No sé exactamente en
qué estaba pensando el físico Edwin
Schrödinger cuando concibió su experimento imaginario. Y como no lo sé, no
puedo decir que en España por más que yo crea que era en eso en lo que pensaba
el austríaco de apellido casi impronunciable.
El experimento
imaginario es el siguiente:
Un gato está encerrado en una caja que contiene, además del animal, un átomo radiactivo, un contador Geiger
y una ampolla de cianuro cuyo contenido cae en un cubo con ácido cada vez que
el contador Geiger detecta la emisión de partículas radiactivas. Si se emite la
partícula, el detector romperá la ampolla y el gato morirá. Si no se emite, la
ampolla seguirá intacta y el gato vivirá.
La probabilidad de que el gato permanezca con
vida es del 50%. Solo
abriendo la caja averiguaríamos qué le ha ocurrido al gato, pero mientras tanto
este estaría "vivo y muerto a la vez". Es una forma de expresar un concepto fundamental de la física cuántica: la dualidad onda-partícula, que hace, por ejemplo, que el
electrón sea partícula y onda a la vez hasta que lo observamos.
Pues no sé por qué,
pero a mí lo que sucede en este país, en España, me recuerda al pobre gato de Schrödinger.
Porque, ¿acaso alguien
le preguntó al gato si se quería meter en una caja y hacer experimento alguno?
No. Por supuesto que no. A los animales no hace falta preguntarles nada porque
nada van a responder. ¿Correcto? ¿Sí? ¿Y por qué entonces les da tanto miedo
preguntarnos a nosotros? ¿Quizá sea porque somos personas y no gatos, por tanto
imprevisibles, o tal vez es que vivimos encerrados en una caja llamada España y
que tenemos un gobierno geiger soltando cianuro?
Bueno, no sé. Depende
siempre de lo que pende. O sea.
Lo que sí es cierto, lo
sabemos con certeza gracias a Schrödinger,
y a su sufrido gato es que, al menos, tenemos el 50% de posibilidades de
estar vivos.
Claro que, a lo peor,
estamos todos muertos, la posibilidad es de un 50%, y los del gobierno no son
más que unos fantasmas catódicos. Y como tanto monta, monta tanto, el caso es
seguir dando cianuro a la población.
Mientras tanto quedamos
a la espera. ¿Quién será el chulo o chula que se atreverá a abrir la caja?
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