LONDRES PARA DUMMIES.

A todos nos enseñaron que Gran Bretaña es una isla y no es verdad. En realidad el resto del mundo es una isla y la pérfida Albión un continente. La prueba está en que venden mejor que nadie lo que tienen y que los demás copian sus ocurrencias.
A mí me pasa lo mismo que al resto del personal. Bueno, casi. Cuando voy a Londres me mimetizo en gente y hago cosas que aquí jamás haría. Como nadie me conoce, aprovecho.
Para empezar hay que dejar clara una cosa. Gran Bretaña es Londres. Todo lo demás es periferia. Y los londinenses además de ser uno de los pueblos más feos del mundo también son de los más ocurrentes (joder, hay que ligar). Por eso en cuanto llegas a Londres te transformas. El ejemplo lo tengo en mi mismo. Llego allí, a mi aldea,  y empiezo a hacer cosas que jamás haría aquí.
Por ejemplo: practico el paso de cebra.
Desde que los Beatles lo inventaron (el paso de cebra) si vas a Londres y no lo haces te desubicas.
Vas a Abbey Road, que es una calle, y se te va la mañana volando de tanto cruzar y cruzar. Ahora con las nuevas tecnologías también puedes bajarte la aplicación Selfie con atropello. Mola.
Como a estas alturas ya habrás hecho barrillo tendrás gusa. No te puedes perder su plato estrella: fish and chips. Patatas pringosas, pescado asqueroso. Sublime. Tres cagarros en la Guía Pichelín.
Pero como ser turista en Londres es muy sacrificado todavía queda mucha jornada por delante, así que te recomendaría que por la tarde hicieras una ruta de pubs. Es diurética y hay donde elegir. Puedes optar entre beber en pubs históricos, en célebres por ser frecuentados por escritores con mucha prosopopeya o por pintores de gran relieve o comprobar la absorción de cerveza por metro cuadrado en moqueta. Hay mucha diversidad y el folclor está garantizado. Además encontrarás  auténticos mingitorios del siglo XIX. Una delicia para los ojos. Una lujuria para los sentidos.  
A estas alturas conviene hacer una sucinta precisión sobre la fauna local, o sea: el aborigen.
Anatómicamente son como nosotros. En estado normal son lo que aquí se conoce como sobrado, pero si toman tres pints se nos igualan. A la sexta vuelven a su anormalidad habitual. O sea, como todo el mundo. La variante local cani .subgénero holligan, y la choni gozan de gran aceptación popular.
Llegada la noche es recomendable hacerse un Jack de Ripper (Jacobo el Derrochador). Dicen que es mejor que la valeriana o el orfidal para dormir. Además si te van las cow girls o los cow boys debes saber que la cosa está “petada” de gringos haciendo acopio de cultura.
A la mañana siguiente, si despiertas, acuérdate de que no te puedes marchar del downtown sin antes visitar Baker Street. En el 221B vive Sherlock Holmes. Dale recuerdos de mi parte. Un gran investigador. Observador, perspicaz, listo como un allo. Lee la mano y adivina el futuro. Toca el violín y cuando se pone mustio se mete una raya de cebra al tiempo que dice: elemental, querido Watson.
Nota: De los mercadillos hablaré otro día que ahora salgo para el Blas Friday de Ferrol a ver si hay un Claudillo en oferta.


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