QUÉ NIVEL, MARIBEL.

Imagino que después de lo de ayer la gente tendrá material suficiente para hacer “memes” y chascarrillos varios durante una buena temporada.
Para ello algunos usarán el Facebook y los eyaculadores precoces el Twitter que es más rápido. Con ciento cuarenta caracteres tendrán más que suficiente para profundizar en la cuestión, e incluso, si me apuran para sentar cátedra.
Aunque visto lo visto y escuchado lo oído con una sola palabra basta.
RUFIÁN.
Y también sobra.
Aclaro que yo soy catalán de la misma manera que Kennedy era berlinés.
Manifiesto también que soy republicano.
Y manifiesto que no soy de ERC ni de CIU ni de la CUP, y que por no ser no soy ni siquiera pariente de Pujol.
Ayer Rufián (¿lleva acento o sólo tontería?) habló en el Congreso como si estuviera en un bar, y todos sabemos que en los bares, qué lugares, se dicen muchas verdades para arreglar el mundo y que también se dicen muchas bobadas para reírse de él.
Y aunque tonto es el que hace tonterías (según la aclamada escuela filosófica Forrest Gump), ayer su señoría Rufián confundió el discurso con las témporas.
No le faltaba razón al muy… su señoría, es que la tenía toda, pero la educación elemental dice que se puede perder la razón, y además fácilmente, por culpa de las formas.
Mención aparte merece su oratoria. ¡Uff, qué desparpajo! Su señoría Rufián parecía un galán de Villacebollinos gastando pista. Original. ¿Estudias o trabajas? Sabes aquel que diu…
En fin… ¿y los nuevos qué? ¿Sabíais que si ponéis en la barra de google frases célebres e idiotas os sale un enlace que os remite al Congreso de los Diputados? Pues... no lo hagáis. Es un troyano, y según me informan ayer sesenta y ocho troyanos infectaron el Congreso de rufianes de derechas.





FIESTA NACIONAL.

Lo de que la tontería no conoce fronteras debe ser cierto. Si no fuera así no veríamos las cosas que vemos. Y no sólo en la política. También en la vida cotidiana, ¿y hay algo más cotidiano que una fiesta?
En España somos tan aficionados a la fiesta que incluso tenemos una a la que algunos llaman fiesta nacional. Los toros. Es una fiesta que se remonta a la Edad Media y que ha evolucionado del neandertal al cromañón sin perder su esencia.
En ella un torero, al que también llaman matador en vez de asesino de animales, acaba apiolando a un animal, llamado toro, ante el regocijo del público asistente. Si lo hace sin despeinarse el flequillo y si lo tortura de forma florida y chulesco el ademán, el delirio del aficionado puede llegar al paroxismo, y una vez exaltado exclama a voz en grito que la cosa es arte a quien lo quiera oír.
El asesino de toros goza de reputación de macho porque marca paquete, gana un potosí y da una vuelta al ruedo con los huevos descansando en el cogote de algún mamarracho fuertote.
El delirio se acompaña de clarines, pañuelos y mantillas. Es la fiesta nacional. Algo tan sofisticado es difícil de entender si no eres español, o sea de por ahí. Algo así habla a las claras de nuestro carácter cainita, cobarde y cómplice con estos mamarrachos llamados toreros que existen gracias al fervor popular en algunos sitios, mientras que en otros lo hacen merced a las subvenciones.
Hay otras variantes del cutrerío:
Los Sanfermines, los toros embolados, el toro de la Vega, el toro júbilo (toro embolado), toros enmaronados… La lista aunque finita es infinitamente aberrante.
En España se celebran, al parecer, más de dieciséis mil fiestas populares en las que se maltrata a animales de diferente laya y condición. Sin duda las más conocidas y aberrantes son las de los toros, pero eso no óbice para la diversificación. Porque desde los campanarios de España se arrojan cabras y gallinas como forma de diversión en vez de obispos o políticos como forma de comprobación de la calidad del cemento armado de sus caras.
Resulta curiosa, cuando menos, nuestra forma de celebrar. Somos tan librepensadores y abusamos tanto del albedrío que si no probamos fehacientemente la Ley de la Gravedad de Newton dieciséis mil veces al año no estamos contentos.
Y digo yo, ¿por qué en el Congreso de los Diputados no ponemos una espadaña y arrojamos verracos? Y ya puestos, ¿por qué no ponemos pirañas en la piscina del Senado?

Total, qué más da. ¡Fiestaaaaa!

INVESTIDURA EN EL CONGRESO DE LOS AFORADOS.

