Hoy es el día de la
gran puesta. Hoy es el día en que las gallinas salimos a votar quien va a ser
el lobo que nos dirija los próximos cuatro años. En diciembre no les gustó el
resultado a los lobos. Todos querían ser jefe de manada y ninguno, ni los que
presumen de patriotismo desmesurado, se atrevieron a pactar con el vecino y
optaron por la solución tiquismiqui. Mejor
no hacer nada. Total, para qué.
Sin embargo llegó, otra
vez, el día de la gran puesta.
Después ellos
interpretan el tamaño y el valor de los huevos y harán lo que les da la gana. Como
siempre.
Y para ejemplo un
botón. En las penúltimas elecciones, las que hicieron ganador al Pp con mayoría
absoluta, los lobos prometieron hacer una cosa e hicieron la contraria. No iban
a tocar el Iva, y luego lo subieron. No iban a recortar en sanidad y ayudas
sociales, líneas rojas, sagradas, y después recortaron en eso y en todo lo que
les vino en gana. Sin embargo el Jefe de la Manada de Lobos se subió el sueldo
lo cual demuestra que esta interpretación libre de la democracia que hacen
nuestros líderes sólo beneficia a ellos. Mientras tanto, millones de
pensionistas, contentos con sus desaforadas subidas de salario, vuelven a poner
el huevo para que se beneficien los de siempre. Y es que, millones de españoles
sufren de síndrome de Estocolmo y no lo saben. Al contrario. Son felices.
Parecen creer que si media España está contra la otra media la cosa va bien.
Llevamos siglos así, y aunque no avanzamos tampoco retrocedemos. Siempre
estamos en el mismo sitio. Prueba de ella es la derecha española. Carpetovetónica, representada por los hijos del
franquismo y siempre dispuesta a ser más franquista que el propio Franco.
Ay, si Franco levantara
la cabeza y viera a sus hijos comportarse así los corría a boinazos. Porque
Franco era un cabrón. Melifluo, pero cabrón. Sin embargo sus hijos han mejorado
la raza. Sus hijos se han centrado y saben lo que es importante. El dinero.
Ellos roban a manos llenas y a cambio ofrecen condecoraciones a las vírgenes de
guardia, y en vez de tener el brazo incorrupto de Santa Teresa, como tenía
Franco en su habitación, prefieren domiciliar en alguna cuenta suiza el milagro
de los panes y los peces que debe ser su dinero. Se multiplica solo.
En fin, gallinas
todos/as, disculparme pero voy a poner mi huevo.
Que no se diga.
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