Dicen, ¿quién no lo ha
oído?, que todos tenemos un doble en alguna parte. A mí, sin ir más lejos, me
han confundido en algunas ocasiones con otras personas. La mayor parte de las
veces saqué de su error al confundido/a y, extrañamente, en su cara la
decepción fue preludio de asombro. ¿De verdad? Y es que, y ésta sí que es una
buena verdad, a la gente no le gusta que…ya lo cantaba Pablo Ibáñez.
Pero a veces pasa. Son
cosas estúpidas, sin mayor importancia. Cosas que pasan. ¡Qué le vamos a hacer!
El otro día, por
ejemplo, estaba hablando con alguien que conozco. Que si esto, que si aquello,
que si tal y que si Pascual. Hablábamos. La conversación no tenía objetivo
alguno, y los chascarrillos dominaban la conversa.
Oye, le dije, ¿y a ti
qué te parece lo de Cañizares?
Pues no sé, chico, la
verdad es que nunca pude entender a ese tipo. ¿A ti te parece de fiar u tipo
con tal grado de adicción a teñirse el pelo? – Sin dejarme contestar añadió:
Bueno, una vez paró un penalti.
¿Ehhh? ¿De quién
hablas?
De Cañizares, tú lo
sacaste a colación. Cañizares, portero de fútbol. El hombre que una vez paró un
penalti. Se trastornó, y acabó siendo pasto de tintes diversos.
No, hombre, yo hablaba
del otro Cañizares.
¿Qué otro Cañizares?
Cañizares no hay más que uno. Cañi, Cañete, como quieras llamarlo que por todo
atiende, dicen. Prueba a silbarle, a ver si también obedece. ¡Quién sabe, cosas
más raras se ha visto!
Cañizares, el cardenal.
Coñó, cuánto vicio
tienes macho.
Pues sí, mucho. ¿No lo
oíste ni viste ni nada?
¿Qué tenía que haber
oído, visto ni nada?
Pues lo que dijo Cañizares,
el cardenal.
¿Oye, me permites qué
te haga una pregunta?
Autorizado quedas.
Pues te hago otra que a
la primera ya respondiste, y la segunda es la siguiente, y piensa, si sabes, la
respuesta. ¿A ti qué “lerias” te importa
lo que diga un vejete travestido?
Sí, es verdad. ¡Tengo
unas cosas!
¿A quién le interesa lo
que opine un fulanito que una vez paró un penalti?
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