoy escribo, la de que los cangrejos anden para atrás, y como en este país
tenemos crustáceos más que de sobra capaces de explicar lo inexplicable,
empeñados en hacernos volver al holoceno (si queréis poner jurásico que es más
hollywoodiense y también va de bichos) practicando el timo de la estampita
política, ha llegado el momento de que un ignorante de la Costa da Morte hable
claro y aclare: está todo el mundo equivocado:
Los cangrejos andan de lado.
No me atribuyáis méritos indeseados, por
favor. Todos los nacidos en la Costa da Morte lo sabemos. Así, por ósmosis. Por
tanto, mérito cero. El máster en crustáceos nos viene de serie.
Escrito todo lo anterior, si no es indiscreción,
os pregunto: ¿a vosotros, o a ustedes, en todo caso como prefieran vuesas mercedes,
no os parece raro y chocante el discurso de los líderes políticos de la derecha
española? Para los que os estéis contestando que os parece normal tengo otra
pregunta: ¿y qué mal os hemos hecho los
demás para tener que soportar tanto castigo y tanto insulto a la razón?
Porque…, la cosa se las trae. ¡Sois unos
abusones!
¿Os parecen bien los argumentos peregrinos,
la sumisión y acatamiento a la Iglesia, el uso de la bandera como arma
arrojadiza, los panegíricos y loas a un dictador, la justicia a la carta, los
aforamientos hasta para la señorita Pepis, la monarquía protegida, oscurantista y
heredera de Franco (ése hombre), el miedo a preguntar… ¿ Os parece normal todo
eso? En todo caso, ¿nos merecemos los
españoles a tanto miserable vestido de líder político? Y no me contestéis: “Y tú, puta”. Porque yo con vosotros no
me meto por mucho que esté hasta las gónadas
de vuestro franquismo recalcitrante. Después de 40 años seguís dándonos
la murga a todos los que no pensamos como vosotros diciéndonos lo que tenemos
que hacer como si vosotros alguna vez hubierais sabido qué hacer o como si hubierais
hecho algo por nosotros.
Quisiera yo que alguno de vosotros, los que
tanto les votáis y tantísimo los defendéis, me explicara qué ganáis haciendo lo
que hacéis. ¿En qué suponéis que avanza nuestro país con gente que sólo quiere
ir para atrás?
Claro que, a lo mejor, quizás a lo peor,
todo venga dado por ese desconocimiento
absoluto que parecen tener nuestros políticos de lo que es la vida
ordinaria y por lo ordinario de vuestras vidas; porque, claro, que un señor que
no ha trabajado en su puñetera vida en la empresa privada aspire, nada más y
nada menos, que a ser Presidente del Gobierno la cosa cuando menos resulta
chocante cuando alguien le da credibilidad. Y conste, que no estoy diciendo que
no esté preparado. ¡Quia! Nada más lejos de mi ánimo. A estas alturas todos
sabemos que, entre otras lindezas, el instituto del catedrático Álvarez Conde,
también impartía un Curso Superior
Universitario sobre Falsedad Documental, que las matrículas para el joven
Casado y la cleptómana Cifuentes las pagamos a escote entre todos y que los de
Vox gozaban de ventajosos descuentos a la hora de la matrícula. Así que, sacad
conclusiones. Si sois capaces, claro. En todo caso, id con cuidado no vaya a
ser que os herniéis del esfuerzo de pensar.
También dicen las malas lenguas que, el
catedrático Álvarez, metido en su rol de gran crustáceo sólo trataba de
aleccionar y formar a los futuros cangrejos en las cosas de los andares.
El facherío.
La derechita floja, la del PP y la de
Ciudadanos, según definición que usan los fachas (las cosas por su nombre) que
militan en Vox, están estos días ocupados en pedir la ilegalización de los
partidos independentistas. ¿La razón? Porque les sale de la pandereta. O dicho
de otra manera: ¡caña al nacionalista
catalán que es de goma y para que no coma!
Sin embargo, de Vox, ese partido facha
nacido de una escisión en el PP, los peperos no tienen nada que decir
exceptuando que su líder Pablo Casado se propone recuperar a los supuestos
votantes de esta formación de fachas para sus filas. Por supuesto, de
ilegalizarlos ni hablamos.
Según Pablo Casado confluyen los idearios de
ambos partidos. Por tanto, ¿dónde van a estar mejor los fachas que en la casa que
les vio nacer? Porque, sigue presuponiendo Casado, con el veleta Rivera no se van a ir. Son demasiado modernitos.
Además, el Ciudagramo Rivera cambia demasiado de opinión. Y aunque, los
Ciudadanos dicen estar por la unidad de
España, y en líneas generales Alberto parezca
ser un buen chico, tampoco conviene olvidar algunas veleidades como de dónde
vienen y de que hasta hace poco su líder se llamaba Albert. Así, en catalán, o
sea y traducido, en dialecto, según el decir del berberecho común de Vox. Los hijos
naturales del PP. A tenor de las circunstancias, parece ser que a este tipo de
berberechos si los sacas del castellano se confunden porque están convencidos que en el mundo sólo
existe un idioma: el español. Todos los demás, una de dos: o son dialectos, o
son extranjeros. Sus cerebros no dan más de sí. Pese a ello, a su ignorancia y
a hacernos querer desfilar a todos al paso de la oca, esta pandilla de
semovientes, que todavía no alcanza el 2% de la población, tienen propuestas
para todo y contra todos. Por todo lo anterior, y por mucho más, convendría actuar de forma clara y
contundente con esta gente, y el día que sus delirios alcancen cotas
insoportables (y parece que ese día ya ha llegado) habrá que ilegalizar a Vox como partido y dejar que la justicia
actúe de oficio contra sus militantes si
fuera pertinente. Por el bien de todos.
