ALAMBIQUE, 28.


NOTA:
En septiembre del año pasado terminé de escribir la novela que estaba perpetrando. Alambique, 28. Creo que cometí todos los errores que un novelista nobel puede cometer. Si tuviera que ser sincero, que tampoco veo la necesidad, también añadiría que el resultado no fue el previsto. Quería escribir algo muy bueno y el resultado se me antoja cuando menos irregular, deslavazado y torpón. Cosas que pasan. Seguiré intentándolo. Me lo tengo prometido. Sólo espero dar alguna vez con la tecla. Encontrar un argumento, planificarlo, ejecutarlo y hacer lo posible para que contenido, continente y tempo aúnen fuerzas y consigan un resultado óptimo. Mientras tanto, y quedando a la espera, hoy “cuelgo” un capítulo de Alambique, 28.

                                                 Capítulo XXV

La rutina de los paquetes no se interrumpió. Dos al mes. Sin faltar. Uno el día quince y otro el uno. Todos los meses. Por lo visto, su primo, debía pensar que en la cárcel necesitaba una cantidad extraordinaria de calzoncillos, porque a tenor por lo recibido tal avalancha le parecía singular. Entre eso, calcetines y latas de comida, Oliver estaba bien surtido. Incluso se había convertido en el proveedor de otros reclusos con su misma talla para dar salida a tanta ropa interior como recibía.
Las charlas con Helena habían ejercido un efecto balsámico sobre él. Revivió. Pasó de ser un vegetal a integrarse otra vez en el mundo de los seres vivos.
-          ¿Tomas drogas? Preguntó Helena.
-          Nada. Estoy limpio.
-          Veo que estás asignado al taller de manualidades. ¿Qué hacéis ahí exactamente?
-          Fundamentalmente perder el tiempo. Yo en concreto hago vasijas de cerámica que supuestamente “alguien” vende después. No sé. La verdad es que todo es bastante porquería. No creo que a nadie le pueda interesar lo más mínimo las cosas que hacemos aquí. No sé. Fíjate cómo será la cosa que hay uno, uno que llaman El Bujías, que hace cuadros esmaltados de la última cena, y… no sé si has visto alguno, ¿lo has visto, sabes de lo que te hablo? Son un horror.
-          Sé quién es El Bujías, pero no, no he visto “su” obra.
-          Pura mierda carcelaria.
-          No hables así, por favor.
-          Disculpa, Helena - Y la miró de forma muy significativa.
Ella se hizo la disimulada, y fingió estar entretenida con sus notas.
-          Por cierto, ¿has pensado en matricularte en algo? Se abrió el plazo ayer, aquí se hace con quince días de adelanto, es el momento de hacerlo. Te puede salir gratis. En tú mano está.
-          No sé, no sé. ¿Sabes una cosa?- Y sin darle tiempo a contestar continuó - Le he escrito a mi primo Faustino. La primera vez en veinte años. Veinte años, Dios mío, veinte. Llevo encerrado casi tantos años como los que tenía cuando entré aquí. ¡Veinte, qué barbaridad! Bueno… lo que te decía. Hace un par de semanas que le escribí y no me ha contestado aún.
-          Quizá siga enfadado contigo.
-          ¿Conmigo? Sí, puede ser. Aunque no creo. Lo conozco. Había pensado en otra cosa.
-          ¿En qué?
-          Helena, veinte años. Llevo todo ese tiempo sin saber nada de él. Sí, me envía dos paquetes todos los meses. Sí, mi peculio siempre tiene fondos, lo gasto, y se repone como por arte de magia. Y si además, parece que está empeñado en comprar calzoncillos para todos los presos que usen la talla L, ¿crees que está enfadado ¿Y no será, y no es posible que simplemente se haya cambiado de domicilio?
-          ¿Y el remite de los paquetes que dice?
-          En el remite de los paquetes sólo pone FAUSTINO Abelenda, Oleiros, La Coruña. Nada más. Y mi primo no vivía en Oleiros, vivía en el mismo centro de la ciudad, cerca de mi casa. Lo más probable es que se halla casado, cambiado de domicilio y todo ese rollo.
-          Espera, lo apunto. Faustino Abelenda. Miraré en internet a ver qué encuentro. ¿Te parece bien
-          Muchas gracias, Helena - Y la volvió a mirar de aquella forma especial. Ella volvió a concentrarse en los papeles que tenía delante.
-          ¿Oye, y eso de Internet exactamente qué es?
La compañera más querida y de más trato para Helena en el Centro Penitenciario era Carmen, la farmacéutica. Tendría, más o menos, la misma edad que ella. Y, al igual que ella, apenas llevaba unos meses trabajando allí. Para las dos era su primer destino. Las dos compartían espíritu emprendedor, y ganas de arreglar ciertos desaguisados que se habían encontrado. Carmen se había impuesto racionalizar las compras en medicamentos. Empezaban a salir principios activos genéricos al mercado, y ella había tenido que asumir, pese a su bisoñez, el área de compras. Nadie quería hacerse cargo de aquella tarea que hasta aquellos momentos realizaba un ATS del Centro, pero ni el enfermero era el más adecuado ni el criterio seguido parecía el más conveniente a la hora de comprar ciertos suministros. Eso por no hablar de lo que parecía que pasaba allí. En eso no se metía. Si había algún tipo de responsabilidad derivada no sería ella quien pidiera explicaciones. No era su función. Ella era una simple funcionaria. Había ganado su plaza en unas oposiciones absolutamente transparentes, y no estaba dispuesta, bajo ningún concepto, a meterse donde nadie la había llamado.
Carmen escuchaba hablar a Helena, reconocía los síntomas y callaba. Pero era consciente de que allí estaba pasando algo. Lo intuía. ¿Intuición femenina? Puede ser, quien sabe, pero estaba segura que no se equivocaba. Helena parecía tener un interés, digamos que especial, en aquel preso en concreto. En Oliver, Y Carmen dudaba que aquel comportamiento condujera a su incipiente amiga a algún sitio positivo para ella, pero…
Miró en internet una vez. No encontró nada. Llegó a recorrer cientos de páginas en busca de algo. Noticias relacionadas, listado telefónico, direcciones  todo aquello, y más, que se le iba ocurriendo. No encontró nada. Faustino Abelenda parecía no existir. Su huella se había borrado de la faz de la tierra. No aparecía en ningún registro. No tenía deudas, no tenía ningún tipo de reclamación que hubiera aparecido en el BOE. Nada. Era como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra, y sin embargo… Oliver recibía dos paquetes al mes. Enviados siempre desde la misma estafeta de correos. Remite: Oleiros. Nada más.
Oleiros, localidad próxima a La Ciudad, y municipio plagado de playas, montes y pinares. Parecía ser el lugar residencial ideal para que una familia viviera apaciblemente y criara a sus hijos.
-          No encuentro nada de tú primo. Lo siento.
-          Pues en algún lado tiene que vivir - Dijo Oliver un tanto malhumorado.
-          ¿Te pasa algo?
-          No, ¿qué me iba a pasar?
-          No sé, te veo un poco raro.
-          Bah, no es nada. Esta noche no he dormido bien. Eso es todo.
-          Vale, de acuerdo. Como quieras.
-          Bueno, el caso es que si me pasa algo, Helena.
Se lo quedó mirando.
-          ¿Quieres que te diga lo que me pasa?
Silencio.
-          Ahora tengo que dejar ésta evaluación. El Bujías debe estar esperando.
-          De acuerdo, como quieras.
Unos días más tarde tuvieron otra sesión.
-          ¿Cómo estás?
-          Bien, pero tengo que decirte algo.
Silencio otra vez.
-          Por favor, deja que te lo diga.
Helena alzó sus ojos ansiosos que rebotaron frontalmente en la mirada de Oliver.
-          Te quiero, lo siento. Tenía que decírtelo - Oliver se declaró con un hilo de voz.
-          No digas eso. Te ruego que no lo vuelvas a hacer, ¿vale? El trabajo ya casi está finalizado, y había pensado que en Economato hay una plaza libre, y que quizá allí estarías más a gusto. ¿Qué te parece? Seguiré tratando de encontrar a tú primo. Pero, no sé… parece como si se lo hubiera tragado la tierra. ¿Sabes de alguien que te pueda dar alguna indicación?
-          Quizá en Cereixo alguien sepa algo, pero… tendría que ir allí, y estos días no tengo libre.
-          Qué te parece si busco en la guía telefónica el número de teléfono del médico o de la farmacia de allí, y pregunto.
-          En Cereixo mismo ni hay médico ni hay farmacia. Todo está en el pueblo de al lado, en Puente del Puerto. Cereixo no es más que una aldea, una parroquia. El médico del Puente es mi tío Vicente. Tampoco sé nada de él desde hace años. Que yo sepa jamás se ha interesado por mí.

