Los límites de la
manipulación del Estado son infinitos. Nuestros políticos, sabiéndolo, planifican
estrategias, encargan campañas de marketing y hacen encuestas para hacernos
creer que están preocupados por el bien común. Y pudiera ser, pero los hechos
demuestran que no. Están preocupados y ocupados por lo suyo, por mantener las
apariencias y por mantener su status quo.
Tal es el grado de intervención que los ciudadanos,
a menudo, ni siquiera somos conscientes de lo manipulados que estamos. Y esto
sucede a través de la prensa (ahogada en sus penurias), de la televisión
pública (siempre al capricho del gobernante de turno) y por los medios de
comunicación privados dedicados al engorde del merluzo, y en tratar a sus ninis
de plantilla (léase niños Pantoja y demás engendros) como si fueran personajes
dignos de alguna relevancia.
La última campaña de marketing se basa en lo
de siempre: una de cal y toneladas de arena.
La de cal: exhumar los restos de Franco. Es
de imaginar que también los de José Antonio.
Se constata que durante
los últimos 40 años no hubo presupuesto o gana alguna de hacerlo. Se constata
la desidia y la anormalidad sistémica de nuestros gobernantes.
La arena. A cambio de tan generosa dádiva nos piden
confianza, fe ilimitada en sus actos y más impuestos.
Estamos ante el cromo
más caro de los últimos 40 años. Lo que debería ser gratis lo pagamos en transparencia,
en leyes que se prometieron derogar, en continuar viendo que las cosas se
quedarán como estaban. En que la lucha contra el fraude fiscal se seguirá perpetrando
contra los habituales, y que el asunto que afecta al Jefe del Estado no va
a ser investigado, ni que ninguna lista
de amnistiados fiscales va a ser publicada. Se constata que, hemos cambiado de perro,
pero que el collar antigarrapatas es un fraude. Siguen donde siempre.
Se amparan, entre otras cosas, en lo habitual:
la legislación vigente. Utilizan a los “expertos” como muñidores y los envían
de gira por el territorio nacional a contar mentiras. Nos informan de esa
extraña legislación que permite publicar listas de morosos, pero no listas de
amnistiados. Nos hablan de legalidad los que escriben la legalidad. De esa
extraña y farragosa legislación, contradictoria, que ellos han creado y que
utilizan como arma arrojadiza.
Resumiendo: seguimos con la misma gaita pese
a haber cambiado de gaitero. Con el mismo perro que, aunque de otra raza sea
siempre será lo mismo: mordedor. Seguimos en lo de siempre. Mentiras, promesas
incumplidas. Más impuestos, nuevos brindis al sol y con la excusa de una
exhumación mantienen la barra libre de mentiras marinadas con
irresponsabilidades diversas. Lo habitual. Siempre a costa del dinero del
contribuyente y en último término a beneficio de un real emérito semoviente.
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