El Ciudagramo Rivera y la Talquistina.


“Parece que le maneja un ventrílocuo cuando está en la silla. Es imposible que esté usted quiero cuando intervenimos los demás. De verdad, hágaselo mirar. Póngase un espejo, unos vídeos… Le entra un tembleque… Deje de increparnos a los demás”— le dijo el portavoz del PNV, Aitor Esteban, a Ciudagramo Rivera el otro día en el Congreso.
Porque sí, porque una vez más Ciudagramo Rivera había metido la pata. Había solicitado, otra vez el muy cansino, la activación del 155 y fue cuando el vasco subió a la palestra y lo puso en su sitio, y en apenas tres  minutos retrató al catalán, quien presa de su baile de San Vito habitual gesticulaba y rascaba por la bancada.
 Es al Gobierno al que le corresponde valorar si se dan o no las circunstancias que correspondan al 155, no al parlamento. Eso es querer arrojarse indirectamente un protagonismo que constitucionalmente no le corresponde ni al grupo proponente ni a esta cámara”.
Fin de la discusión por K.O. técnico del adversario.
Ciudagramo Rivera Intercambió unas muecas con uno que tiene al lado, un tal Girauta, ese camaleón político que siempre está al sol que más conviene, y vuelta a la rascada, al tic y a estirar la chaqueta.
Ante lo cual me pregunto: ¿tiene un problema Ciudagramo Rivera o lo tenemos nosotros por culpa de los adictos que lo votan?
Porque tengo la impresión de que las nuevas promesas de la política en cuanto se colocan pierden el norte. Y colocados están. Y muy bien, además. Tienen un buen sueldo, gastos de representación de todo tipo, teléfono, tableta y todo tipo de prebendas y artilugios que les facilitan el trabajo, y encima una cafetería subvencionada en la que ponerse ciegos a precio módico con la ventaja de que en el Congreso de los Diputados no tienen que pasar ningún control de alcoholemia. Claro que, comparados con los del el Senado, son unos desclasados. Allí tienen piscina, tiempo de sobra para rascarse los pelendengues y envidiar a los de Estrasburgo que gozan de sueldos siderales por, básicamente, no hacer nada, aunque los días de mucha faena sufran de agujetas al levantar el brazo.
Si la vida de Ciudadagramo Rivera fuera llevada al cine habría que descifrar el significado de este gran Rosebud de las rascadas.
Los periodistas indagarían y tendrían que elegir entre diferentes explicaciones la clave de bóveda que aclarase la personalidad de personaje tan picajoso. Y quizá, Rosebud sólo fuera el nombre dado a las partes íntimas de una mujer, como sucede en  Ciudano Kane, o, tal vez, sólo fuera el nombre del trineo de su infancia. En todo caso, visto lo visto, y escuchado a Aitor, nieve tendría que haber. Seguro, aunque no sé si ésta es la explicación que explique a sujeto tan inexplicable como picajoso.


  


Una, grande y libre de mierda.

                                                        Foto del bilingüe real (especie de la que se espera su extinción).


