Gregorio Samsa, un
comerciante de telas que mantiene a su familia con lo que gana, se despierta un
día convertido en un enorme insecto, posiblemente una cucaracha.
Así empieza la novela
escrita en alemán por Franz Kafka y titulada Die Verwandlung. La metamorfosis.
Pues bien, esa cumbre de la literatura se asocia con la transformación, con el
cambio y con las consecuencias que dicho cambio tienen para el protagonista y
para su familia.
Está claro que, a veces
suceden cosas increíbles. Prueba de ello es que Gregorio Samsa se acostó hombre
y al día siguiente se levantó cucaracha.
Y si lo anterior parece
anormal, más anormal todavía es lo que viene a continuación. Porque en la derecha
española, más concretamente en el PP estamos asistiendo una transformación sin
que apenas nadie se esté dando cuenta de lo que les sucede. Y no es que se estén
convirtiendo en personas. Qué va. Tampoco en cucarachas. Aclaro por si acaso. Al
contrario, los del PP, al igual que todos los demás, son más de marketing, ése
invento americano. Ya sabéis, primero impacto y después relato. Y como su
todavía líder, el masterizado Pablo Casado, también hizo un cursillo de cuatro días
en el Harward de Aravaca— creo que a
éste sí que asistió—, pues emplean técnicas de marketing para abarcar la mayor
cantidad de mercado posible; y una idea recurrente en toda empresa que se
precie siempre es desdoblarse. Este fenómeno, básicamente, funciona como segunda marca o como fabricante
de productos a terceros. Siempre en rango inferior de precio, supuestamente de
calidad y sin el respaldo de la empresa matriz que prefiere pasar desapercibida
y quedarse en segundo plano.
Pues bien, no sé si
habéis caído todavía, pero eso es lo que está haciendo el PP en la actualidad:
Vox es su segunda
marca.
Afirmo y sostengo. Y lo
hago después de saber lo que pasó hoy en Murcia donde el PP no alcanzó la
presidencia de esa Comunidad porque Vox no quiso, y pese a estar viendo sus dos
líderes principales, Pablo Casado y Santiago Abascal, juntos esa película ( se
antoja que de tercera) que fue el paripé de la elección. ¿Por qué? ¿Para
enfrentar, todavía más, a Ciudadanos con sus contradicciones, para realzarlas,
para que las visualicemos mejor y que quede claro que en España tenemos dos
derechas, la cobarde y la infame sin espacio para nada más? ¿Para rebañar?
Quizás.
En todo caso,
convendría recordarle a Casado, él que presume de hombre de Estado, que Vox es
la extrema derecha y que de la pesadilla de la extrema derecha y el exagerado
nacionalismo salió el partido nazi en Alemania. Así que, ¡cuidadito con las
bravuconadas de estos dos! Son gente potencialmente muy peligrosa; y sino que
se lo digan al pobre Kakfa quien no tuvo que ver como los hijos de perra de los
nazis mataban a toda su familia porque, gracias a Dios—seamos benévolos—, él ya
se había muerto antes.
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