Querido primo:
Faustino, por favor, no sé si lees esto, pero si lo haces ponte en contacto conmigo. Te lo reitero, disculpa. Fui un auténtico imbécil. Para variar, ya sabes, pero ahora veo las cosas con claridad. Prácticamente nada de lo sucedido en el pasado estuvo bien. No fui un buen hijo, tampoco un gran hermano, y no quisiera por nada del mundo, que después del tiempo que ha pasado, perderte para siempre. Sólo la idea de que tal cosa pueda ocurrir me acojona. Lo siento. Siento haberme comportado como un capullo. Créelo, Faustino. Lo siento de verdad.
Acuérdate de Alambique, 28. ¿Lo has olvidado? Nos hicimos un juramento, y si mal no recuerdo nunca renegamos del mismo.
Apelo a Alambique, 28. Lo hago porque para mí el acuerdo sigue estando en vigor y lo estará hasta el día que me muera. Te echo mucho de menos. Muchos besos, primo.
Pd. Te escribo un extracto de nuestro acuerdo. Sólo para tú memoria. Abrazos.
(Transcripción literal).
ALAMBIQUE, 28.
Yo tenía ocho años, lo recuerdo bien. Tú… ¿quince? Creo que sí. Estábamos pasando las vacaciones de verano en la casa de Cereixo. Pese a haber habitaciones más que de sobra los dos habíamos elegido dormir juntos. En la que había sido del tío Vicente. Allí había dos camas de noventa, una mesilla en el medio, un tocador y un espejo. La habitación hubiera podido ser de alguna de las tías, por lo del tocador, pero no había sido así.
Tenía anginas. De hecho me las iban a extraer. Cosas de la época. Llevaba unos días en cama con fiebre, algo que en mí parecía ya habitual. Estaba muy aburrido. Las tías, y tío Vicente me traían tebeos de El Jabato, de El Capitán Trueno y aquellos que me gustaban tanto de Hazañas bélicas. A ti también te gustaban, creo. De hecho muchos de ellos no venían de la tienda de La Furruñeira, salían del fallado, donde sé que había un par de cajas repletas hasta los bordes. Aquellas revistas habían sido tuyas anteriormente, y como tú eres de esos que siempre guardan todo, igual que las tías. Allí estaban todas aquellas tiras esperando a que alguien las volviera a leer, y las rescatara del polvo que produce el olvido.
Una tarde de verano que llovía me preguntaste, ¿sabes la historia de nuestro abuelo Manuel, el de Corcubión? No, contesté. ¿Quieres que te la cuente? Cuenta, cuenta.
Y contaste. Ya lo creo que me la contaste. Con pelos y señales, pero yo, discúlpame, la voy a abreviar un poco.
Nuestro abuelo Manuel era el mayor de los hermanos. Su padre Cayetano se casó dos veces. Con su primera esposa tuvo veinte hijos, y cuando ésta falleció volvió a casarse otra vez. Lo hizo con la hermana pequeña de la que había sido su mujer, y con su segunda esposa tuvo otros tres niños más. El mayor nuestro abuelo, Manuel.
El abuelo era muy alto, maestro de obra, y de oficio yesista. Era un artista. Todavía hoy día puedes ver, me decías, estucos hechos por él en alguna casa de Cée. Emigró a La Habana. Un primo y un hermanastro lo siguieron, y allí formaron una cuadrilla de trabajo. Miles de gallegos habían ido hasta aquel lado del mundo en busca de dinero, con la esperanza de poder volver algún día al pueblo y llevar una vida digna. El abuelo fue uno de los afortunados que lo consiguió, muchos otros se quedaron en el camino. Y para que veas de qué pasta estamos hechos los Abelenda sólo te diré una cosa más. El abuelo veía constantemente que otros morían allí, y no sólo eso, sino que además no tenían ningún sitio donde ser enterrados, y como terminaban sus días en una fosa común. Entonces decidió hacer algo. Lo hizo. Construyó, con cargo a su bolsillo, una serie de nichos para que TODOS los nacidos en el partido judicial de Corcubión, de donde él era, pudieran enterrarse allí. Hasta el mismísimo ayuntamiento de Corcubión llegó la noticia, y en uno de sus viajes de vuelta, regresaba cada dos años, recibió como reconocimiento a la contribución hecha a la comunidad el título de Hijo Predilecto de Corcubión.
Pero, el abuelo era un hombre de familia. Antes de regresar a La Habana siempre dejaba un recuerdo a la abuela en forma de embarazo. Nació tú  padre, después el mío, y el abuelo seguía en Cuba. Trabajando con su primo y hermanastro con los que también, igual que nosotros hacemos ahora, había hecho un pacto de sangre. Una noche, los tres, hicieron como los mosqueteros. Todos para uno y uno para todo. Lo juraron. No le iría bien a uno hasta que no le fuera bien al otro. Y así siempre. Nada podría alterar aquella decisión tomada libremente. Ahora eran hermanos y lo serían para siempre. Por encima de todo, de cualquier cosa. Sucediera lo que sucediera.
Eran muy trabajadores, se desplazaban en un camión, y se pasaban el día trabajando. Salían a primera hora de la mañana de la casa en la que vivían, en la calle Alambique, 28. Regresaban al anochecer. Todos los días del año. Sábados y domingos incluidos. Eran como máquinas. Estaban poseídos por el trabajo, por el afán de ganar dinero, prosperar y con la esperanza de regresar algún día al pueblo.
Lo consiguieron. Aquellos jabatos un día regresaron juntos al pueblo y jamás volvieron a salir de él. El resto ya lo sabes. El abuelo que era alto como una torre, y fuerte como un castillo, cogió una enfermedad pulmonar, y un año antes de que estallara la guerra civil española se murió. De repente.
A la abuela le dejó una magnífica casa que compró con el dinero que había ganado en La Habana, y ella, como única manera de sacar a sus seis hijos adelante, puso un bar.
El espíritu de Alambique, 28 vive en nuestra familia. Los primos pueden ser hermanos.
Y después de contarme todo eso me preguntaste, ¿quieres ser mi hermano? Te dije que sí, y fue cuando sacaste dos alfileres, nos los clavamos en el dedo índice al tiempo, y fundimos nuestra sangre.
Dijiste solemnemente “Convoco al espíritu del pacto hecho en Alambique, 28. Desde hoy Oliver y Faustino, Faustino y Oliver no sólo son primos. SON HERMANOS.
NOTA. Y ahora yo te digo, hermano Faustino, por favor, ponte en contacto conmigo. Te necesito.







