“Todas
las noches después de la cena salgo, en compañía de mis dos perros, hasta Park
Avenue, para darle un paseo a mi cigarro”
“Sinatra
con gripe es Picasso sin pintura, Ferrari sin combustible…, sólo que peor”.
¡GUAUUU!
Leo esas dos frases por
casualidad.
¿Quién las escribió?
Indago y encuentro: GAY TALESE, EEUU.
Evidentemente no me
suena de nada.
Mi cultura autodidacta
deja mucho que desear. Tan es así que de literatura americana si me sacáis que
sé que existe y de que tienen, eso dicen, un premio muy prestigioso como es el
Pulitzer, que en el pasado ganaron escritores de la talla de Norman Mailer,
Saúl Bellow, Faulkner o Hemingway, casi todo lo demás es desconocido para mí.
Incluso ojeando la lista de ganadores, la gran mayoría me resultan
completamente ajenos.
En esa lista tampoco
aparece otro nombre que sí conozco, a quien leí y que fue “vendido”, en su época, por
el departamento de marketing de la editorial que lo publicaba como el “referente” del nuevo periodismo.
Hablo de Tom Wolfe, un
hombre con aparentes ínfulas de dandy (se requiere el uso de pajarita), y autor
de una novela tocho que fue éxito mundial: La
hoguera de las vanidades.
Pues bien, Talese, que
tampoco ganó nunca el premio Pulitzer, es de la corriente Tom Wolfe. A él
también se le considera corresponsable practicante de esa suerte de variante
periodística a la que bautizaron como “nuevo
periodismo”.
Si esto hubiera sucedido
cuando era más joven no habría podido leer a Talese porque no habría tenido
dinero suficiente para comprar ningún libro suyo. Sin embargo ahora las cosas
han cambiado algo, tanto que a pesar de seguir sin parné las cosas son
diferentes. Hoy, gracias a Internet (¡el más caro de Europa!), puedo descargar, prácticamente, cualquier
libro que se me antoje. Sólo hay que encontrar la página adecuada e instalar un
programa que facilite la lectura.
Ante tales facilidades,
y viendo que los políticos españoles están firmemente decididos a amargarnos el
verano, este año voy a leer literatura americana.
Prefiero entretenerme
con Talese, con Mailer o incluso, y puestos a rizar el rizo, prefiero disfrutar
con “El vientre de la bestia”, de
Jack Henry Abbott, sicópata y autodidacta, quien escribió un excelente libro
sobre su vida carcelaria, a escuchar a quiénes optan al puesto de Presidente y
que siempre están contando el mismo cuento: el de Calleja.
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