Pasé un rato viendo como en la televisión se regodeaban con el espectáculo simiesco que es la investidura, y todavía estoy asombrado por los comentarios que tal espectáculo despierta en los unos y los otros. Cualquiera diría, o al menos podría pensar, que la esquizofrenia o la doble personalidad se apodera de los tertulianos, porque ajenos a lo que ven, y a lo que escuchan, defienden con ardor digno de una buena nómina los intereses patronales y personales de sus emolumentos.
Sorprende el giro dado por el Psoe. Con un argumento al límite de lo imposible se desdicen de todo lo dicho en el último año y prometen borrón y cuenta nueva. Llegados a este punto los que están a favor de semejante estrategia deberían de preguntarse, ¿para qué hemos estado mareando la perdiz un año entero?
Porque si de lo que se trataba era que España tuviera gobierno, estabilidad y supuesto rigor presupuestario, ¿han tenido que pensarlo durante todo un año? Mucho tiempo. Demasiado para un señor que se autodenomina decente y que presume de sentido común al tiempo que cobra sobresueldos provenientes del dinero B que recaudan los buitres de su partido de los grandes contratistas del Estado. No sé. ¿En qué estarían pensando todo este año? ¿Antes era un indecente y ahora es decente?
Para mí que estamos ante un dogma de fe. Pero como no me siento capacitado para resolver dudas escolásticas…
…A lo que iba. Al espectáculo de ayer.
Primera parte del culebrón finalizada.
Pablo Iglesias tiene una forma de expresarse en ocasiones inconveniente para sus propios intereses. Es agresivo y hace bien. Pero el que agrede verbalmente después no  tiene derecho a ponerse casto y puro con la reacción de los demás. Lo digo por los rifirrafes estúpidos que provoca con sus faltadas de alumno díscolo y graciosete de la clase.
Ayer Dolores de Cospedal le llamó sinvergüenza en diferido desde su escaño y Albert Rivera masculló un capuyo, y un este tío es gilipollas desde la propiedad del suyo. Y la verdad es que en ocasiones las gracietas se le van de las manos a Pablo. Y no seré yo el que le quite la razón a Iglesias, que la tiene, pero el que a hierro mata a hierro muere. O sea, donde las dan las toman. Y a Iglesias le gusta dar de la misma manera que a otros tomar. Es un hecho.
Pero después vino el teatrillo, roll play de algarada, se fueron y volvieron. E hicieron bien, aunque quizá no haber vuelto habría sido mejor. Total, para qué. Ya se sabe, lo decía un humorista de medio pelo, si hay que ir se va, pero ir por ir es tontería. Además así de esa manera le habrían echado un capote a su compis del Psoe y la investidura se habría resuelto en un solo acto sin derramamiento de sangre para los sociolistos.

Conviene no olvidar que España también puede presumir de Bob Dylans de la vida. Y que uno de ellos, quizá el primero (no lo sé y me importa una higa saberlo) fue Jacinto Benavente, y que su obra Los intereses creados se sigue representado con gran éxito. Sin ir más lejos ayer la repusieron en el Congreso de los Aforados.

CAL VIVA.