                                                      












CAMBIOS, ¿QUÉ CAMBIOS?

Un año después de que la ciudad en la que vivo, A Coruña, empezará a gobernar en el ayuntamiento En Marea los cambios han sido apreciables.
Se ha cambiado el nombre de unas cuantas calles, se ha cambiado al concesionario de la ORA y ahora funciona con la rapidez y diligencia de una dictadura, y la ciudad se ha llenado de cámaras.
Claro que ahora, gracias al dispendio en menaje del buen espía, los habitantes de esta ciudad estamos tranquilos.
Si pasas un semáforo en ámbar, multa. Si excedes un minuto, un minuto oiga, el límite de aparcamiento marcado en el papelito de la ORA, multa; y para rematar la jugada, hace unos meses, los nuevos gerifaltes que habitan en la Corporación, quisieron adelantar el cobro del IBI de final de año, lo tradicional y lo de siempre, a principio del curso porque así les venía mejor para cuadrar sus cuentas.
O sea, y en conclusión, más de lo mismo. Impuestos, impuestos y más impuestos. Y a quien no los paga a tiempo, premio: recargos, multas y la batería habitual de literatura amenazante por parte del ayuntamiento y de su brazo armado la Agencia Tributaria. Más de lo mismo.
Todo lo demás, bien. Como siempre. Parrochas y pimientos.
Sin embargo, parece ser, sí hay un cambio de sensibilidad. Algunos los más inteligentes, emocionalmente hablando, manifiestan que lo notan.
El ayuntamiento ya no contrata a tantos artistas “pantojos” como hacía antes de que llegara la modernidad. Ahora son más de rock and roll. ¡Ouyeah! O sea, tú ya sabes. Y para que no se diga, también han procedido a eliminar alguna que otra subvención dedicada al lucro ajeno.
Los toros, las casas regionales en las que se vendía basura a precios desorbitados, y las hogueras de San Juan, organizadas por los “fachas”, habituales e imperecederos que hay en esta ciudad en la que nadie es forastero, han pasado a mejor vida.
Albricias dadme porque soy muy feliz.
Y hasta ahí el cambio, que yo sepa.
En Marea subió como la espuma de una ola y cuando llegó a la orilla se deshizo. Lo de siempre retornó por aquello de la truculencia de los pactos. Y seguimos a bingo.
Todo más y mejor. Nos vigilan para que no nos ahoguemos la noche de San Juan en la playa de Riazor o en la del Orzán. Y alguno que esperaba que la presión fiscal de las “carrachas munícipales” remitiese llenan de suspiros las plazas de cemento y ausentes de árboles de nuevo cuño.
La vida tranquila no existe. Del negociado se encarga la Autoridad Incompetente. Palabra de alcalde.
Claro que, aún es pronto. La Navidad está a la vuelta de la esquina y cuando llegue En Marea nos va a regalar a todos un cuchillo jamonero. El jamón, prometen, vendrá luego. Siempre luego.
Claro que con suerte nos damos un tajo y nos cortamos las venas.

