MANUAL PARA DUMMIES.

Acabo de realizar un descubrimiento inquietante. Bueno, en realidad no se trata de ningún descubrimiento, y si tuviera que ser sincero tampoco es inquietante. Así que, mejor empiezo otra vez.
Acabo de acordarme de algo. La generalidad da más juego. Demostrado. Me acabo de acordar de que… no, eso mejor no lo escribo. Es otra cosa, aunque de lo otro que conste que también me he acordado. Pelillos a la mar. Lo que quiero decir, a ver si soy capaz de decirlo de una vez, es que… ¿qué quería decir? Joder, no me acuerdo. Ah, sí. Ya recuerdo. No quería decir nada. En realidad estaba tratando de escribir algo. Decir y escribir son cosas diferentes. Decir viene del verbo decir, y escribir de la aplicación entretenerse. Es distinto, y distinto quiere decir que no es igual.
Bueno, a lo que iba. ¿A qué iba? Sí, sí, a eso. No os preocupéis que lo voy a decir. Traducido al Coruño sería: lo voy decir. Corrijo lo voy a escribir. Lo voy hacer sin más dilación (Coruño cultérimo).
Quería escribiros lo siguiente- Acabo de recordar que mi teléfono móvil se puede apagar.
APAGAR. Declinación del presente indicativo del verbo apagar: yo apago, tú apagas, él apaga, nosotros apagamos, vosotros apagáis y ellos apagan. ¿Lo vais pillando? Hazte académico de la RAE con un breve cursillo. Interesados/as enviar privado. Si no quedas satisfecho/a es que tienes mucho vicio.
Bueno, pues no os lo vais a creer. Hacía años que no me acordaba que el teléfono móvil se podía apagar. Desde que lo recordé mi vida, mi calidad de vida, ha mejorado gracias al simple apagado del aparato. Apago el móvil y al grito de que salga el sol por Antequera, me quedo dormido utilizando la aplicación Koala que llevo de serie. ¡Ojalá!. Otro nivel. Aunque, tengo un problema. Yo soy de los que se despiertan para pasear la próstata. Manías. Si tengo el móvil encendido uso la aplicación linterna, pero esta noche el teléfono estaba apagado y tuve que pasearme a oscuras por la dacha hasta que tropecé con la aplicación “hostia horrorosa”. Alertado por el grito sincopado que emití el perro se meó, di un paso para que me consolara de mis aquellos y pisé un charco. Blasfemé. Después juré en arameo, a continuación me arrepentí y colgué mi pie en el tendal para que se secara. Al día siguiente cuando desperté estaba como los murciélagos. Incomodísimo. Hice un triple mortal, con tirabuzón en escorzo, medalla olímpica en Barcelona 92- Real Madrid 87, y al grito de alerop, aterricé sobre mis zapatillas.
No me hice daño. Conste en acta. Es más desde que la sangre ha irrigado de nuevo mi cabeza estoy feliz. Me he dado cuenta de que el mundo de los descubrimientos puede ser maravilloso. Más que el inframundo de las aplicaciones. Dónde va a parar. Y para celebrar este nuevo horizonte de expectativas que se abren ante mí voy a empezar a escribir un libro de autoayuda ajena que voy a titular con el explícito nombre de “Manual para dummies, cómo apagar el móvil”.



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