Cuando vi la tangana que le habían organizado a Felipe González y a su fiel escudero y socio Juan Luis Cebrián, me prometí a mí mismo hablar, escribir, de ello. Luego se me pasó. Pero cuando vi el vodevil que montó la prensa a propósito de la cuestión me dije, otra vez, a mí mismo, no lo hagas. ¿Para qué? Ellos siempre tienen la razón, y los que no están de acuerdo son tildados de anti sistemas cuando no de cosas peores como antidemócratas o más directamente de fascistas.
Sí, fascistas. Porque en este patio de comadres en el que vivimos el que protesta, aunque sea legítimamente, es tildado siempre así: fascista.
No se tienen en cuenta ni los hechos ni las circunstancias. ¿Para qué? Los periodistas fueron los inventores de aquello de aquello que reza no dejes que la verdad te estropee una noticia. Y claro los inventores de la máxima no van a cejar jamás en su empeño, y prueba de ello es que la deriva personal de Felipe González es ocultada, en la medida de lo posible, por periodistas como Juan Luis Cebrián que siempre están a la que salta y cara al sol que más calienta.
Oyéndoles hablar cualquiera podría creer que la democracia la inventaron ellos. Y si bien es cierto el mérito que ambos personajes tienen en la historia de España, y en su desarrollo, también es cierto el demérito que ambos tienen en el ocultamiento de la verdad. Y la verdad es cal viva. La verdad es Lasa y Zabala. La verdad que explica el presente está en el pasado. La verdad son los muertos causados por una banda de “chapuzas” contratados para la ocasión.
Amedo, ese matón de medio pelo, que era subinspector de policía cuando le encomendaron misiones de matarife Filemón, podría dar cuenta de ello. Es más creo que incluso escribió (o le escribieron) un libro sobre el tema titulado Cal viva, aunque bien lo podía haber titulado como Historia de una chapuza.
En el apunta directamente a Felipe González como señor X. Sin embargo, ni Cebrián ni todos los Cebrianes que este país son, y que no son pocos, prestan atención alguna ni dan pábulo al matón de chichinabo. Al contrario, si os fijáis un poco, tampoco hay que esforzarse demasiado, cuando una persona, por la razón que sea, se revuelve y muerde la mano que le da de comer, desde el poder siempre siguen el mismo manual: campaña de desprestigio.
El manual funciona. Prueba de ello es que el afectado o afectados queda neutralizado, y para conseguirlo utilizan siempre los mismos argumentos: es un botarate, está condenado por no sé qué, el testimonio de un delincuente no ofrece ninguna credibilidad, es un borracho, es un putero, es un drogadicto, mira cómo se viste (el yonqui del dinero)… y cuela. Siempre cuela.
Aunque, en honor a la verdad, también hay que decir que Amedo antes y la recua de presuntos de ahora, también colaboran y lo ponen a huevo porque saben que en el último momento “alguien” les va a ofrecer un acuerdo. Salvan la pasta (es lo que interesa) a cambio de una temporada a la sombra. Siempre es el mismo cambalache. Van a tirar de la manta, pero… Y ahora echar cuentas, ¿cuántos son los Amedos a los que hay que silenciar? ¿Cuál fue el precio? Amedo lo dijo hasta en la tele con ese deje de chulo putas que tiene al hablar.
¿Y los Bárcenas, y los Correas, y los Pujol y lo del Emérito Campechano… qué? ¿Lo veis o no lo veis?
Por consiguiente, este país, si hacemos caso a lo que nos vende la prensa, está lleno de prohombres que se rodean y confían en hijos de la gran puta que los traicionan sin que ellos tengan nunca responsabilidad alguna. Epígrafe: cosas que pasan.
Felipe González no sabía nada. Lo decía él. Se enteraba de lo que sucedía por la prensa, y por consiguiente es fácil de imaginar que su amigo y socio Juan Luis Cebrián sería el encargado de decirle lo que pasaba. Es mucho suponer. Pese a todas las evidencias jamás nadie se atrevió a juzgarle. Ni por lo civil, ni por lo penal. Está protegido. Para eso están los ministros y los secretarios de estado, para cargar con el mochuelo.
En este país pasan cosas raras: al Rey no se le puede juzgar bajo ningún concepto y haga lo que haga, y los Presidentes y ex Presidentes gozan de bula en los juzgados.
Pero de repente a este par de dos le hacen un escrache. Son víctimas de una algarada y todos unánimemente cierran filas y prietas marciales despliegan comandos de plumillas para neutralizar la osadía.
Fascismo, fanatismo, intolerancia. Palabras de artillero plumilla.
La Universidad es un espacio público del que haríamos bien no sólo de retirar las capillas cristianas sino también a los fantoches. A los que dicen una cosa y hacen la contraria. A los felones, a los tramposos y a los grandes figurones del latrocinio.
Hay que deshacerse de los vestigios del pasado, de los fósiles que nada aportan, y ya que ellos no tienen vergüenza ni memoria ni ganas de jubilarse, tienen que venir unos estudiantes, embozados por aquello de las multas, y recordarle a este par de dos aquello de la cal viva y demás mandangas del pasado.
Sin duda estamos ante unos fascistas, y además cobardes y embozados. Como si pagar multas fuera una obligación.
¿Qué ocultarán, cuáles serán sus intenciones? ¿Quién es más peligroso el que escracha o el escrachado?


  

