El emérito golondrino.


   Ni siquiera es una sospecha. Es una realidad. La amiga, antes entrañable, ha hablado y ha puesto negro sobre blanco lo que ya sabíamos todos. El Rey emérito es un jeta. Un tipo que no distingue  lo legal de lo ilegal, lo público de lo privado, lo moral de lo amoral. Un ex Jefe de Estado ocupado en sus negocios privados y en su bragueta. La mano que meció la cuna en el caso Nóos. ¿O es que alguien, a estas alturas, se cree que desde Urdangarín&Cia hacían algo sin que él lo supiera? Lo sabía. Lo sabía todo. Sus consejeros, sus augures en la sombra eran los que daban las órdenes. Mandaban, disponían y cobraban comisiones para todos ellos. Pese a todo, incluso a las modernidades de nuestra Democracia, el rey es inviolable. No se le puede juzgar por nada de lo que hiciere. Hiciere lo que hiciere. Como si mata a alguien, como si roba España entera, como si miente, como si engaña. No se le puede enjuiciar. Bajo ningún concepto. Una real aberración que los gobiernos de turno (PSOE y PP) jamás se han molestado en corregir ocupados como estaban en sus cosas. Cuestión de prioridades. De la misma forma que, tampoco han encontrado tiempo para devolver los restos del Dictador a su familia. Cuarenta años es poco tiempo para peinar una momia. Y claro, tampoco se han acordado de ilegalizar la Fundación que idealiza la figura del dictador, la del abuelo enterrado en el valle. Al contrario, la han subvencionado. Es el mundo al revés. Es  el timo de la Democracia atada y bien atada que legó el Caudillo en su heredero político que es el Rey. Estamos ante un trampantojo de tamaño sideral. Una entelequia, una adivinanza. Un oro parece, plata no es. Estamos ante un Rey emérito de sí mismo. Caduco y trasnochado. Idealizado hasta el paroxismo por los mamporreros habituales del periodismo. Estamos ante un caradura profesional. Ante la marca España. Ante lo habitual. Pese a todo tenemos que dar gracias. La cosa podría haber sido aún peor. Sí, porque si Franco hubiera tenido un hijo varón, a lo mejor teníamos un Franco. 2. Prueba de ello es que, después de 40 años de dictadura y 40 de supuesta democracia, la caverna sigue entre nosotros. Y si en Corea del norte tienen un enano dictador muy famoso, y de segunda generación, en España podríamos haber tenido a Franco. 2. Versión ultraterrena de la democracia. Esa que a veces parece un chascarrillo. Pero como la genética fue inexorable, los demócratas de nuevo cuño ejecutaron el testamento y optaron por mantener el regreso de la oscura golondrina colgando como un pendón del balcón. Y fue así como el hijo político del aguilucho, un golondrino emérito y campechano, tuvo barra libre para acometer despropósitos a troche y moche.

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