QUIJOTES DE PLASTILINA: RAMÓN ESPINAR.

Los quijotes de lo ajeno son aquellos que una vez sorprendidos en la frontera que hay entre la ética, la decencia y la legalidad, siempre optan por la última opción (por la legalidad) como forma de justificación.
Después de hacer eso los más osados suelen recurrir al argumento, se supone que expiatorio, de la campaña orquestada y del acoso y derribo. Pero si aún así las cosas no terminan de arreglarse echan mano del dogma de fe: dicen ser víctimas de oscuras y espurias fuerzas del mal.
El culpable puede ser el Estado, un poderoso medio de comunicación que utiliza, supuestamente, información privilegiada proveniente del CNI (Centro Nacional de Inteligencia), un taimado adversario político o la señora de la limpieza que esa mañana se levantó chunga.
Vale todo y todo sirve a los interesados en explicar lo inexplicable.
Y aunque es verdad que ser listo no es ilegal de la misma manera que tampoco lo es ser “hijo de papá”, tampoco parece muy normal que un nené de veintiún años consiga un préstamo de papá, de mamá o de la abuela para comprar un piso de protección oficial. Pero como el niño es listo, aunque no previsor, en cuanto le concedieron el inmueble cayó en la cuenta de que no tenía dinero para pagar la hipoteca. Ante lo cual me pregunto, ¿el dinero no se lo había dejado la familia? Como es normal, el listo de turno puso inmediatamente a la venta el inmueble por el precio máximo. Obtuvo una plusvalía y aquí paz y después gloria.
Todo legal, todo asqueroso.
Mal empezamos.
Echenique no dio de alta a su asistente por “hacerle un favor”. Qué considerado. Tania Sánchez fue víctima de ataques furibundos por unas pequeñas subvenciones (un millón de euritos) a una cooperativa de alguien que le resultaba familiar e hizo algo parecido con su VPO. Pablo Iglesias vive en otra VPO de su mamá porque es un chico modesto con unos ingresos que apenas superan los ciento veinte mil euros anuales, y… Continuará.
Detrás del oreo de esta ristra de legalidades poco éticas están las fuerzas oscuras. Y aunque la cosa está lejos de alcanzar las aberrantes cifras de los adalides del “sentido común” y de la “transparencia” que están empeñados en llevarse la caja de la marca España o de deslocalizarla en Suiza, estos chicos parece que están aprendiendo bien la lección. Tan bien la han aprendido que sólo leyendo los apuntes ya van para nota. O para notas. Depende de cómo lo mires.
Por tanto, España puede estar tranquila porque además de ir bien, cojonudamente bien para los “listos”, se puede constatar que las nuevas generaciones vienen empujando fuerte.
Así que ya sabéis, a partir de ahora no levantéis el puño, levantar la cuchara. Y regocijémonos con la noticia, porque la buena nueva es que los niños ya no nacen con una barra de pan debajo del brazo, ahora vienen con VPO.



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