Ahora resulta que al hombre al que le regalaron un Estado, al que han regalado más títulos que al Casado, al actual Rey de España para vergüenza de los españoles, al que sacan en la televisión a darle consejitos a la juventud, al que tiene un cuñado en la cárcel por trincón, una hermana fusa, otra semifusa y al que le espera una herencia del copón con todas las cosas que su papaíto afanó en sus años de calzón quitado que fue su reinado, nos lo quieren vender envuelto en papel de regalo catódico.
Claro que si tenemos en cuenta el perfil de los que, supuestamente, nos lideran se entiende mejor la cosa. Porque por un lado tenemos al antes nombrado Casado, máster en diferido, al que la Justicia no investiga por no ir a clase, pero sí aplaude la gracia de ir a recoger título tan preciado; a Ciudadanos un partido que dice ser liberal, de centro-izquierda, pero que pacta con los carrileros de la extrema derecha y a un Gobierno entero deshojando la margarita de su incompetencia mientras se pasea peligrosamente por el alambre.
Si a lo anterior sumamos que, al anterior Rey de España, al emérito y sin embargo Campechano, no se le puede juzgar ni investigar por nada porque la Constitución, esa “parida” elevada al ringorrango de Carta Magna, lo dotó de inviolabilidad; al capote de Estado que se les está echando a los Jordi Pujoles de la vida para que no sean juzgados hasta que la muerte los libere del sufrimiento  y a las lecciones que nos dan esta retahíla de botarates antes mentada, la cosa parece no tener arreglo, el cachondeo está servido.
Y así terminamos, un año más. Haciendo listas de cosas irrelevantes para  entretener al respetable:
10 novelas que no te puedes perder recomendadas por… 10 películas imprescindibles según… 10 hijos de su madre a los que vamos a exonerar por… Y así hasta el atragantamiento de las 12 uvas. Campana y se acabó.
Otro año que termina y seguimos donde estábamos: en el trampantojo de la democracia. “Queda todo atado y bien atado”, que decía aquél general superlativo acabado en ísimo.
La  transparencia brilla por su ausencia hasta en las cosas más sencillas.
No sabemos, no nos dicen y aún encima aplaudimos con las orejas que nos mantengan desinformados. Aceptamos pulpo como animal de compañía. Subida de SMI, qué guay; traslado inminente de la momia del general, qué chachi; y todo sin quiera arremangarnos, sin tener que ponernos ningún chaleco amarillo. ¡Chachipén!
La gente teniendo fútbol, toros y algo de calderilla para cañas ya está presta al alardeo en barra. Sube el euríbor de listillos, otra vez, para escarnio de los que viven de prestado, de los siempre hipotecados que enfangados por los créditos festejan las promesas recibidas. Millonarios somos los  mil euristas. Deo gracias.
La revolución y las ínfulas revolucionarias se aplacan y mucho; se ha visto en Francia, les congelaron unas tasas, les dieron 100 euritos de propina y todos para casa. Objetivo cumplido. Todos  contentos y satisfechos. Trabajo terminado y chaleco amarillo colgado. Tanta satisfacción produce sonrojo, pero, bueno… aplaudamos.
Somos ovejas, mansos corderos que creen haber sido invitados a una fiesta, cuando la realidad es que sólo somos el alimento necesario que estas pirañas necesitan para subsistir.
Nuestros gobernantes saben de nuestras debilidades y las utilizan en su favor. Ofrecen, prometen, hablan de cosas que ponen cachondo al personal como la unidad de España, y se sacrifican por el bien de sus carteras, al tiempo que despliegan todo el catálogo de prevaricaciones. Porque saben que, en la mayoría de los casos, van a quedar impunes, que se van a irse de rositas y que van a poder disfrutar de lo rapiñado.
A los juzgados sólo llegan el 3% de las mordidas y para eso años después, cuando lo desfalcado prescrito está, cuando ya hay otra dirección en los partidos, cuando todos pueden decir  aquello que lo que se  juzga no es cosa de ellos, que no son más que cosas del pasado y que el pasado, pasado está.
Siempre igual: Una, grande y libre debajo de una alfombra de mierda llamada España.
Desde los Reyes Católicos  a nuestros días. Por saecula, saeculorum. Amén y que no decaiga.


Gente de mierda.


La cantidad de personajes que la actualidad inmola anualmente en esa hoguera de las vanidades que es la popularidad nunca dejará de asombrarme.
Se trata de personas que, si algún día aportaron algo, ahora simple y llanamente están de más.
Unos se han convertido en caricaturas de sí mismos, otros siempre lo han sido y todos viven el esplendor que la obsolescencia televisiva ofrece.
Hablan y dicen lo de siempre, lo habitual: nada.
Los orean en las televisiones el olor a alcanfor y naftalina que desprenden. En las radios y en los periódicos expanden su oler a revenido y putrefacto. Y encima, agradecidos, se muestran belicosos. Atacan con “su” verdad por delante y por detrás, cuando todos sabemos que nada hay más engañoso en este mundo que la supuesta verdad, máxime si es “su verdad”, la verdad fantasmagórica que estos personajes aportan. Consiguen lo imposible, la extraña paradoja de que cualquier parecido con la realidad sea mera coincidencia.
La nómina de estos personajes que aporta la supuesta derecha española (carpetovetónica hasta la náusea,  grande y libre de impuestos) es más que notable. Grande es el esfuerzo. Libres los estreñidos. En esta lista se podría incluir a todos los ex que peperos son o que peperos fueron. Todos están en posesión de la verdad, de “su verdad” de folclórica de la señorita Pepis. Todos cursan declaraciones con descaro, con total ausencia de auto crítica y hablando siempre ex cátedra como los buenos iluminados que son. Repiten su catecismo tal mantra fuere: Palabra de Aznar, te alabamos imbécil. Ad infinitum. Y aun así, y pese a la vergüenza ajena que tal gente produce, estos personajes tienen miles y miles de adictos. Al parecer, lo del Síndrome de Estocolmo tiene variantes poco estudiadas. Porque hay gente que los admira, que los quiere, que los idolatra. Nunca los batracios habían tenido  tan buen cartel y tan buena prensa.
Curiosamente, la supuesta izquierda también aporta un buen número de personajes a este circo de tres pistas. Personajes que, siempre insólitos y también instalados en “su verdad”, al igual que sus homólogos de la supuesta derecha, ofrecen discursos caducos y trasnochados a sus parroquianos. Siempre dan su opinión altruista arrimando todos el ascua a su sardina haciendo bueno aquello del ande yo caliente y ríase la gente, siempre tratan de hacer más creyentes a los ya de por sí crédulos y siempre dispuestos a alimentar a sus hooligans con “su verdad”. La única, la auténtica, la verdad revelada.
Después, lo malo que tienen los que nunca dudan es que siempre encuentran excusas cuando  llegan los fallos.
Sería bueno constatar que, a mí, todos estos personajes me sobran. Todos. Por repetitivos, por chuscos, por liantes.
Me sobran los Aznar de la vida y los Willy Toledo de los cojones. Tanto monta, monta tanto. Me parecen prescindibles los Monederos y los Rufiánes, así como la piara de Felipes y Marianos que tenemos en nómina en el epígrafe vampiros.
Y es que, aunque en la tele salga un busto parlante, con sonrisa cínica y mofletes colorados llamado Rufián o algún estómago agradecido llamado Aznar, Toledo, Monedero…, a decir “su verdad”, todos sabemos que la credibilidad que tienen estos personajes es la misma que tiene el croar de los batracios por allende esas charcas.
O sea, nada: hablamos de  lo insulso, de gente de mierda.