En fin…

PATAPLÁS.

Lo comprobé por mí mismo. Hay cosas que no se deben de delegar. Los mercados están tranquilos. Desde el de San Agustín al de la plaza de Lugo, pasando por el de las Conchiñas, todo sigue siendo mercado. Y como hoy, lunes, hay grandes ofertas en pescado podrido no me puedo resistir. Así al grito de compre, señora, compre. Pantis de Logroño que le llegan hasta el mismo… com…pre, señora compre, me hice unos análisis y comprobé que, efectivamente, todos los índices de tontería mantenían la expectativa de sus bondades. Tal cual. Y es que, a la salida de los mercados, observé bandadas de gaviotas picoteando desechos. El despojo de Ciudadanos es el más solicitado entre los gaviotas, mientras que el aliño de berenjena marca Podemos está muy descontento porque los gaviotas permanecen en las direcciones generales, se hacen fuertes en las subsecretarías y ganan puestos en los ministerios. Todo bien. Gaviotas que vuelan y en el pico llevan una comisión. Más de lo mismo. La gaviota corrupta y pelotuda es la preferida. La más demandada. Y yo tranquilo. Como siempre. Aplicando la norma básica: lo importante es tener salud y no llevar un golpe. Es más, ahora que los saldos y ofertas bolivarianos están siendo marcados para el despiece se sabe que ayer, justo ayer, al niño Errejón lo dejaron entrar en una discoteca sin enseñar el carnet de identidad. Algo hemos avanzado. La confluencia es lo que tiene. Hace mayores a los niños, y de repente se dan cuenta de que tienen meado el pañal. Porque los berenjenas, qué ricas, llevaban casi dos semanas anunciando el sorpasso y se han dado de bruces con el frenasso. Otra cosa, pero por algo se empieza. Lo importante es participar y hacer algún tipo de passo. Además a nadie le cabe ninguna duda de algo. Gracias al Pp ciento tres personas han encontrado empleo de calidad en este ínterin de legislatura. Todo un logro. El pleno empleo está más cerca. En el Congreso van a entrar setenta y un nuevos diputados de los Berenjenras y treintas y dos hijos de Coby Naranjito. Una proeza, sin duda. La ministra de empleo da gracias a su virgen de cabecera. Gracias Ahora se vende cuarto de Pablo y mitad de Iglesias. Errejón, Errejón, Errejón, cantan las fans al tiempo que tiran bragas y sostenes. Y es que el Errejón en salsa está de media temporada, y el Monedero tiene olor a revenido. Sin embargo las pecantinas de las plazas, bien. Tranquilas, como yo. A lo suyo. Bufandas de la selección de España, es un país, y mañana, si Piqué reincide en sus peinetas, tendremos otra cosa de la que hablar e ir olvidando.
Sin duda vivimos en un país divertido. Eso sí, la gente cada vez está más imposible. Las mechas y los atusados de brillantina siguen siendo tendencia. O sea.


PITAS, PITAS, A VOTAR.

Hoy es el día de la gran puesta. Hoy es el día en que las gallinas salimos a votar quien va a ser el lobo que nos dirija los próximos cuatro años. En diciembre no les gustó el resultado a los lobos. Todos querían ser jefe de manada y ninguno, ni los que presumen de patriotismo desmesurado, se atrevieron a pactar con el vecino y optaron por la solución tiquismiqui. Mejor no hacer nada. Total, para qué.
Sin embargo llegó, otra vez, el día de la gran puesta.
Después ellos interpretan el tamaño y el valor de los huevos y harán lo que les da la gana. Como siempre.
Y para ejemplo un botón. En las penúltimas elecciones, las que hicieron ganador al Pp con mayoría absoluta, los lobos prometieron hacer una cosa e hicieron la contraria. No iban a tocar el Iva, y luego lo subieron. No iban a recortar en sanidad y ayudas sociales, líneas rojas, sagradas, y después recortaron en eso y en todo lo que les vino en gana. Sin embargo el Jefe de la Manada de Lobos se subió el sueldo lo cual demuestra que esta interpretación libre de la democracia que hacen nuestros líderes sólo beneficia a ellos. Mientras tanto, millones de pensionistas, contentos con sus desaforadas subidas de salario, vuelven a poner el huevo para que se beneficien los de siempre. Y es que, millones de españoles sufren de síndrome de Estocolmo y no lo saben. Al contrario. Son felices. Parecen creer que si media España está contra la otra media la cosa va bien. Llevamos siglos así, y aunque no avanzamos tampoco retrocedemos. Siempre estamos en el mismo sitio. Prueba de ella es la derecha española. Carpetovetónica, representada por los hijos del franquismo y siempre dispuesta a ser más franquista que el propio Franco.
Ay, si Franco levantara la cabeza y viera a sus hijos comportarse así los corría a boinazos. Porque Franco era un cabrón. Melifluo, pero cabrón. Sin embargo sus hijos han mejorado la raza. Sus hijos se han centrado y saben lo que es importante. El dinero. Ellos roban a manos llenas y a cambio ofrecen condecoraciones a las vírgenes de guardia, y en vez de tener el brazo incorrupto de Santa Teresa, como tenía Franco en su habitación, prefieren domiciliar en alguna cuenta suiza el milagro de los panes y los peces que debe ser su dinero. Se multiplica solo.
En fin, gallinas todos/as, disculparme pero voy a poner mi huevo.

