Hay un vídeo en Youtube que se llama la Amarula, y que
ilustra las borracheras que se cogen los animales salvajes con el fruto de un
árbol de la familia de las anacardiáceas (mango, anacardos, etc), que al caer a
tierra fermenta ligeramente y alcanza una graduación aproximada del 17% de
alcohol, y que se parece en sabor al Bailleys.
Los elefantes se caen
para todos los lados, los monos van dando tumbos sin sentido y se quedan
dormidos, y cuando uno intenta (Dios mediante) montar a otro se cae para atrás
de la impotencia alcohólica que le embarga.
En el vídeo se
muestran los efectos alcohólicos de la amarula en los animales en toda su
crudeza, diversión y sonrisa; porque
aunque parezca cruel la vida es así, y los pedos de amarula se vienen cogiendo
por las selvas de Etiopía y Senegal desde hace 10.000 millones de años.
Tal es el éxito de esta bebida fermentada que en Sudáfrica
fabrican un brebaje llamado Amarula, que
yo recuerdo anunciado alguna vez en la tele, y lo venden a todo el mundo e incluso, para los más cerveceros, han creado
una birra llamada Mukumbi de mucho éxito por aquellos pagos, y absolutamente
desconocida en Europa.
Hacía tiempo que deseaba probar el fruto y ver qué efectos
produce; y después de mucho pedir y de dar la lata a esas almas viajeras que
tanta envidia me producen cuando relatan sus aventuras por esas tierras, conseguí que un amigo me trajera unos frutos
de amarula, que según él ya vienen fermentaditos, y en su punto óptimo para el
consumo.
Hoy a la hora de comer me voy a hacer una abundante ensalada
de amarula y que sea lo que Dios quiera, porque uno de vez en cuando tiene
derecho a divertirse como un animal, dormir la siesta como un vegetal, y a
despertarse como un mineral, al fin y al cabo la tele no programa más que
Sálvame.
Y en vez de salvarme es más de mi agrado ahogarme en amarula.
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