El fin de semana se
presentaba aburrido, por eso cuando el otro día vi que un periódico publicaba
una lista que llevaba por título el sugerente título de Las cien mejores películas del
siglo XXI me apresuré a guardar el enlace en favoritos.
Ayer tuve suerte y en
la página que utilizo habitualmente para descargar películas de forma gratuita,
la encontré.
Título: Mullholland Drive.
Desconocida para mí. Director: David Linch. Uff, qué pesadez.
Aún así, como escribía
antes, la descargué, y ayer, dado que estaba solo, la vi.
La vi entera y no me
enteré de nada. Si no hubiera visto cosas anteriormente de David Linch estaría
preocupado por mi salud mental, aunque si he de ser sincero, preocupado, lo que
se dice preocupado, estoy ahora. Porque, ¿a quién en su sano juicio se le
ocurre ver una de sus películas? ¿Es que acaso había olvidado que en el pasado
ya había visto una y que el director me había parecido sumamente hostiable?
Hablo de aquella en la que dirigía a su, en aquél momento, pareja Isabella
Rosellini, que se titulaba Velvet Blue (Terciopelo azul), y en la que el logro
más evidente del director, desde mi punto de vista, consistía en mostrarnos a
la hermosa Isabella fea y patética. Claro que después tuvo mucha fama con
aquella serie que se titulaba Twin Peaks y en la que se buscaba de forma
machacona al asesino de Laura Palmer (o algo así), y lo hacía con tanto ahínco
que a mí la serie me sobró desde el minuto uno y preferí solidarizarme con
Marco y su mono Amedio en la búsqueda de su madre. Ya puestos, el mono daba más
juego y además todo el mundo ninguneaba al pobrecito mono y en vez de Amedio le
llamaban Amelio. Además, a lo mejor había sorpresa y la madre de Marco salía
puta o algo así de relevante. Resumiendo, el caso era perseverar y no dejar a
Marco en la estacada.
Claro, puestas así las
cosas sorprende que la mejor película del siglo XXI sea una que no entiendes ni
comprendes. Pero como soy una persona curiosa le pregunté a mi hija si había
visto el engendro ese que los culturetas llaman flin.
¡Puaff,
menudo coñazo! Contestó al ser interpelada sobre el abrupto.
No la entendí ni yo ni nadie que conozca.
Respiré aliviado. Por
una parte comprobé que mi cerebro funcionaba igual de mal que siempre, y por el
otro confirmé que los críticos de cine deben de ser gentes que gustan de las
extravagancias sin sentido. Eso sí, la niña me dio una pista que me ayudó a
resolver el enigma que es el argumento:
Es
onírica.
Decidido a probar
suerte y salir de dudas de una vez por todas, le pregunté a Google de viva voz:
explicación sobre Mullholland Drive. Y allí encontré la respuesta. Alguien
explicaba, con pelos y señales, el argumento impenetrable de Linch, decía que
la película era maravillosa e invitaba a todo el mundo a participar en un chat
y hablar sobre ella.
Como tenía tiempo leí
una pregunta que alguien le hacía sobre escenas y personajes concretos. La
respuesta me dejó todavía más estupefacto. Decía el experto, el entendido, el
sabelotodo: No sé, es el universo de
Linch.
Lo reconozco: estaba
equivocado sobre David Linch, porque un hombre que tiene un universo propio,
una de tres. O es millonario o gilipollas o un genio. Aunque a lo mejor es las
tres cosas al tiempo e invalida mi tesis.
Y que conste que ni
pido ni estoy pidiendo juicio sumario para el bueno de David Linch. Joder, fue
novio de Isabella. Aunque al que hizo la lista si lo fusilaran al amanecer el
mundo creo que no lo iba a echar de menos.
O sea, es un decir.