Si una persona cobra
una prestación del Inem porque reúne las condiciones necesarias para ello,
puede perderla si tiene otros ingresos.
Sin embargo, los ex
presidentes del gobierno tienen derecho a recibir un sueldo de por vida, ayuda
administrativa, gastos de representación y escoltas sin tener en cuenta el
dinero que ingresen por dar conferencias, ¿escribir libros?, por asistir a
consejos de administración, por gestiones propias o no propias, por… Sin
límites. Puede ingresar lo que quiera sin temor a que el Estado le saque alguna
prebenda.
¿Y después de esto
todavía hay gente que se atreve a sostener que la Ley es igual para todos?
Sí, hay gente que no
personas. Y mucha. Y no son sólo los usuarios de tales prebendas los defensores
de lo indefendible. También hay millones de personas amaestradas para, unas
veces cerrar los ojos y otras mirar a otro lado. Según convenga.
Pero, para más
recochineo, hay que ver las cantidades que cobran los unos y los otros.
La cifra que no puede
exceder un parado si no quiere perder su subsidio es, más o menos, 8.000 euros
anuales. Por el contrario los ingresos de los prebostes pueden alcanzar el
infinito sin que les pase absolutamente nada.
Ejemplo práctico:
Un parado que tenga un
subsidio con unos ingresos de 426 euros al mes si, por lo que sea, ingresa una
cantidad superior a 5.000 euros puede ser sancionado con la pérdida de dicho
subsidio o penalizado, uno o varios meses, con la pérdida del mismo.
Esta práctica se pasa
por el arco de triunfo el concepto derecho
consolidado de las personas. Eso
por no hablar de lo oneroso que resulta vivir en un país que beneficia al rico
a costa de jorobar al más necesitado.
La práctica ha alcanzado
tal grado de cinismo, gracias, entre otras cosas a la connivencia de los
votantes, que afecta a todo el mundo que perciba un sueldo del Estado. Parados,
pensionistas, etc. A todos menos a ellos, a los que hacen leyes injustas y no
modernizan lo obsoleto. Ellos pueden cobrar por todo y a la vez.
Ellos, los políticos,
cobran, viajan, tienen asistentes administrativos y escoltas pagados por el
Estado, independiente de los ingresos que perciban por ser ex de lo que hayan
sido.
Hay que tenerlo claro
La Ley es igual para todos es un acto de cinismo más. De la misma manera que
Hacienda somos todos es un eslogan.
La prueba del nueve de
la falacia la tenéis en que un Grande de España, porque sí, por el mero hecho
de serlo y por el gran mérito que es heredar, tiene derecho a tratamiento de
excelentísimo/a señor/a y que su primogénito/a nace con derecho a ese
tratamiento.
La prueba de la
ignominia la tenéis en el Congreso, en el Senado. Mientras diputados o
senadores tienen derecho a pensión máxima por siete años cotizados, el resto de
los trabajadores, los que sostienen a este país, tienen que cotizar por 35 o
37.
Si a los casos
anteriormente expuesto, podría poner un ciento más, le sumamos la falta de
transparencia, la corrupción, los desfalcos, las prevaricaciones, la falta de
un código penal y civil acorde a las circunstancias, y la escasa voluntad de
remediar las cosas, podríamos decir, sin caer en la exageración, que este país
además de muchos pobres también hay muchos tontos. Demasiados.
Tontos que no contentos
con ser robados colaboran gustosamente a esta sangría y aceptan el timo de la
estampita a la hora de votar. Siempre al más corrupto.
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