LOS FIGURANTES DEL AZAR.

Tengo entendido que Wenceslao Fernández Flórez afirmaba que lo de la Lotería Nacional en realidad se trataba de un timo. Aseguraba el humorístico don Wenceslao que en realidad se trataba de un cuerpo de figurantes contratados por el Estado. Y en su calidad de afortunados ocasionales tenían derecho a desplazamiento y a descorche de champán, ahora cava, delante del despacho expendedor de los boletos agraciados. Sólo se les exigía movilidad geográfica, ganas de farra y capacidad suficiente para el descorche y la risa fácil.
Y sin embargo ahora vemos que el bueno  y jacarandoso don Wenceslao, Fernández por parte de padre, y Flórez como su madre, estaba equivocado.
En realidad la Lotería Nacional siempre le toca a los mismos.
En este caso el principio no fue el Verbo de Dios. Al contrario, en el origen está la avaricia del hombre. Cosa bien distinta.
 Y así de esa manera si primero asistimos al espectáculo que representaba ver como le tocaba la lotería a todo cuanto narcotraficante había, ahora acabamos sabiendo que el azar ha cambiado su suerte y también el bando de su chaqueta.
La lotería ya no toca a los narcotraficantes, tampoco hay, al menos no está documentado, ningún cuerpo de Suertudos Oficiales del Estado. No hay oposiciones. Se entra a dedo, porque los unos y los otros han sido sustituidos por los jetas de la política.
Para que te toque la lotería tienes que cumplir un solo requisito: ser un caradura.
 Ahí están los casos, y ahí están los ejemplos para quién quiera consultarlos.
Los políticos como Carlos Fabra o como David Marjariza, éste último mano derecha de Francisco Granados, quién a su vez fue colocado por la reina del escapismo y condesa de Mamandurria que es Esperanza Aguirre en un puesto clave de la Comunidad madrileña, son los nuevos agraciados de la suerte. Son los novios de la muerte de la comisión y del trapicheo.
 Y no son los únicos nuevos ricos, aunque sí los más conocidos. (Ya lo decía el otro: por sus actos los PPneceréis).
Carlos Fabra, El Tuerto, llegó a colocar a su hija Andréita en el Congreso de los Diputados. Después Andréita agradecida eructó un pollo, y dijo aquello tan célebre y original del “que se jodan” dirigiéndose a los parados, sin reparar en que siendo ella abogada, hija de delincuente convicto y confeso, esposa de mangante profesional e imbécil y enchufada a partes iguales, podía ver como el exabrupto daba la vuelta y le atizaba en su propia jeta.
Ahora Carlos Fabra El Tuerto, y el Marjariza, apodado Mano Derecha, están en la cárcel, y todos esperamos que no salgan de allí hasta que devuelvan todo el dinero que les tocó “jugando” a la lotería o en su defecto que lo hagan pies por delante.
Y tampoco estaría de más que el ministro Montoro, sereno de guardia en la Agencia Tributaria, y al único afortunado que siempre le toca el veinte por ciento del premio de la  lotería (juega en todos los números), vigilara más de sus amigos que de sus enemigos. Porque sus amigos así dejan la marca España hecha un solar y una risa.

 Y encima el gordo siempre cae en Alemania.  

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