UN PARIPÉ LLAMADO INFANTA.

La cosa bien podría anunciarse así: de los autores de Salvar al soldado Ryan llega a sus pantallas Salvar a la Infanta Cristina. Porque todos a una Fuenteovejuna. Y es que este extraño caso, el de la Infanta co-trincona se está ventilando en un juzgado de Palma de Mallorca, hasta hace bien poco ciudad de don duque de Em-palmado. Allí, por una vez, coinciden las tesis de la defensa, de la Abogacía del Estado y del Fiscal. Todos unidos haciendo el paripé. A la abogada del Estado en un acto de sinceridad, se le va la olla y argumenta que eso de que Hacienda somos todos sólo es un lema de la Agencia Tributaria. Así que no se engañen lo de la Infanta fue una cosa del amor, y como la ocasión la pintan calva entre los unos y los otros están arreglando la cosa. Le van a cambiar la compresa con éxito.
La frase de referencia de la Mafia es que parezca un accidente. Aquí van por el más difícil todavía. Aquí trabajan en una nueva variante: que parezca una sentencia.
Después de aplicar con éxito la doctrina Botín al señorito del mismo apellido, tratan de resucitar el milagro y aplicarle el mismo ungüento a la Infanta. No sé si esa ignominia colará otra vez. La cosa ya cantó mucho la primera vez, y además ahora no se dan las mismas circunstancias, sin embargo lo están intentando, pero lo que si sabemos todos es que cuando el Fiscal quiere una cosa, sobre todo si es esta cosa, en realidad es el Estado quien la quiere, la consigue. Caiga quien caiga. Para conseguirlo harán lo necesario. Lo injusto y necesario. Y se acabó. Si hay que enviar una Abogada del Estado a que se cargue la bondad publicitaria de la Agencia Tributaria se la envía. No escatiman en dispendios. Todo lo paga el Estado.
Gozamos de una Justicia administrada por unos funcionarios caracoles: cornudos, arrastrados y babosos. Vemos a fiscales, cuyo papel natural es de hacer de malos en las películas, convertidos en sor Citroen, y tratando de hacernos tragar carros y carretas. Atentan contra el más elemental de los sentidos comunes y después argumentan con la legalidad a la que manipulan en función de sus intereses hasta convertirla en un títere en manos de los intereses del Estado.
Pero, ¿por qué tiene el Estado tanto interés en exonerar a la Infanta? ¿A quién beneficia? ¿Beneficia al Estado? ¿Beneficia a la transparencia, a la Democracia, a la Justicia? ¿Por qué, a estas alturas, el Estado se presta a estos paripés?
¿La Justicia no es igual para todos?
Pues… ¿a qué esperan para demostrarlo?
Sin duda estamos ante una gran oportunidad. Ganará el Estado, ¿quién lo duda? Pero lo malo es que perderemos todos. Ya lo vimos con el finado señorito Botín, y con el indulto de Alfredo Sáenz.
¿Qué pasa, no os acordáis?
Pues, hala. Ya lo decía Forrest Gump. “mamarracho es el que vota mamarrachos”
Os parecerá bonito.


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