El mayor de los
avances, la igualdad de oportunidades y la fraternidad para con los
desfavorecidos están en riesgo de irse al garete gracias a la estupidez de un
humano, inhumano, del género botarate y millonario. Y todo ello sucede después
de que millones de cómplices activos, armados con una papeleta llamada voto,
eligieran como líder al más tuerto entre los ciegos. Al disparate contribuyeron
enérgicamente una señora de…, los servicios de información, contrainformación e
intoxicación habituales, y la pandilla del cine que vive instalada en Babia
viviendo confortablemente. El resultado lo padeceremos todos. Gracias a la
ocurrencia que millones de obreros han tenido eligiendo como Presidente a un
millonario, otros millones de gentes tendremos que sufrir el avance de la
sinrazón. Todo muy cool y a la moda. EE.UU ha decidido sentar en la poltrona de
la Casa Blanca a un señor que goza con sobredosis de dorado como ornamento. Han
entronizado al disparate y el delirio amenaza con llegar a todos los lados. Los
mercados bursátiles americanos están tan preocupados por esta amenaza con
nombre y apellido, que para demostrarlo han batido todos los records de subidas
habidas hasta ahora. El esposo de Melania, el señorito Trump amenaza a todo el
mundo. Es un ejecutivo acostumbrado a imponer sus despropósitos y a conseguir
que el glamour del dinero le baile el agua. Es un hortera de tomo y lomo. Se
sabe por la hemorragia de dorados que se desprenden de sus daguerrotipos. Tiene
torre propia y goza de tal flequillo que hasta Anasagasti se siente apabullado.
Es un simple concienzudo. Es un hombre que sabe lo que hay que hacer y que como
lo sabe, lo va a hacer. Este americano rubio, viejo, millonario y casado con un
pongo llamado Melania, es el nuevo jefe del mundo mundial. Un auténtico
anormal. El Estado de Derecho, siempre adaptable al gusto de los intérpretes
que nos gobiernan, ha muerto. Ha llegado el Estado de la Sinrazón. La locura
programada ya está aquí. Este ignorante funcional, este mangante profesional y
este cara dura de solárium ha decidido, él solo, que el mundo necesita un
ajuste duro. Los ricos no ganan suficiente dinero y los pobres están deseosos
de ser explotados a conciencia. Ofrece trabajo a los de aquí y garantiza más
miseria a los de allí. El discurso nacional economicista cala hondo en el
elector. Y es que el elector medio, el que está jodido y al que todo el mundo
ya ha tomado el pelo, ve en un viejo cabrón, millonario y rubio, racista y
clasista, el hombre que lo liberará de sus cadenas. También hay que señalar,
llegado a este punto, que al elector le importa un huevo el mundo mundial, le
importan un pijo los derechos de los demás y las obligaciones que el Estado
tenga para con sus ciudadanos. Al elector americano lo que le importa es tener
trabajo y que las cosas que consumen se fabriquen mayoritariamente allí. Y eso
es lo que les promete su nuevo presidente. Les promete que si son buenos y se
portan bien, él se encargará personalmente de darles por el culo a todos.
Claro, ante eso y viendo que la alternativa que ofrecen las estrellas de
Hollywood, perorando plúmbeos discursos, con Meryl Streep como ariete, no es de
extrañar que los millones de seguidores de la América profunda, la del Rifle y
toda la cohorte de Descerebrados y Come Hamburguesas, voten a este desgraciado
y descendiente de inmigrantes, que ahora aboga por cargarse a todos los
emigrantes del Planeta Tierra. No sé, pero da la impresión de que este anormal
sufre de complejo de Herodes y que lo que quiere es cargarse a la competencia. El
problema es que para el nuevo sicópata electo la competencia parece ser todo
aquello que no es americano. En fin, que Dios salve a América. Al menos que la
salve de Trump. Claro que, si Dios se dedicara a estos menesteres no le
quedaría tiempo para nada más. Y es que tendría tantísimo trabajo que ni
siquiera siendo omnipresente, omnipotente y omnisciente daría abasto.
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