Que no se diga.

BREXIT, A VUELA PLUMA.

Los dirigentes del Pp y del Psoe coinciden a la hora de señalar lo que influyó en que los ciudadanos del Reino Unido optaran por el brexit: Nacionalismo, populismo y delegar en el pueblo decisiones que tienen que tomar ellos.
Y ahí, precisamente ahí, está el quid de la cuestión.
Porque para el Pp y el Psoe hoy Cameron es un irresponsable, culpable de la salida de su país de la Unión Europea.
Estos dos partidos, Pp y Psoe, a tenor de sus comentarios, prefieren que las democracias europeas sean gobernadas y controladas por ellos, por los políticos profesionales, aunque para ello se tengan que imponer criterios y hacer tragar a la población sus decisiones. De sus palabras se desprende que ellos saben lo que hacen y que la población, los que los vota, son unos irresponsables caprichosos y además xenófobos si no aplauden lo que ellos deciden.
Sin embargo la realidad se impone. Cameron es un héroe. Dio voz a su pueblo, el pueblo habló y como sus tesis no fueron respaldadas por la mayoría presenta su dimisión.
Sin duda Cameron, un hombre de derechas, ha dado una lección, una vez más, a sus colegas conservadores y a sus rivales socialdemócratas, quiénes presumen de una cosa, hacen la contraria y jamás reconocen sus errores.
Hay otro dato cuando menos curioso.
Ningún partido político español, excepto Podemos, desplazó a Reino Unido a ninguno de sus dirigentes a apoyar y hacer campaña en situ a favor de que se quedaran. Ninguno. Todos prefirieron quedarse en casa y ver cómodamente el partido. Sin embargo, los anti sistema de Podemos sí lo hicieron. Se desplazaron allí e hicieron campaña con el Partido Laborista.
Lo cual demuestra que la actual Europa, o al menos sus dirigentes, gobiernan a espaldas de sus electores. Toman por ellos decisiones, y cuando un héroe se aparta de la ortodoxia y devuelve la democracia al sitio en el que tiene que estar, al pueblo, ellos los “demócratas” españoles se escandalizan.
Cameron pasará a la historia como un villano o como un héroe, pero el pueblo, todos los pueblos y todos los ciudadanos, debemos poner las cosas en su sitio y darle las gracias, porque gracias a él los europeos, al menos los ingleses, recuperamos nuestra capacidad de decisión. A partir de ahora los gobernantes que quieren hacer lo que les da la gana, por la simple legitimidad que dan los votos, incluso tomando decisiones con las que no están de acuerdo la mayoría de la población, tienen los días contados.
Cameron ha dado una lección.
La decisión está tomada. Que se preparen los chupópteros europeos, los ciudadanos europeos estamos hasta las narices de tanta burocracia y de tanto organismos que no valen más que para dar de comer a una legión de burócratas. Las cosas tienen que cambiar. No es de recibo que un diputado europeo gane en un mes más dinero que un trabajador español muy bien pagado. Las discriminaciones se pagan, la xenofobia campa por sus respetos y o construimos una Europa de los ciudadanos o el grupo de compra-venta éste que es Europa tiene los días contados.

Goodbye. O sea, atalogo, loguiño, logo.

EL HABLAR DE LOS "PERRACHAS".

Escribía un “perrachas” de toda la vida en su cuenta de Twitter:
“Ayer fui a un gym nuevo que abrieron al lado del viejo fitness. Hice ejercicios de cardio, luego jogging y después salí a hacer un poco de running. Mi health mejora al hacer jog; y para finalizar en la changing room reflexioné sobre lo mucho que me gusta mi nuevo lifstyle”. Finalizaba, el muy “perrachas” con un Lol. Todo aclarado. Tío, pasan los años y sigues igual: “perrachas”
Pero conviene distinguir entre lo que es y lo que significa ser perrachas y conacho, porque no es lo mismo por mucho que suene parecido.
Un perrachas es de género indistinto. Puede ser una pera o una manzana. Depende. Pero lo que sí será siempre, porque ésa y no otra es su naturaleza, es un ni chicha ni limoná, un tarambana de las cosas, una veleta movida por la moda que más caliente y un tonto del culo en todas sus acepciones. Si es mujer, que también las hay en abundancia, se la puede denominar como perrachona sin caer en el insulto ni en el mal gusto.
Sin embargo el sustantivo conacho, originario de Ferrol, antes del Caudillo, dice otra cosa. Dice que estás ante una buena persona. Quizá un poco irreflexiva y a la que tienes algún pequeño reproche que hacer, pero que en haciéndolo la cosa queda solventada porque su carácter es de natural bonachón y poco dado a tocar bandurrias ajenas ocupado como está tañendo su propia mandolina
Sin ir más lejos, yo tengo amigos conachos. Son los que más aprecio y los más queridos por mí. Son esos a los que conozco de toda la vida y a los que puedo hacer alguna confidencia de vez en cuando. Tampoco hay que abusar.
Nada tiene que ver, aún pudiendo sonar a lo mismo, un conacho con un perrachas. Como ya he dicho son géneros distintos que practican la utopía de la vida de forma totalmente diferente. Y si el perrachas es alguien insufrible capaz de hablar de lo mucho que le gustó el cover de no sé quién y el podcast de no sé cuándo, e incluso perora de cosas que ha aprendido hace dos días, el mismo día que se compró la camiseta de Los Ramones en un dos por uno que incluía la del Che Guevara, con la sabiduría que da ser un auténtico perrachas, ése que siempre queda segundo en la competición de perrachas porque no da para más de lo tonto del culo que es.
Nada que ver con un conacho. El verdadero, auténtico e inimitable conacho es otra cosa. No admite comparación. Es un grande. Tanto que del sustantivo emergió un verbo nuevo: aconachar.
Y es que, ya lo dicen en Ferrol con mucha propiedad: “El ferrolano no se enamora, se queda enconado o aconachado”

Pues eso. Tal filosofía se podría resumir de la siguiente manera: Llevo la Costa de la Muerte incrustada en el fondo de mi alma, pero soy ferrolano de corazón. Os lo dice un auténtico conacho. 

