LA TRADICIÓN DE DAR POR CULO.

La tradición grecorromana en cuestión de sexo no distinguía entre homosexualidad y heterosexualidad. Distinguía entre actividad y pasividad.
Así, por ejemplo, no estaba mal visto que un dominante sodomizara a uno de sus esclavos. Sin embargo un pasivo que se hiciera sodomizar por un esclavo cometía un acto de infamia. En castigo no podía participar en política ni tener derechos ciudadanos.
Pero como los tiempos avanzan que es una barbaridad, ahora las cosas han cambiado sustancialmente.
Ahora está bien visto todo. Está bien visto que el patricio de por culo al plebeyo. Como siempre indicaron los manuales de buena urbanidad y costumbres. Pero también está bien visto, y además muy extendido, que el plebeyo se la chupe agradecido al muy patricio.
Cousas veredes.
Para los que venimos de la Democracia Orgánica, aquella entelequia franquista nacida de la pesadilla del exageradísimo general, llegar a la Democracia Participativa es todo un avance. Avances en la semántica. Ahora si votas tienes derecho a ser dado y a corresponder con fellatios e irrumatios en la medida de tus posibles. Mientras que si no votas, según nos hacen saber los expertos en recibir subvenciones, no tienes derecho ni a quejarte. Estás en riesgo de exclusión antropológica, y condenado a no salir en la estadística. Porque, posiblemente, eres un rebelde sin causa, un protestón sin motivo y un inadaptado visceral.
¿Qué haces? ¿Por qué eres así? Reflexiona y sal de tu estupor. Aún estás a tiempo de caer del caballo, ver la luz y encontrar el camino de la redención. Amén. Anímate y vota. Sé cómo todo el mundo. Come turrón, toca la zambomba y quéjate de la Navidad. Pon a parir a la sociedad de consumo, y ya de paso, para aliviar tu mente crítica,  sube unas fotos a tú muro del Facebook de las papatorias engullidas y de los presentes recibidos. Recuerda, lo importante es participar y dejar constancia de que eres gilipollas. ¡Ánimo! La competencia es encarnizada. No cejes en el empeño.
Anímate, recuerda que los patricios actuales ya no usan togas, aunque alguno queda repleto de chapas, enjundias y títulos trasnochados. El de Hijo de Puta es un título muy heredado. Algunos hay con varios siglos de experiencia. También los hay titulados en “puñetitas”. Especializados en fastidiar siempre a los mismos. Ley en mano, eso sí. Que no parezca una ocurrencia. Pero lo más novísimo y más actual es ser gobernado por un ejército de funcionarios de élite. Altamente capacitados en dar por culo. Los/as mejores de su promoción ponen sus cerebros y el reverso de la mano a la orden del mejor postor. Aceptan óbolos y fruslerías del cacique habitual, del pasivo vacacionado del agotador trabajo que es la vacación perpetua, y en general de todo aquel que vive de administrar la herencia al sol que más calienta. Son los Abogados del Estado. La nueva casta dominante. Los que en tropel nos desgobiernan. Son los mejores y los que más saben. Los superdotados en dar por culo al Cuerpo de Plebeyos del Estado. Al ciudadano, al parado y al ama/o de casa. E incluso para más inri, y para mayor gloria y satisfacción de… vaya usted a saber quién (algunos hay que nombran en este caso al Ibex 35 como opción), los cumparsitas y milongueros, sacan, mire usted, otro partido, marca blanca y que parezca otro accidente, hecho a su imagen y semejanza y que se llama a sí mismo por el engolado sustantivo y plural que es Ciudadanos, y que aspira a lo mismo: a patricio y a marrano.
Y es que, estudiar tanto, ser tan preclaro, primus inter pares entre los más inteligentes y preparados, y después echarte en brazos del primer hijo de la gran puta que pase armado de poder y dinero, está a la orden del día. Y si no me creéis, que tampoco es necesario, mirar para el Pp. Allí campan y moran los Abogados del Estado. Son tan expertos y saben tanto que si tienes algún problema, y si gozas de suficientes enjundias, son capaces hasta de crearte doctrina propia (célebre fue el caso denominado doctrina Botín). Trabajan a favor de obra para que siempre ganen los mismos.
Estar atentos al próximo caso: la infanta. Acordaros del dogma de fe: “La Justicia es igual para todos”.
Eso sí, Justicia versión un globo, dos globos, tres globos.  
Ya lo decía el chiste. ¡Le voy a poner una multa! Eso, ponga, ponga. Póngamela muy gorda.



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