DE NOBELES Y POLÉMICAS

Que hay gente especializada en “polémicas surtidas” no creo que lo dude nadie. Aquí, en este país, somos muy de polemizar por chorradas. Y como ejemplo tenemos lo de las últimas semanas. Polémicas surtidas. Bizantinismos que ocupan tiempo y que cierran el espacio a discusiones más importantes.
El despropósito está en el fondo y en el meollo de tales cuestiones. Se aprovecha la ocasión y se sacan a pasear filias y fobias al gusto de cada cual y al dente de buen colmillo de sibarita. Y del todos tenemos razón pasamos al “te lo digo yo y punto”. El criterio único es un uniforme peligroso. En política, en literatura y en general en la vida. Además de aburrido, claro. Una buena discusión tiene propiedades digestivas. Discutes, luego están en el “candelabro”. Y así todo. El racionalismo elevado al cubo de la polémica. Todo el campo es excusa además de orégano.
Porque son muchos los que estaban esperando a que los suecos hicieran otra vez un sueco. Y de esos muchos no son pocos los que aprovechan, aprovechamos, la ocasión para hacernos unos chascarrillos en forma de post, los más plebeyos, y de artículos los más finolis, hablando de la cuestión. Sucintamente, eso sí. Sin profundizar. La polémica exagerada, argumentada o a contracorriente no vende. Vende cogérsela con papel de fumar.
Escandalizarse siempre es una opción.
El caso es que los suecos le concedieron a Bob Dylan el Nobel de Literatura y no el de Cantante porque el epígrafe lo ocupan con otros menesteres.
A partir de ahí opiniones para todos los gustos. Del “merecidísimo” hasta el “adónde vamos a parar”. Todo tiene cabida.
Todo esto hasta que llegó el Nobel novio y mandó a parar.
Dice don Mario Vargas Llosa que, a lo mejor, el próximo año el Nobel se lo conceden a un futbolista. No sé. En todo caso, bien pudiera ser porque futbolistas hubo, hay y habrá que aparte de practicar el regate también le da a la sintaxis con determinación y osadía.
Llegados a este punto anodino de la cuestión pienso en algún futbolista escritor, y a mí rescate acude un nombre: Valdano.
Puedo decir, y digo, sin empacho alguno que don Mario Vargas Llosa y Valdano tienen algo en común, y no hablo de esos cotilleos sobre la actual novia del Nobel a la que antes ponían de pareja atacante del futbolista en la prensa del corazón, hablo de que a los dos leí en su momento como articulistas de lo mismo: de fútbol.
Mario Vargas Llosa escribió unos “fenomenales” artículos sobre un mundial de fútbol, mientras que Valdano estaba ocupado ganándolo y tomando apuntes para su actividad posterior.
Y os voy a decir otra cosa: a mi parecer Vargas Llosa escribiendo de fútbol lo hacía mejor que bien, pero Valdano… pero Valdano es argentino. Y si a lo anterior le sumamos la cualidad de que Valdano también es alto, eso dicen, y de que procede del mismo país que procede el Papa de Roma, el próximo año asistiremos al milagro de los grandes galardones y talones, y veremos a Valdano alzarse con la corona de las polémicas.
Porque… el mundo asistirá con asombro y regocijo al nacimiento del primer Nobel de Literatura, escritor, futbolista y cantante de las canchas, en la figura de Valdano. Monaguillo y Mandilón Mayor de la iglesia Maradoniana. Todo ello según el evangelio apócrifo de San Mario, versículo suelto Preysler.
Y aunque todos sabemos que Valdano era un “piernas” como futbolista y un “plumilla” como escritor, también somos conscientes de que nadie gana batallas después de muerto y Borges muerto está. Así que…
¡Viva el vino!





NOTICIAS DE ALAMBIQUE, 28 (2).

