Que en el mundo hay gente
rara lo sabemos todos, pero tan rara excede a la comprensión del común de los
mortales. Y es que Nemesio nació raro. Tan raro que el día que Nemesio vino al
mundo a su madre no le dijeron la célebre frase de “señora ha sido usted madre
de un hermoso niño”. En vez de eso la mamá de Nemesio tuvo que escuchar de boca
de la ginecóloga la frase “señora ha tenido usted un niño ubicuo”.
¿Ubicuo? ¿Pero la ubicuidad
no es un don divino? Si, señora. Pero a falta de la prueba del adn que confirme
la ubicuidad de su hijo podemos afirmar, y afirmamos, que su hijo es ubicuo. No
se preocupe. Hay niños que nacen súper héroes, hay niños que nacen estudiosos
y, al parecer, también hay niños que nacen ubicuos. Pero, ¿cómo sabe usted,
doctora, que mi hijo es ubicuo? Ah, pues el hecho ocurrió en cuanto asomó la
cabeza. Al mismo tiempo que usted lo mecía en sus brazos su hijo fue visto en
la cafetería del sanatorio invitando a unas rondas de pacharán. Es más, obligó
a todo el personal a brindar por su recién llegada a este valle de lágrimas. Después
repartió puros.
Efectivamente. El caso se
documentó e incluso fue enviada una comisión de investigación a instancias de
la alta curia vaticana que quería saber más sobre el asunto, y documentar el
caso. Después, en el hospital, se recibieron un aluvión de peticiones llegadas
desde las más variadas agencias de investigación. Todas ellas con el mismo fin.
Dilucidar fehacientemente si aquel niño tenía o no tenía el don de la
ubicuidad.
La ginecóloga hizo una
pregunta enigmática a la madre primeriza. Dígame, buena mujer, ¿usted, por
casualidad, no será virgen?
La madre como es natural se
ruborizó, y después contestó: “mi Hipólito dice que no. Yo la verdad, si lo soy
totalmente sincera, no me acuerdo. Soy tan olvidadiza”.
Así quedó la cosa. El niño
pronto empezó a andar y la ubicuidad empezó a darle problemas. Siempre estaba
en varios sitios a la vez.
Cuando fue mayor el problema
se agravó notablemente. El niño estudiaba, estaba en los bares, jugaba al
subastado y frecuentaba camas ajenas incluso sin tener sueño. Todo gracias al
don de la ubicuidad. También se hizo derrochador. Y así fue como aquel niño,
ahora convertido en jovencito pasó a ser conocido como Nemesio El Derrochador.
Hijo de Hipólito y Gumersinda, nacido en el Hospital Comarcal de Cée, fue el
primer caso documentado, que se sepa, de niño ubicuo. Y a diferencia de aquel
otro Señor que también había nacido con el don de ubicuidad, Nemesio optó por
caminar por la vía humilde de la vida. Bastante trabajo tenía ya con ser ubicuo
y derrochador como para ser también un fantasma. Además el puesto ya estaba
ocupado por Aquel otro que tanto presumía, y al que tantos dones se atribuían,
y que tan mal empleaba. Claro que el Otro, el Señor, si de verdad hubiera
nacido ubicuo, y después se hubiera hecho derrochador como Nemesio posiblemente
el mundo sería otra cosa, y no existirían tantas calamidades fruto de su
racanería.
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