ELIMINACIÓN DEL IVA PARA LAS RENTAS MÁS BAJAS.

Cada vez que hay elecciones los políticos se lanzan como posesos a hacer promesas. Si gano voy a hacer esto. Si gano voy a hacer aquello. Si gano voy a hacer lo de más allá. Voy a arreglar los problemas del país, los ciudadanos van a ser muy felices y para ello ofrezco una ronda de perdices para todos. Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Después siempre hacen lo que pueden, y dentro de lo que pueden hacer lo contrario de lo que dijeron suele ser la opción más elegida.
Voy a bajar los impuestos. Los subo. Voy a enmendar aquello que hice tan bien y que tan mal resultó al final. Lo estropeo más. Y así todo.
Ahora los nuevos tiempos han llegado. Hay nuevos partidos políticos, por tanto más opciones para elegir al mentiroso que sea más de nuestro agrado. Todos están de oferta. En materia de empleo, en materia de ayudas sociales y todos, incluso los que ya han estafado a sus votantes, prometen que van a arreglar los problemas del mundo mundial y los de los españoles en general.
Las fórmulas de las ayudas suelen ser chocantes. El Pp promete lo de siempre. España va bien. Somos cojonudos y nos esforzamos un huevo en hacerlo bien. Los otros, todos los demás, son unos becarios sin experiencia. Así que cuidado: los experimentos con gaseosa.
Los de Ciudadanos proponen un contrato único como remedio de empleos que no dan para vivir y para solucionar todos los problemas del desempleo. El Estado ayudará a los nuevos pobres que encuentren trabajo con un cheque que complemente las ridículas nóminas que les pagan los empresarios contratantes, y como son modernitos y alcanzaron un acuerdo con el Psoe que, en Francia, por ejemplo sería corrido a palos, prometen subir el Salario Mínimo Interprofesional en seis euros.
Estos progres están muy locos.
Sin embargo los de Unidos Podemos proponen una renta mínima para todos. Ingresos garantizados porque sí y porque también. Dicen que tal medida saldrá del bolsillo de los más ricos, y aquí paz y después gloria. Asunto solucionado.
Después será lo de siempre. Oigan, miren, que ustedes han entendido mal, que la economía no está para alharacas y que por nosotros lo haríamos, estaríamos encantados de hacerlo, pero… no puede ser. Se siente. Vótenos la próxima vez y ya verán ustedes como sí puede ser. En campaña electoral todo puede ser.
Todo mentiras.
Si esta gente quisiera ayudar de verdad podrían hacer cosas simplísimas fácilmente. Bastaría con tener voluntad y ponerse manos a la obra.
¿Cómo me puede ayudar a mí un político?
No hace falta que me dé nada. Tampoco necesito que me carguen con nuevos impuestos. Al contrario. Bastaría con eliminar el pago del IVA a todas las personas que obtuvieran ingresos menos de 12.000 euros, y no como sucede ahora que los más pobres pagamos los mismos impuestos que los más ricos. Ese dinero que nos ahorraríamos cada mes iría sin duda destinado a comprar más cosas, que buena falta hace a la gente que está en ese trance, y por ende se incrementaría el consumo.
 Eliminar el IVA a las personas con menos ingresos sería una verdadera medida social. De fácil aplicación, efectiva y sencilla de controlar. El fraude sería prácticamente imposible porque Hacienda, que somos todos (aunque unos más que otros), está al tanto hasta de los “cuescos” que se echan los “pobres”. Los de los ricos salen más perfumados de off shore, sociedades pantalla y cuentas cifradas. Claro, es más difícil detectar el olor a podrido.  



LA SINFONÍA DEL DESBARAJUSTE.

La lógica de las cosas, si es que las cosas tienen lógica, sería que el 27-J en España hubiera una dimisión.
¿De quién?
Pues, lo lógico, si todo no fuera tan ilógico y tal como van las cosas, es que Pedro Sánchez tendría que presentar su dimisión.
¿Por qué?
Porque es obvio que ni Pedro ni Sánchez han conseguido convencer más que a los más fieles, los que ya salen convencidos de casa, de la bondad de sus propuestas y de la sinceridad de sus palabras.
Y es que, ateniéndonos exclusivamente a sus palabras, la paranoia sea ha instalado en la sede del Psoe.
Hay días que dicen que son de izquierdas, pero hay momentos en los que pactan con Ciudadanos que son de derechas.
¿Alguien entiende lo inexplicable? ¿Alguien entiende lo que dice Pedro Sánchez y por ende el Psoe que por la mañana es de izquierdas y por la tarde de derechas?
Sinceramente, y lo siento, reconozco mi incapacidad para entender las propuestas que hacen. Las que hacen ellos, los del Psoe, lo que dice Susana Díaz, la enchufada de Griñán y lo que dice a todas horas Felipe González, el gran referente y gurú de una ¿izquierda?, desnortada y con la brújula puesta el índice Ibex 35.
Imaginaros que se reúnen cuatro personas. A una le gusta el merengue, a otra el reguetón, otra es poperita y a la otra le va la marcha del heavy metal. El poperito pacta con el del reguetón, el del reguetón hace guiños al del merengue y el del heavy metal se quiere ligar al poperito.
¿Qué sucede?
Pues que se acusan de todo, tú ritmo no mola, el tuyo es casposo y el soniquete cuatro por cuatro no da más de sí.
Mientras tanto los fans asisten con incredulidad a la jam sesión. El disco que graban sale desafinado y no hay manera, por mucho que trabajen los ingenieros de sonido, de conseguir algún tipo de resultado plausible y audible.
El disparate alcanza tal grado que los poperitos, los del Psoe, se alían contra natura con los defensores del reguetón. Los fans del merengue, los del Pp, alucinan con semejante alianza contra natura, y los del heavy metal ven como los poperitos les ponen los cuernos con los del reguetón.
Ante tal circunstancia, los fans dispuestos a creer que los suyos son los que mejor tocan, compran La sinfonía del desbarajuste porque son adictos y coleccionistas compulsivos de estupideces.
Y así andamos. Quien lo entienda que lo compre. Hay mucho mercado. Esta murga, La sinfonía del desbarajuste, estará  disponible en sus mejores urnas a partir del 26-J.