Alambique, 28 es una novela negra, atípica, disfuncional y sencilla. Al menos eso era lo que decía la primera foto publicitaria que subí a Facebook.
Es negra porque hay asesinatos. Atípica porque no hay ni buenos ni malos. Simplemente hay personajes que toman malas decisiones.
Lo de “atípica” lo puse, a falta de mejor ocurrencia, porque la forma en que está narrada así lo es. Se huye de la artificiosidad, a posta, y el “tempo” narrativo es para que la novela sea leída del tirón. De ahí se desprendió el comercial “una novela para ser leída del tirón”.
Disfuncional porque la novela tiene tres personajes esenciales sobre quiénes orbita toda la trama, y dos de esos personajes resultan tener comportamientos “ocasionalmente” así, disfuncionales.
Y sencilla porque si a todo lo anterior le unes el uso de un lenguaje sencillo, de una forma de narrar también sencilla y un argumento aún más sencillo, da como resultado una novela sencillísima.
Al menos así lo creo.
La mayor parte de los escenarios que recorre la novela están en mi vida. Fueron vividos por mí mismo. A unos los llevo en el alma y a otros en el olvido. Pero, no son todos los que están, pero están todos los que alguna vez fueron.
No es autobiográfica. ¡Ni de coña! Lo primero que hace cualquier persona que escribe por primera vez una novela suele ser eso. Escribe una autobiografía y además suele hacerlo en primera persona. Alambique, 28 no es autobiográfica. En absoluto. Y tampoco está escrita en primera persona. Así que os tengo que decir algo: si os tomáis la molestia de leerla y encontráis que uso nombres de mi pasado, así como escenarios que también me fueron propios, quedáis advertidos que no es autobiográfica en ningún caso. Yo, en contra de lo que alguno se pueda pensar no soy un asesino. Al menos todavía no.
Bueno, una vez creo que maté una mosca pero… no creo que tal mérito me dé acceso a tal categoría. O sea, depende.
Saldrá a la venta en Amazon (no sé si poner Amazon.es o no ponerlo. No tengo ni puta idea de cómo va eso, y como soy español (por imperativo legal) y más gallego que el orvallo, saldré el último día de la duda.
El 24 de noviembre es la fecha elegida para el lanzamiento para todo el mundo mundial. Y como dispongo de pocos medios, y no hay ninguna editorial detrás haciéndose cargo del marketing, promoción y venta de esta novela, estoy haciendo una campaña publicitaria en Facebook para su lanzamiento.
O sea, la casa por la ventana.
Y el precio, espero que os interese el precio porque según las más ancestrales técnicas de venta eso demostraría cierto interés, será de 2,99 €.
No sé qué más deciros. Creo que Alambique, 28 no me va a hacer rico, pero… sarna con gusto no pica. Eso dicen. Tanto que el autor, no me hagáis mucho caso, se plantea escribir la segunda parte..
Por cierto, si tenéis pensado invertir esos 2,99 euros en la compra de un piso, en un yate o en algo así de relevante, podéis enviarme un e-mail, un guasá, un Messenger o llamarme por teléfono y os enviaré gratis esa novela titulada Alambique, 28, que como bien dice la publicidad casera que se trae el autor es una novela negra, sencilla y disfuncional. Escrita para ser leída del tirón y que sale a la venta el 24 de noviembre en Amazon al fabuloso precio de 2,99 euros.
¿Lo había dicho antes? Pues eso. Atentos, ya falta menos.


FORMAS DE HABLAR.

No cabe duda que la forma de hablar habla mucho de las personas y de algunos personajes. Y es que si a sobrevivir a la hemorragia de siglas en las que vivimos sumergidos le añadimos la pesadez en el uso de anglicismos de forma indiscriminada, y el abuso del pronombre personal mi sin tilde, que se usa sólo (aunque no solo) con un sustantivo detrás, la cosa se vuelve primero empachosa y después casposa.
Sobre todo el que lo usa para reafirmarse en lo que tiene o incluso en lo que desea. Mi casa, mi coche, mi teléfono, mi esposa, mi perro, mi madre... O sea, la madre que te fue pariendo.
Lo de las siglas lo vas aprendiendo, fundamentalmente, con la lectura de los periódicos. La radio y la tele también ayudan en la difusión del dislate. Te informan que vives en un país en el que gobierna la UE, la FED y en el que se tienen muy en cuenta las opiniones del FMI, y que el encargado de los Derechos Humanos (¿DH?) es la ONU que vela porque las injusticias de este mundo sigan siendo injusticias.
Eso sí, todo se hace con la máxima escrupulosidad y el mayor quorum de asistencia. Porque solamente si un montón de personas, de muchos países y muy expertas, se reúnen, se puede dar la feliz circunstancia de no hacer nada haciendo que parezca lo contrario.
Pero la invasión de anormalidades no termina ahí. La lista sería imposible, posiblemente, de enumerar a no ser que te dediques al ensayo, a la filosofía pura, o al estudio comparado de la imbecilidad humana.
Antropología.
También sufrimos la horda de anglicismos que nos invade. Aquí, en este país, no eres nadie si en una conversación no dejas caer un par de anglicismos. ¡Oh, my God! Y si eres de los más modernitos y además escribes expresiones de tal relumbrón te puedes cargar el primer signo de la exclamación porque queda más cool. De tal forma que aquel olvidado y casposo O.K Mckey, y de aquel eslogan del pasotismo que fue demasié para el body, hemos pasado a la gran invasión. En los gimnasios, ¿sitio en el que antes se hacía gimnasia?, ahora se practica el inglés. En la publicidad el inglés es el idioma sol sobre el que orbitan todas las frases que en este mundo son. Salvo, claro, si que lo que se anuncia es un perfume, entonces el francés, ay qué gustito pa mis orejas, aporta una dosis extra de glamour. Y la coletilla o entradilla de muchas frases mejora mucho si utilizas un “palabro” en inglés. Habla bien de ti. Dice que gozas de la capacidad de decir imbecilidades en varios idiomas, y que estás a la moda más modísima del mundo mundial de lo mundialísimo.