Populismo para las amebas.


Hay días que te levantas tarareando una canción y otros menos afortunados en los que recuerdas una frase:
“La historia se repite dos veces, primero como tragedia, y luego como farsa”.
Si tuviera tiempo para perderlo en más tonterías de las habituales, me preocuparía; pero como no es así prefiero imaginarme que sólo estoy ante un signo más de estos nuevos tiempos de modernidad en los que parecemos instalados. Además, la frase quizá os suene todavía más exagerada cuando sepáis quién fue el autor: Karl Marx.  
Los tiempos no son propicios para el autor de la mentada frase, máxime si tenemos en cuenta que los libres y supuestos pensadores extremistas de ambos lados (extrema derecha y extrema izquierda) parecen haber encontrado acceso directo a las mentes de los ciudadanos-amebas con los que convivimos y se han adueñado de su voto.
40  años de tragedia después los españoles mendigan otra taza de drama y los políticos, amables ellos, a cambio les ofrecen dos tazas a ver si revientan con el empacho. A los que no queremos taza de tragedia nos ofrecen un embudo, y si te lo tragas bien y  sí no, también. Nuevas formas de modernidad encubren los trajes a medida de la caspa habitual. Las sinergias de la derecha, uniendo a carpetovetónicos con liberales y a caduco-trasnochados con nacionalistas unigénitos y grandes de España ha encontrado un filón en el votante cañí que, desesperado por su falta de neuronas e impelido por su odio ancestral a lo diferente, y encima animal reprimido donde los haya, amenaza con devolvernos a la caverna en la que vivimos sumidos otrora durante 40 años.
El populismo vuelve por sus fueros. La derecha, la de centro, la casual y la extrema aúnan sus voces frente a esos chicos malos que gobiernan por decreto amparados por los  juanes sin tierra nacionalistas y por revolucionarios siempre dispuestos a soñar con  tomar el cielo al asalto.
Todo muy teatral y vergonzoso, la verdad.
Leer que el receptor de óbolos en forma de Máster y enchufes varios, licenciado prodigioso y lenguaraz profesional de atril, profetizar que el día que llegue a presidente la primera decisión que tomará será aplicar  un 155 de amplio espectro a Cataluña, tiene el mismo valor profético que recordar a Karl Marx y la frase antes mentada.
Así que, entre los que quieren tomar el cielo al asalto y los que quieren llevarnos de un salto de nuevo al infierno, prefiero a los plusmarquistas mundiales de salto en vallas: el auténtico héroe de nuestro mundo.
A su lado, los nacionalistas palidecen, y los extremistas y los revolucionarios de toda laya y siempre de ocasión bailan la conga.

Chalecos amarillos, ¿qué hay de lo mío?