Ya lo decía aquel gitano clarividente que se dedicaba a la venta de medias: Compre, señora compre, medias de Logroño que le llegan hasta el mismo, co…n… pre, señora compre. 

FALSOS MITOS ECONÓMICOS.

Antiguamente los mitos los creaban los escritores excelsos. Sin embargo hoy en día los mitos los crean los periodistas que declinan de sus deberes para con la profesión y se venden al mejor postor.
Gracias a eso, y con la ayuda de la credulidad de la gente, se da por buena la propaganda que los partidos políticos propalan en materia fiscal.
Aseguran que la fiscalidad es progresiva.
Recalcan con entusiasmo que paga más el que más tiene. Y no es verdad. Simplemente: NO ES VERDAD.
Pese a no ser verdad, y aún sabiendo todos que no lo es, los políticos insisten, los periodistas vocean la mentira, y son muchos que, puestos a creer, tragan y compran toda la basura panfletaria que se les vende.
La fiscalidad de este país, de España, está diseñada para que los ricos paguen lo menos posible a Hacienda, y que o yo paguemos lo que nos exijan. Ellos, los ricachos, se escaquean. Pero, o yo no tenemos derecho a réplica aunque sí a multas y recargos, mientras que ellos disponen de toda la batería habitual que proporciona disponer de los servicios de los mejores profesionales.
Ellos, los ricos y patriotas, esconden sus dineros en paraísos fiscales porque los políticos toleran tales prácticas. Usan todo el catálogo de artimañas que el Estado pone a su disposición para pagar menos impuestos y aprovechan las ocasiones que periódicamente les brindan para retornar “sus” dineros pagando menos que o yo que seríamos achicharrados a multazos si estuviéramos en ese trance.
Siempre consiguen sus objetivos porque los políticos, sus aliados, trabajan para ellos. Siempre para los ricos. Y los políticos se defienden argumentando que son ellos, los ricos, los que crean puestos de trabajo y que para hacerlo tienen que disponer de las herramientas adecuadas.
(Nos venden arrobas de cinismo y la gente come mierda porque cien mil moscas no pueden equivocarse).
Pero hay un impuesto indirecto, el más popular entre todos ellos, y los hay para aburrir, el infausto IVA, que es de aplicación general para toda la población. Es igual para ricos que para pobres de solemnidad. Y todos tan contentos.
Cualquier producto que se compre cuesta igual a un rico que a un pobre. Da igual que uno gane cien y otro uno. El producto cuesta lo mismo a los dos.
Esta igualdad no sólo es injusta, también produce más desigualdad.
Así que si sois de esos que creen en el mito de la progresividad fiscal deberías de reflexionar un poco sobre el tema. Y digo reflexionar, porque no veo ni oigo a ningún político hablar de la cuestión. Están demasiado ocupados en discusiones bizantinas para plantearse temas que, al parecer, no importan a nadie.
Porque a nadie parece importarle que una barra de pan cueste lo mismo al hombre más rico del mundo que al más mísero de la tierra.
Quizá o tal, vez se deba a nuestra ancestral costumbre de creer en mitos falsos. Creemos en la fiscalidad progresiva con la misma fe que otros creen que el mejor ministro de economía de España fue Rodrigo Rato. Cosa, ésta última, que propaló con gran éxito a los cuatro vientos la prensa más conservadora, al tiempo que ensalzaban al gran Presidente que fue Aznar por privatizar todo aquello que era privatizable por cuatro perras para después invertir las ganancias en…, ¿en qué se invirtieron? ¿Pagaron algo de lo que se debía o es que eso se lo dejan al que venga después?
Para mí que no. Porque si la deuda pública la han hecho crecer casi un cincuenta por cien en los últimos cuatro años no parece que el dinero de las privatizaciones haya terminado en el sitio que debería, ¿no?



VACACIONES LITERARIAS.

“Todas las noches después de la cena salgo, en compañía de mis dos perros, hasta Park Avenue, para darle un paseo a mi cigarro”
“Sinatra con gripe es Picasso sin pintura, Ferrari sin combustible…, sólo que peor”.
¡GUAUUU!
Leo esas dos frases por casualidad.
¿Quién las escribió?
Indago y encuentro: GAY TALESE, EEUU.
Evidentemente no me suena de nada.
Mi cultura autodidacta deja mucho que desear. Tan es así que de literatura americana si me sacáis que sé que existe y de que tienen, eso dicen, un premio muy prestigioso como es el Pulitzer, que en el pasado ganaron escritores de la talla de Norman Mailer, Saúl Bellow, Faulkner o Hemingway, casi todo lo demás es desconocido para mí. Incluso ojeando la lista de ganadores, la gran mayoría me resultan completamente ajenos.
En esa lista tampoco aparece otro nombre que sí conozco, a quien leí y que fue “vendido”, en su época, por el departamento de marketing de la editorial que lo publicaba como el “referente” del nuevo periodismo.
Hablo de Tom Wolfe, un hombre con aparentes ínfulas de dandy (se requiere el uso de pajarita), y autor de una novela tocho que fue éxito mundial: La hoguera de las vanidades.
Pues bien, Talese, que tampoco ganó nunca el premio Pulitzer, es de la corriente Tom Wolfe. A él también se le considera corresponsable practicante de esa suerte de variante periodística a la que bautizaron como “nuevo periodismo”.
Si esto hubiera sucedido cuando era más joven no habría podido leer a Talese porque no habría tenido dinero suficiente para comprar ningún libro suyo. Sin embargo ahora las cosas han cambiado algo, tanto que a pesar de seguir sin parné las cosas son diferentes. Hoy, gracias a Internet (¡el más caro de Europa!),  puedo descargar, prácticamente, cualquier libro que se me antoje. Sólo hay que encontrar la página adecuada e instalar un programa que facilite la lectura.
Ante tales facilidades, y viendo que los políticos españoles están firmemente decididos a amargarnos el verano, este año voy a leer literatura americana.
Prefiero entretenerme con Talese, con Mailer o incluso, y puestos a rizar el rizo, prefiero disfrutar con “El vientre de la bestia”, de Jack Henry Abbott, sicópata y autodidacta, quien escribió un excelente libro sobre su vida carcelaria, a escuchar a quiénes optan al puesto de Presidente y que siempre están contando el mismo cuento: el de Calleja.