Pero si sabes conjugar el pluscuamperfecto de subjuntivo y añades el participo más pasado y epiceno, si eres bebé o gorila o si simplemente eres bobo integral, estarás de acuerdo conmigo, como no puede ser de otra manera, que mi casa es mi house, de la misma forma y manera que la ONU es una house de pilinguis en la que todos están a lo suyo. Al sol que más calienta. O sea, en Román paladino y cristalino: a nuestro money, a yours telephones and yours houses. Adjetivos posesivos ingleses usados como otra forma de colonización. Oueyeahhh!!! Eso sí, paga tú que a mí me da la risa. El mi anterior, como podéis ver, no lleva tilde porque le antecede una preposición. O sea, un lío de cojones. 

Premio Nobel: BOB DYLAN.

Hacía algunos años que se rumoreaba. Y este año la quiniela político-literaria decía que el premio recaería sobre un americano. De un yanqui más concretamente. Y efectivamente, así fue. Sin embargo, el premio no fue para el judío esperado, fue para otro que también andaba a la espera. Porque cuando todos suponíamos que se lo darían al autor de La mancha humana, el premio se lo llevó el autor de Blowin in the wind. Y es que, cuántos caminos tiene que andar un hombre para darse cuenta que es hombre. He ahí la cuestión. Pero como las cuestiones siempre vienen a pares, no es lo mismo Philip Roth que Robert Zimmerman. ¡Dónde va a parar! Porque uno es escritor y el otro el cantautor más famoso del planeta Tierra. A uno sus amigos le llaman Phil y al otro Bob. Uno se apellida Dylan y el otro Roth. Y claro, no es lo mismo. Ni siquiera igual. Y no digo yo, o sea yo mismo, que Bob Dylan no tenga méritos. ¡Quiá! No lo digo porque méritos tendrá. Pero… ¿el Nobel? Bien. El Nobel para un cantante. Para un visionario. Para un héroe americano. Un hijo del marketing. Para un judío errante, que fue católico y que es mediático. Lo merece. ¿Alguien lo duda? Además, es mayor. Y como este año el premio más literario, y más político que en el mundo hay, tocaba ser dado a un americano del norte, le tocó a él. A Bob Dylan. Al autor de Mr. Tambourine man, de la iconográfica Like a Rolling Stone, de… cientos y cientos de canciones. Este año el premio recayó en Bob Dylan, el fenómeno social más americano y más popular de todos los tiempos después de Elvis Pelvis. Lástima, ha ganado la música. Ha perdido la literatura. Y todo para que el señor Bob Dylan siga acumulando premios. Los colecciona. Gana premios musicales y premios literarios. Lo gana todo. Bob Dylan es, en sí mismo, una plusvalía. La imagen visible de la multinacional Bob Dylan. Un rompedor de esquemas. Un tipo capaz de hornear en un concierto, a las pruebas me remito, y de elevarte al umbral de la revolución. Y es, también, un judío errante. Un hombre que buscó y encontró su destino. El éxito. Tan rotundo y aclamado como irregular es su voz. Y es que los suecos reinventan la parafernalia anualmente, y este año la corona de laurel y la pasta gansa del premio se la regalan a mr. Bob Dylan, nacido Zimmerman, judío, poeta y cantante. Sin duda el mundo está de enhorabuena. Lo malo, como decía el despechado y malhumorado Cela de otro premio es que: “El Cervantes es un premio lleno de mierda”. Hasta que se lo dieron, claro. Después cobró el talón y…. eso: se limpió el culo con el galardón. Pues ahora, lo mismo. Enhorabuena, venerable Bob. Dale recuerdos a Dylan. De mis partes, siempre. O sea, for ever. 

PERIFOLLO NICANOR.

