Los quijotes de lo
ajeno son aquellos que una vez sorprendidos en la frontera que hay entre la
ética, la decencia y la legalidad, siempre optan por la última opción (por la
legalidad) como forma de justificación.
Después de hacer eso
los más osados suelen recurrir al argumento, se supone que expiatorio, de la
campaña orquestada y del acoso y derribo. Pero si aún así las cosas no terminan
de arreglarse echan mano del dogma de fe: dicen ser víctimas de oscuras y
espurias fuerzas del mal.
El culpable puede ser
el Estado, un poderoso medio de comunicación que utiliza, supuestamente,
información privilegiada proveniente del CNI (Centro Nacional de Inteligencia),
un taimado adversario político o la señora de la limpieza que esa mañana se
levantó chunga.
Vale todo y todo sirve
a los interesados en explicar lo inexplicable.
Y aunque es verdad que
ser listo no es ilegal de la misma manera que tampoco lo es ser “hijo de papá”,
tampoco parece muy normal que un nené de veintiún años consiga un préstamo de
papá, de mamá o de la abuela para comprar un piso de protección oficial. Pero
como el niño es listo, aunque no previsor, en cuanto le concedieron el inmueble
cayó en la cuenta de que no tenía dinero para pagar la hipoteca. Ante lo cual
me pregunto, ¿el dinero no se lo había dejado la familia? Como es normal, el
listo de turno puso inmediatamente a la venta el inmueble por el precio máximo.
Obtuvo una plusvalía y aquí paz y después gloria.
Todo legal, todo
asqueroso.
Mal empezamos.
Echenique no dio de
alta a su asistente por “hacerle un
favor”. Qué considerado. Tania Sánchez fue víctima de ataques furibundos
por unas pequeñas subvenciones (un millón de euritos) a una cooperativa de
alguien que le resultaba familiar e hizo algo parecido con su VPO. Pablo
Iglesias vive en otra VPO de su mamá porque es un chico modesto con unos
ingresos que apenas superan los ciento veinte mil euros anuales, y… Continuará.
Detrás del oreo de esta
ristra de legalidades poco éticas están las fuerzas oscuras. Y aunque la cosa
está lejos de alcanzar las aberrantes cifras de los adalides del “sentido común” y de la “transparencia” que están empeñados en
llevarse la caja de la marca España o de deslocalizarla en Suiza, estos chicos
parece que están aprendiendo bien la lección. Tan bien la han aprendido que
sólo leyendo los apuntes ya van para nota. O para notas. Depende de cómo lo
mires.
Por tanto, España puede
estar tranquila porque además de ir bien, cojonudamente bien para los “listos”, se puede constatar que las
nuevas generaciones vienen empujando fuerte.
Así que ya sabéis, a
partir de ahora no levantéis el puño, levantar la cuchara. Y regocijémonos con
la noticia, porque la buena nueva es que los niños ya no nacen con una barra de
pan debajo del brazo, ahora vienen con VPO.
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