EL DOBLE.

Dicen, ¿quién no lo ha oído?, que todos tenemos un doble en alguna parte. A mí, sin ir más lejos, me han confundido en algunas ocasiones con otras personas. La mayor parte de las veces saqué de su error al confundido/a y, extrañamente, en su cara la decepción fue preludio de asombro. ¿De verdad? Y es que, y ésta sí que es una buena verdad, a la gente no le gusta que…ya lo cantaba Pablo Ibáñez.
Pero a veces pasa. Son cosas estúpidas, sin mayor importancia. Cosas que pasan. ¡Qué le vamos a hacer!
El otro día, por ejemplo, estaba hablando con alguien que conozco. Que si esto, que si aquello, que si tal y que si Pascual. Hablábamos. La conversación no tenía objetivo alguno, y los chascarrillos dominaban la conversa.
Oye, le dije, ¿y a ti qué te parece lo de Cañizares?
Pues no sé, chico, la verdad es que nunca pude entender a ese tipo. ¿A ti te parece de fiar u tipo con tal grado de adicción a teñirse el pelo? – Sin dejarme contestar añadió: Bueno, una vez paró un penalti.
¿Ehhh? ¿De quién hablas?
De Cañizares, tú lo sacaste a colación. Cañizares, portero de fútbol. El hombre que una vez paró un penalti. Se trastornó, y acabó siendo pasto de tintes diversos.
No, hombre, yo hablaba del otro Cañizares.
¿Qué otro Cañizares? Cañizares no hay más que uno. Cañi, Cañete, como quieras llamarlo que por todo atiende, dicen. Prueba a silbarle, a ver si también obedece. ¡Quién sabe, cosas más raras se ha visto!
Cañizares, el cardenal.
Coñó, cuánto vicio tienes macho.
Pues sí, mucho. ¿No lo oíste ni viste ni nada?
¿Qué tenía que haber oído, visto ni nada?
Pues lo que dijo Cañizares, el cardenal.
¿Oye, me permites qué te haga una pregunta?
Autorizado quedas.
Pues te hago otra que a la primera ya respondiste, y la segunda es la siguiente, y piensa, si sabes, la respuesta. ¿A ti qué “lerias” te importa lo que diga un vejete travestido?
Sí, es verdad. ¡Tengo unas cosas!
¿A quién le interesa lo que opine un fulanito que una vez paró un penalti?



FRÁGILES DE MEMORIA.

Alguna gente, mejor dicho, mucha gente se debe creer que desciende de la pata del Cid porque… imposible.
Son personas que han olvidado de donde vienen.
Gente con un denominador común, han salido de la nada, y gracias al esfuerzo de sus padres, y al de sus familias, han tenido y tienen una vida bastante agradable.
Los más afortunados son pensionistas a los que la crisis les ha cogido en ese puerto de refugio que son los años. Están contentos y no protestan aun sabiendo que sus pensiones se devaluarán año tras año. En vez de hacer eso, de protestar y exigir lo que es suyo, ponen sus voces al servicio de quien los está descapitalizando y llaman burros y otras lindezas a quiénes sí lo hacen.
La mayoría de estas personas votan al Pp convencidos de que están votando lo correcto. Y aunque el Pp robe, mienta y sólo se preocupe de los inmensamente ricos, y en nadie más, ellos creen estar instalados en el círculo de los elegidos y han decidido ignorar la realidad para vivir en la tercera dimensión.
Hablan de Venezuela, de Irán y de que si en España gobiernan los del Coletas la península entera se volverá bolivariana e ingobernable.
Se olvidan de que venimos de una dictadura e incluso se atreven a disculparla entonando esa frase célebre, y aún en boga que es: con Franco se vivía mejor.
Sin duda nosotros sí. Nosotros vivimos mejor que nuestros padres. Estudiamos, trabajamos y nos formamos gracias a su trabajo y esfuerzo. Lo tuvieron muy duro. Sueldos míseros, pluriempleo y los más afortunados tuvieron que ser ayudados por sus familias para salir adelante.
Aún así hay gente que repite la frase como un mantra: con Franco se vivía mejor.
Todas estas personas que olvidan su pasado y de dónde vienen, con el paso de los años se han convertido en cómplices del poder y votan a los que roban porque están convencidos que si no lo hacen España será un caos.
No hay nada más trilero que el conformismo ni nada que paralice más.
La mayor demostración de la estupidez humana es ver a un pensionista o a un parado defender las tesis del gran capital, y encima hacerse cómplice de los ladrones que los esquilman dándoles su voto, y lo que es más grave todavía, su confianza.
Eso es lo que pasa en España. Parados y Pensionistas defendiendo a los ladrones que nos gobiernan, mientras consuelan sus conciencias poniendo en sus muros de Facebook fotos de santitos, plegarias surtidas y cabras de la Legión.

Da la impresión de que algunos, concretamente siete millones de personas (ahí es nada), hasta que no consigan regresar a la España de 1960 no van a parar.