La segunda vez que Chindolo vino a buscarme al internado
le volvió a decir lo mismo al cura:
Mire
ó, a ver si pode facelo favor de avisar a Musculitos, digo a Luis, de que está
o seu tío Juan aquí.
El cura que aquel día
andaba un poco tiquismiquis replicó: vamos
a ver, buen hombre, el otro día estuvo otro aquí que venía a lo mismo y también
se presentó como su tío Juan. ¿No os podéis poner de acuerdo y uno llamarse
Juan y otro… Pedro, por ejemplo? Es que…
Elojo
vostede non sabe o que significa babor é estribor ou qué.
Contestó Chindolo que era listo como
un “allo”. Y remató: O outro é dun lado e
eu do contrario.
El cura hizo uno de
esos gestos que hacen los curas, aunque él al ser diácono sólo hizo la mitad
por falta de rango, se encogió de hombros y dijo con aire circunspecto: Bueno, voy a ver por dónde anda.
Chindolo
que pensó que había agraviado al cura con sus comentarios, cosa que de ninguna
manera quería hacer, remató la jugada dedicándole la mejor de sus sonrisas y
dijo: A ver si pode ser a cousa rapidiña
ó. É que teño unhas janas de tomar una bombona que revento.
(Bombona era como le
llamábamos a los tercios de cerveza Estrella Galicia de la época).
Salí.
¡Albricias dadme porque
soy muy feliz!
Chindolo
que vendía pescado por los lugares adelante tenía una pequeña furgoneta que
olía que apestaba.
En cuanto entramos en
ella me preguntó: oíches, musculitos,
¿nesta merda danche ven de comer? Bueno, ya sabes. É que estou pensando que
teño fame. E dijo eu, ¿elojo porque non imos ata Muros e xantar aljo por alí?
Joder, cojonudo. Pero… Alá ó, vai de ahí. Pajo eu, carallo. Tes unhas cousas.
Para allá fuimos con
las ventanillas abiertas de par en par en pleno invierno y Chindolo que nunca tenía frío con la camisa abierta hasta el
ombligo.
Llegamos a Muros y lo
pasamos.
Oíste,
Chindolo, que Muros es el pueblo que acabas de pasar.
Estamos
chejando. Xa verás que homenaxe nos imos dar. Mecagenacona, maña fora
De repente paró, aparcó
la furgo y bajamos.
Night Club El Paraíso.
Aquí
teñen as mellores ameixas de toda a bisbarra, dijocho eu que en peixe e marisco
son unha eiminencia. ¡Botalle un cubata que tés cara de mustio, cona!. Ademais,
acórdate do que di sempre Juan
de Camelle,
Musculitos aínda está na edad de crecer. Pois eso, que che medre. Talojo, vou
facer uns mandados.
Y otras cuatro horas
esperando por Chindolo. ¡Me cago en san Pito Pato! La de mentiras que le tuve
que contar para no perder la reputación.
Pero antes de empezar
con mi recital de ocurrencias le pregunté, ¿Ahí tienen ábaco? Qué cousas tes . Ahí teñen dous ábacos.
Claro, non os viches porque andarías entretido dándolle a o raño. Serás
visioso.
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