EL PLACER DE LEER.

Estaba remontando el río Congo cuando me enteré de la noticia. Murió Francisco González Ledesma, Silver Kane.
 ¡Vaya, coño!
 Me coge de viaje. Viajo de la mano de Javier Reverte, y utilizo un comodísimo medio de transporte: un libro. En este caso se trata de “Vagabundo en África”.
Javier Reverte me remite constantemente a Joseph Conrad, el escritor nacido en Polonia, en tierra ahora ucraniana, que adoptó el idioma y el nombre inglés, y que escribió la magistral e inquietante “El corazón de las tinieblas”, que luego adaptaría Francis Ford Coppola en su película Apocalypse Now, cuando un banal comentario de facebook me devolvió a la realidad y a Silver Kane.
Pedro de Llano, arquitecto de profesión, e intuyo que “cascarrabias” de devoción, hacía un encendido alegato del hijo de Silver Kane, un tal Enric González.
 Decía Pedro que Enric no sólo escribía magníficamente bien, sino que además su lectura resultaba amena, interesante y distraída. Recomendaba de forma tan apasionada la lectura de alguno de sus artículos o de sus libros, que era imposible sustraerse a la tentación.
Su primo, Miguel Puig (un gran amigo mío), y yo nos pusimos manos a la obra. Empezamos la busca, caza y captura.
Para ir abriendo boca leí un artículo suyo publicado en Jot Down, y me gustó. La curiosidad aumentó, y como consecuencia mi novia, mi amante, mi esposa, mi todo, y lo que ella quiera, y más, hizo magia potagia, y así, por arte de birlibirloque,  descargó un libro suyo titulado Historias de Londres.
Londres, otra vez Londres. Siempre Londres. Todo pasa por Londres, coño. Y es que yo soy muy de Londres, y muy de coños (¿lo había dicho antes?), y Londres es lo que tiene, ¡coño! Para qué vamos a viajar, coño, si con ir a Londres sobra, con sentir Londres, con deambular por Londres, con conocer Londres conoces el mundo, coño… y es que Londres es mucho Londres, coño.
(Después de esto espero que haya quedado claro que a mí Londres me gusta mucho, coño, que Londres es mi aldea, coño, y que me gusta tanto Londres como decir coño)
Historias de Londres es un libro sumario y elegante. Habla de la historia de la ciudad, y lo hace a golpe de carcajada ocasional, y como testigo de una época concreta. Está repleto de acontecimientos diarios que oscilan entre el humor inglés y el delirio más auténtico. Es una delicia, una delicatesen, un bombón…
Retrata a los estrafalarios ingleses de forma comprensible. El inglés es práctico: en invierno se abrocha la gabardina y en verano la desabrocha. Los ingleses gozan de la dictadura democrática más organizada del mundo. Son amantes de la monarquía y cuidan tanto de los animales que si quieres adoptar un perro te envían un inspector a casa a comprobar si la familia es adecuada, y si la vivienda es apropiada.
En definitiva: gozo como un perro, babeo de la envidia y todo gracias a que entre los meandros del Congo me di de bruces con Enric González, hijo del Gran Silver Kane.
De tal palo tal astilla. Descanse en paz, don Francisco.



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