CARTA A LOS MARCIANOS.

La verdad es que a mí por parecerme bien me parece bien casi todo. Esa es la verdad. Creo que con las cosas me pasa como con las comidas. Me gustan todas. Unas más, otras menos, pero la que no me gusta nada es una auténtica excepción. Pues lo mismo me pasa con los inventos o con las ganas de saber que tiene la gente. Me parece bien. La curiosidad es un estado a conservar. Pero…
Claro que, la verdad, es que yo, puestos a preferir, preferiría otras cosas. Me gustaría que los investigadores, los Estados y todos los ricachos del mundo, así en general, invirtieran dinero en lo importante y en lo principal. Y lo importante, para mí, no es enviar patrullas científicas a buscar piedrecitas a la Luna o a sitios de las afueras. Ni siquiera me motiva que las traigan de Marte, de Venus o del puticlub de la esquina, Osa Mayor. No, yo lo que quiero, incluso me parecería bien, es que se invierta dinero en lo principal y que lo secundario lo dejaran para más adelante.
Quiero que descubra, ya lo he reclamado en otra ocasión, la casa auto-limpiable. Ese sí que sería un avance. Le das a un botón y la mierda desaparece. Señora, caballero, dígale adiós a las engorrosas y fatigosas tareas del hogar. Cómprese una casa con sistema auto-limpiable de serie y será feliz. Con precios para todos los públicos. Y con programas que van desde el Hard-Mocho, para situaciones duras, al Piano-Escoba para días de “refresquito” y se acabó.
Eso sí que sería un avance efectivo. Un gran paso para el hombre y un gran salto para la humanidad. Lo demás… la cosa del espacio y demás mamandurria, al lado de lo anterior, no pasa de mandanga de la mala. Al menos yo lo veo así. Cuestión de prioridades.
Solventada una cuestión vayamos a otra. Posiblemente más importante todavía que la anterior y mucho menos demandada.
¿A vosotros nos os parece extraño que a estas alturas de la película los investigadores del mundo mundial todavía no hayan encontrado o fabricado un material que garantice la temperatura de las casas? El ladrillo, cemento, hormigón, lo que sea, térmico graduable.
Porque inventar, inventar, se inventa de todo. Pero, cosas prácticas… cosas que realmente sirvan para algo… No sé. Lo que nos ahorraríamos en calefacción, lo que dejaríamos de contaminar. Creo que deberíamos, deberían (los inventores), perseverar un poco más.
Os imagináis una casa hecha con un material que garantice una temperatura ideal todos los días del año. A gusto de cada consumidor. Quiero una casa de veinte grados, con un grado de sesenta por ciento de humedad y orientada al sur. Añades la función auto-limpiable, y que todo te sea dado a un precio razonable. A cambio renuncio a toda la inversión billonaria que hacen los Estados en cuestiones espaciales. Sólo dejaría una sonda que enviara un mensaje allende los espacios dirigido a todo cuanto alienígena sintonice ese dial y que dijera:
Si venís en son de paz, venir. Y ahora disculpar si no vamos nosotros. Estamos ocupados inventado cosas. ¡Hala, vengaciao!


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