Claro que, estamos en España, amigo Sancho,
un país en el que la Justicia también está en entredicho y que muchas veces,
por desgracia, todavía no pasa de simulacro.
El curioso caso de Pablo Casado.
¿De verdad es necesaria gente así hoy en
día? ¿Por qué, qué aporta este tipo de personaje al bien común?
Porque, al menos supuestamente, algo debería
aportar la gente así, rancia, a este mundo. Si no, para qué. Aunque, claro, si
lo que aportan es belicosidad, estrechez de miras y ganas de dar la murga en
todos los asuntos, quizá, a lo peor, lo que aporta este tipo de gente es algo de lo que nos convendría huir.
Estamos ante gente tóxica, frente a personas
que envenenan los argumentos con sofismas ya superados, que estaban en el
candelero hace 40 años. Estamos, por tanto, ante personas que estarían muy
felices viviendo en otros tiempos
cuando, según ellos, cualquier tiempo
pasado fue mejor. O dicho de otra manera, cuando los políticos hacían y
deshacían a su antojo lejos de este ojo avizor y cuasi transparente con el que
desarrollan ahora sus actividades.
Casado es un político oscuro, rehén de sus
propias añagazas y víctima de su viejuna juventud. Casado representa el
anquilosamiento, la marcha atrás y parece empeñado en convertirse en el coitus
interruptus de la política nacionalista española.
Si por él fuera, por él y por su siamés
Rivera, dos hombres y un desatino, los
contenciosos políticos se resolverían a palos, las mujeres que abortaran serían
criminalizadas y el dictador Franco sería paseado bajo palio por nuestras
principales avenidas los domingos a la hora del vermú.
Si no fuera porque Scott Fitzgerald adelantó
los acontecimientos cuando escribió el El
curioso caso de Benjamín Button, las historietas para no dormir de las que,
a menudo, se ocupa Casado, podrían dar para escribir un opúsculo de la derecha
española, sus incongruencias y sus similitudes con el apasionante mundo de los
berberechos. Lo malo es que, aun pareciendo el tema suficientemente sugestivo, la novela sería
una auténtica mierda ante lo irrelevante de las propuestas de ese par de
bivalvos.
Corrupción sistémica.
Da igual cómo se enmascaren o como se
justifiquen las cosas: España da señales inequívocas de corrupción sistémica.
La falta de transparencia campa por sus
respetos. Lo tremendo del asunto, por otra parte nada nuevo bajo el sol, es que
ahora y cada vez más diáfano, quien está en el mismísimo ojo del huracán es el
mismísimo poder judicial.
Se está poniendo negro sobre blanco que el
poder judicial que no está a la altura de las circunstancias. Para darse cuenta
basta sólo con recordar dos ejemplos: El asunto del cobro de mordidas que afectaba
al emérito campechano, al ciudadano Borbón, y el caso del máster Pablo Casado cuya
resolución arroja más sombras que luces sobre su currículum.
En ambos casos se parte del mismo distingo.
En vez de ser todos iguales ante la ley, como ellos mismos preconizan ante
quien quiera oírlos, ellos son diferentes a nosotros. Ambos son aforados, y con
el Rey la cosa va más lejos e incluso lo hicieron inviolable por la dádiva del legislador. Palabra de legislador
constituyente, te alabamos señor.
Así, con las leyes trucadas, después de 40
años de democracia de calidad (según ellos), al Tribunal Supremo sólo le queda
hacer el ridículo una y otra vez. Y claro, si a tanta facilidad le añadimos las
mañas que ellos ya tienen de motu proprio algunos asuntos alcanzan cotas de
escándalo.
En otro
orden de cosas, el desorden lo vemos también en la política. El gobierno
saliente de Rajoy utilizó el Tribunal Supremo como ariete en el rifirrafe catalán
sin pensar en las consecuencias ni siquiera en la dejación de funciones que la
decisión suponía. Porque, se supone, que los asuntos políticos deben ser
sustanciados de forma política y haciendo política, y no acudiendo a la
judicatura, domeñándola y poniéndola al servicio del interés partidista. Vamos,
se supone.
Al final se ven los
resultados de las malas decisiones: descrédito absoluto para el Tribunal
Supremo y rifirrafes continuos en la calle que amenazan con convertirse en algo
más grave. Eso por no hablar de la falta de arrojo y que de esperar tanto a que
escampara empezaron a diluviar nacionalistas.
En este estado de cosas, lo que me pregunto
es de donde sacará esta gente el cuajo para hacer las cosas que hace. Se les
supone inteligencia y además…, con la cantidad de asesores que tienen, que a
estas alturas sean sospechosos de ser imbéciles es algo que no se explica.
Claro que, también se declaran patriotas, aunque la mayoría nos preguntemos
¿Patriotas? ¡Qué risa, María Luisa! Patriotas, dicen. Vamos, es que me
descojono de la risa.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)