Caminaba el otro día por el arrabal donde vivo cuando a lo lejos lo vi. Perifollo Nicanor estaba a diez metros. Hacía años que no le echaba la vista encima, y al primer vistazo ya estaba harto de su presencia. Sociabilidad. Nos saludamos, yo con un desagradable golpe de cabeza, y él con un enfático ¿qué es de tú vida, tío? Me preparé para lo peor. Sí, porque Perifollo Nicanor, que en realidad se llama Evaristo Rodríguez, hijo de Julián y Marifé, no es un hombre peligroso en sí mismo. Lo es por las cosas que cuenta. Es un innovador. O sea, un emprendedor de la palabra. Siempre vive al límite entre la imaginación, la fantasía y la mentira. Y lo que él llama originalidad, la mayoría lo considera simple pesadez.
Fue verme, vernos, y venirse arriba (que dicen ahora los modernitos). Me empezó a contar, sin que viniera a cuento, con Perifollo Nicanor nunca nada viene a cuento, los sitios tan originales en los que había hecho el amor. Que si en una “gamela”, en el tren, en un avión, en la playa, en un pinar, en el retrete de un bar, en… El tío estaba embalado.
Por supuesto ni yo ni nadie que conozca al pimpollo Pimpollo Nicanor le presta la más mínima atención, y ni tan siquiera le da la más mínima credibilidad, porque todos sabemos lo que sabemos. Y como lo sabemos, obramos en consecuencia. Pero, yo soy uno de esos tipos, tampoco creo que sea una excepción, que no gusta de ser tocado en sus partes sin que venga a cuento, y si encima tampoco hay ánimo de lucro en los tocamientos, prefiero que otros disfruten de los honores. Hay mucho necesitado. Fue por eso, y sin querer ser, ni resultar, excesivamente maleducado, que le contesté a Perifollo Nicanor: Y a mí qué cojones me cuentas, Perifollo. ¿Por qué no te vas a dar la chapa a los presos de Soria? Perifollo Nicanor lejos de enfadarse, jamás lo hace, me miró con condescendencia y me dijo: tampoco hace falta que te pongas así. Es que me contaron una cosa de ti que, no sé… me pareció tan rara que me motivó a contarte lo que te cuento. Replique, seguro que es mentira. ¿Qué te contaron si saberse puede? Pues verás, el otro día me encontré con Jaime Ínfulas, ¿te acuerdas de él? Y me dijo, que tú le habías dicho, que en una ocasión habías hecho el amor en Muxia. ¿Y…? Que me pareció original que le dieras al fornicio allí. ¿Por? Hombre, no todo el mundo puede decir que hizo el amor sobre la mismísima piedra de abalar, ¿no te parece? Ahhh. Qué cosas. Ya sabes lo que se dice de algunas cosas, Perifollo: puede que sea verdad y que no haya sucedido. ¿Me explico? Quizá, tal vez, a lo mejor, es como aquello que dijo un tipo que una vez echó un “polvo” en el Partenón. “Dos mil años nos contemplan”. Igualito.  



EL TIMO DE LA ESTAMPITA DE NUESTROS DIRIGENTES.

Si una persona cobra una prestación del Inem porque reúne las condiciones necesarias para ello, puede perderla si tiene otros ingresos.
Sin embargo, los ex presidentes del gobierno tienen derecho a recibir un sueldo de por vida, ayuda administrativa, gastos de representación y escoltas sin tener en cuenta el dinero que ingresen por dar conferencias, ¿escribir libros?, por asistir a consejos de administración, por gestiones propias o no propias, por… Sin límites. Puede ingresar lo que quiera sin temor a que el Estado le saque alguna prebenda.
¿Y después de esto todavía hay gente que se atreve a sostener que la Ley es igual para todos?
Sí, hay gente que no personas. Y mucha. Y no son sólo los usuarios de tales prebendas los defensores de lo indefendible. También hay millones de personas amaestradas para, unas veces cerrar los ojos y otras mirar a otro lado. Según convenga.
Pero, para más recochineo, hay que ver las cantidades que cobran los unos y los otros.
La cifra que no puede exceder un parado si no quiere perder su subsidio es, más o menos, 8.000 euros anuales. Por el contrario los ingresos de los prebostes pueden alcanzar el infinito sin que les pase absolutamente nada.
Ejemplo práctico:
Un parado que tenga un subsidio con unos ingresos de 426 euros al mes si, por lo que sea, ingresa una cantidad superior a 5.000 euros puede ser sancionado con la pérdida de dicho subsidio o penalizado, uno o varios meses, con la pérdida del mismo.
Esta práctica se pasa por el arco de triunfo el concepto derecho consolidado de las personas. Eso por no hablar de lo oneroso que resulta vivir en un país que beneficia al rico a costa de jorobar al más necesitado.
La práctica ha alcanzado tal grado de cinismo, gracias, entre otras cosas a la connivencia de los votantes, que afecta a todo el mundo que perciba un sueldo del Estado. Parados, pensionistas, etc. A todos menos a ellos, a los que hacen leyes injustas y no modernizan lo obsoleto. Ellos pueden cobrar por todo y a la vez.
Ellos, los políticos, cobran, viajan, tienen asistentes administrativos y escoltas pagados por el Estado, independiente de los ingresos que perciban por ser ex de lo que hayan sido.
Hay que tenerlo claro La Ley es igual para todos es un acto de cinismo más. De la misma manera que Hacienda somos todos es un eslogan.
La prueba del nueve de la falacia la tenéis en que un Grande de España, porque sí, por el mero hecho de serlo y por el gran mérito que es heredar, tiene derecho a tratamiento de excelentísimo/a señor/a y que su primogénito/a nace con derecho a ese tratamiento.
La prueba de la ignominia la tenéis en el Congreso, en el Senado. Mientras diputados o senadores tienen derecho a pensión máxima por siete años cotizados, el resto de los trabajadores, los que sostienen a este país, tienen que cotizar por 35 o 37.
Si a los casos anteriormente expuesto, podría poner un ciento más, le sumamos la falta de transparencia, la corrupción, los desfalcos, las prevaricaciones, la falta de un código penal y civil acorde a las circunstancias, y la escasa voluntad de remediar las cosas, podríamos decir, sin caer en la exageración, que este país además de muchos pobres también hay muchos tontos. Demasiados.
Tontos que no contentos con ser robados colaboran gustosamente a esta sangría y aceptan el timo de la estampita a la hora de votar. Siempre al más corrupto.








CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA.

Se acabó el culebrón, empieza el dramón.
A partir de hoy el futuro del Psoe está en el aire. Porque, ¿a partir de ahora qué van a hacer? ¿Se van a atrever a colocar a Susana Díaz al frente del partido?
No tengo ni idea de lo que hará el Psoe, lo que sí se puedo intuir es que a partir de ahora tienen un trabajo ímprobo por delante y que la solución o soluciones no van a estar disponibles a tiempo para enfocar unas terceras elecciones de forma positiva. Pero no llegarán a eso. Lo saben. Por eso, a partir de ahora y más que nunca, se hace inevitable un pacto, un acuerdo o una componenda con el Pp y que sean ellos, los adversarios políticos, los que les den árnica y tiempo para encontrar al sucesor o sucesora de Pedro Sánchez.
Se acabó el experimento Sánchez. Cometió demasiados errores, y los cínicos que no los críticos jamás estuvieron por la solución Sánchez. Escribo cínicos de forma consciente. Los prebostes del partido jamás lo soportaron. Lo soportaron, le hicieron la cama todo lo que pudieron y lo finiquitaron con mayoría de navajazos. El cinismo en estado puro ganó el pulso. La razón y las formas quedaron aparcadas y prefirieron solucionar sus diferencias a navajazo limpio.
¿Acaba de morir el Psoe? ¿Tendrá razón Solana cuando dice que “cuando se tome conciencia del destrozo, todos preferirán 85 diputados”.
No creo, es un partido demasiado potente y establecido en el imaginario popular para morir de forma súbita. Su existencia conviene a todos los poderes fácticos de este país. Ahora todos harán lo imposible para insuflar aire al moribundo. Los editorialistas aminorarán sus vehemencias, los del Partido Popular lamentarán públicamente el espectáculo ofrecido y gobernarán otros cuatro años más. Y la culpa de todo ello radica en la incompetencia del propio Sánchez para lidiar con los detractores de su propio partido, y en las urgencias mostradas por los líderes territoriales.
Cuando Isidoro dimitió emergió Felipe González, el pragmático. Aparcaron el marxismo para llegar a las mayorías y porque un líder marxista no tenía cabida en el fabuloso mundo social-demócrata. Y después, en aras de la gobernabilidad y de sus propias ambiciones, renunciaron a la marca de fábrica que el Psoe tenía en su origen: la República.
A la traición la llamaron estrategia.
Antes, en la Transición, por un momento el electorado vio (vimos) en Felipe González y en el Psoe el partido que España necesitaba para modernizarse. Lo hicieron, se acomodaron, se acostumbraron a fumar Cohibas y empezó el olor a podrido. Aquel presidente elegido con una mayoría absoluta aplastante comenzó su deriva personal hasta acabar siendo víctima de sí mismo, de los aduladores que lo rodean (y a los que baila el agua), hasta acabar convirtiéndose en un millonetis que en su tiempo libre ejerce de gurú en su partido.
Creo que debe ser algo habitual que los que son culpables de algo y que nunca fueron juzgados por nada se crean más listos que los demás. Es el caso de Felipe González. Una rémora. Un jubilado muy ocupado en hacer dinero y en viajar por el mundo haciendo gestiones para él y para quien se las encarga para mayor gloria de su cuenta corriente.
Su actual brazo armado, Susana Díaz, ha ganado.
Pues bien, Susana Díaz ha perdido.
Han perdido todos.
Y es que, ¿qué han ganado? ¿Descrédito?
El último que apague la luz.