El Dios Lesmes.



Que la máxima autoridad judicial de nuestro país afirme sin rubor alguno que,  “las críticas al tribunal de 'La Manada' pueden "comprometer gravemente" el sistema de Justicia” da para pensar, y mucho.

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua, crítica tiene dos acepciones: Primera: analizar pormenorizadamente algo y valorarlo según los criterios propios de que se trate. Segunda: hablar mal de alguien o de algo, o señalar un defecto o una tacha suyos.
Evidentemente, y si habéis leído hasta aquí, el Presidente del Tribunal Supremo y al tiempo también Presidente del Consejo General del Poder Judicial, parece desconocer lo que significa la palabra crítica en cualquiera de sus acepciones. Aunque, eso sí, de leyes debe saber muchísimo.
Tampoco parece entender el señor Lesmes, pluriempleado en presidencias varias, aquello que aquello que se refiere a la libertad de expresión, la libertad de opinión o de pensamiento, es un Derecho Fundamental y que, al igual que cualquier otro Derecho, está regulado por leyes que amparan supuestamente su buen funcionamiento.
Por tanto, y sin querer caer en ningún tipo de extremismo o demagogia alguna, que la máxima autoridad legislativa de nuestro país haya dicho lo que dijo, de boutade no pasa.
Sí, boutade. Intervención pretendidamente ingeniosa, destinado por lo común a impresionar. O boutade, según el Real Entender Callejero, salida de pata de banco, mear fuera del tiesto.
Sí, señor Lesmes: usted, con sus declaraciones, ha meado fuera del tiesto.
Porque, resultando, considerando y también presuponiendo, que usted sabe todo lo anterior, ¿qué es lo que usted pretende con esas declaraciones? ¿Silenciar la crítica? ¿Impermeabilizar la judicatura? ¿Hacer un chascarrillo?
No sé, también presupongo, que usted sabe mejor que nadie que vivimos en un Estado de Derecho en el cual todos tenemos la obligación de cumplir y de acatar las leyes. Como también debería de saber, y de respetar, el derecho que tenemos todos al uso de la crítica, que también podemos aspirar a que se reforme lo que está mal, y que por tanto, también tenemos derecho a discrepar.
¿O acaso cree usted que los jueces son infalibles?
Hombre, Lesmes, ¡hasta ahí podíamos llegar!
Y otra cosa, con la ley actual habría bastado y sobrado para tipificar el proceder de esos bestias autodenominados “La Manada”. Sin ninguna duda.
Claro que, una cosa es poder y otra bien distinta querer.   


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