Lo reconozco, hay cosas
que por mucho que me expliquen creo que no entenderé en la vida. Una es la Teoría
de la relatividad, otra la Teoría de la
evolución de las especies y la tercera es esa cosa a la que llaman Brexit.
Y tal es mi grado de
confusión, que empiezo a sospechar que esas tres cosas bien pudieran ser la misma.
Con el brexit se
constatan dos cosas: la primera es que los ingleses se creen que son
más listos que nadie, y la segunda es que lo son. De tal forma, que sólo los ingleses
son capaces de hacer que todo parezca relativo al tiempo que simulan que las
cosas evolucionan. Con los british todo es a la carta y con derecho
a interacción en el menú. ¿Quieres ser
de la UE? Sí quiero, pero quiero conducir por la izquierda. Vale, concedido. ¿Quieres participar en esto? Sí, quiero. Pero matizo, en aquello no.
Faltaría moore, concedido. Y así hasta
la saciedad, hasta el aburrimiento, hasta que a ellos, a los ingleses, les dé
la gana. Es lo que tiene ser el primo pobre de Zumosol, que lo exprimen todo. Que the new mangallón, la UE, se pone farruca y quiere afanarte el bocata
de ham york, pues llamas a Gringoland a cobro revertido, y desde allí practican la
amenaza y… prórroga. O lo que es lo mismo: volver a empezar. Más tiempo para que Theresa pasee su abrigo de
mil pavos, ése mismo del que posteriormente la prensa libre informa que
todavía quedan existencias. Demostrándose así, una vez más, que esta subespecie que es la prensa evoluciona más bien poco o en todo caso relativamente. Pues, aparte de informarnos
mal hacen el caldo gordo a los ingleses, cuando no
cuentan los abusos que estos isleños infligen a la UE al reclamar trato preferencial. Llegados a este punto, también convendría
recordar algo: los ingleses votaron en referéndum abandonar la UE y el pueblo
decidió que quería abandonar. ¿Entonces? ¿A qué esperan, acaso no son demócratas?
Pues que empiecen por respetar la voluntad popular. Hacer lo contrario equivaldría a no respetar la decisión del pueblo, y empecinarse en repetir el referéndum
hasta que salga lo que convenga no creo que sea un buen principio democrático. Porque se empieza
así, y a lo peor acabamos todos haciendo el paso de la oca con tanta democracia mal entendida.
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