De repente, una horda enfurecida toma las calles, las carreteras y se adueña de las rotondas. Exhiben banderas como la Gwen ha du, crean grandes alborotos y reciben palos a mansalva. Están exasperados, poseídos por la ira, la hecatombe parece cernirse sobre sus vidas. Y yo, aquí, lejos. Haciéndome ilusiones. La revolución ha vuelto a prender en la patria madre de todas las revoluciones. Los franceses vuelven a liarla. Una nueva toma de la Bastilla se adivina en la lontananza. Por la libertad, por la igualdad, por la fraternidad. Pero, ¡ay, no!, me he equivocado.  Ha sido una ilusión óptica. Disculpen, estaba viendo un capítulo de A very secret service, una serie francesa con título inglés, simple y disparatada. ¡Qué desilusión! Y yo que creía que los que protestaban lo hacían por  cosas importantes, no sé, el hambre en el mundo, la migración o por el cambio climático y resulta que no, resulta que  protestan, que protestaban por la subida de los carburantes, o sea, traducido, por la subida de la puñetera gasolina. Lástima, con la ilusión que me  hacía eso de la revolución y van  y nos suben la gasolina. Serán cenizos. Cómo para no protestar. Esto es un sindiós. Por la gasolina lo que haga falta, que hace falta sacar la bandera de Bretaña, la  Gwen ha du, pues se saca. Y punto. No se hable más. Y si hace falta hacer más, incluso nos ponemos y hacemos otra cruzada contra el infiel. ¡Cagonlacona, con ilusión que me hacía comprobar si debajo de los  adoquines había playa o sarracenos! Pues nada, me quedo con las ganas, tendré que seguir esperando a la próxima ventolera. De todas formas, yo a partir de hoy voy a salir a la calle a protestar. Lo digo para que conste. Es más, le voy a exigir al puto ayuntamiento de rojos en el que  vivo (me gobiernan y marean los de En Marea, alternativamente) el servicio adecuado que necesita cualquier aspirante a revolucionario de provincias y, o me ponen línea de bus gratuito a alguna rotonda francesa o les llamo fachas. Qué carallo, ¡yo lo que quiero es protestar! Aunque sea por la gasolina. Además, anuncio que: o dejan que me manifieste y rompa cosas o salgo a la calle el día de Reyes armado de megáfono y le digo a todo quisqui que el rey Baltasar, el negro para que os deis cuenta, en realidad es un puto concejal robándole el trabajo a un emigrante. Y  encima, el muy cerdo, se embadurna la cara con betún.  
Ahora ruego que me disculpéis y marcho que tengo que marchar, pues he visto una rotonda repleta de tipos con chaleco amarillo haciendo pruebas de alcoholemia y me temo que como me hagan soplar voy a tener que bufar. Así que:
Viva la revolución, aunque mejor yo me doy a la fuga.

Vamos a contar mentiras, tralará


Escribe Elvira Lindo, en el artículo que le publican hoy en El País Ella votó a quien quiso, que el 6 de diciembre de 1978, miércoles y día que se ratificó la Constitución Española, fue el día más importante de su educación cívica.
Sin embargo, yo, Luis Germán López Teijeira, alias  Luis Teixeira, escribo en este post que lo único que recuerdo de aquel puñetero  día era que llovía (lo de que era miércoles lo miré en internet), y que me levanté a la hora  de comer, aunque eso último sólo sea una suposición. Salía todos los días, así que el día anterior a tan fausto acontecimiento es de suponer que también lo haría.  Vamos, digo yo. Porque, yo, llevo esforzándome toda la vida.
Lo que me choca de lo que escrito por Elvira Lindo es ese fervor  de groupie que manifiesta. Bueno, del que manifiesta ahora. Porque, es de imaginar que Elvira Lindo no se levantaría el 6 de diciembre de 1978 presa de fervor cívico. Más que nada, porque la criatura es de la quinta del 62 y que, por lo tanto, tenía 16 años. Y, aunque es verdad que siempre hubo más niños repipis que prodigios, también hay niños que, simplemente, nacen julandras o julandrones según sean los géneros.
Últimamente tengo la impresión de que esa corriente de opinión que propala Elvira Lindo está incardinada en la mollera en una amplia mayoría de intelectuales. Semejante  fenómeno cursa con ataques  de amnesia sobre las cosas que les conviene y por hacer el caldo gordo al régimen post 78. Parecería que consideraran que España hubiera alcanzado, en ese momento, el nirvana democrático, cuando la realidad es que la Transición fue  el mejor truco de prestidigitador político jamás inventado. Pasamos de lo que, en aquellos entonces, era ya un dictablanda a una democracia de café con leche, oreja y vuelta al ruedo. Y la cosa culminó cuando, los posteriormente llamados padres de la Patria, con don Manuel Fraga a la cabeza, redactaron la Constitución Española inspirándose para ello en los cuentos de hadas. Ésta pieza, la Constitución, alcanzó gran enjundia literaria gracias a las excelsas correcciones que hizo aquel censor, posteriormente llegado a Nobel, llamado Camilo José en el Senado adonde había llegado por designación del dedo de gran Juanca, después Campechano I.
En fin, Serafín (notable pareado éste), que un día te levantas, te das un golpe y te  haces cívico  por parte de Constitución. Pues…, vale.

La Constitución y la mierda en bote.


Tengo 60 años (02-03-1958) y yo no voté la Constitución.
En aquellos tiempos alcanzabas la mayoría de edad a los 21, así que no pude votar hasta tres meses después de ser aprobada la Carta  Magna. ¿Pero, sabéis una cosa? Si hubiera podido votar no lo habría hecho. Me habría quedado en casa. No me gusta participar en milongas ajenas, y la Constitución, pongan como se pongan, de milonga no pasa. ¿O acaso no os parece una milonga lo que allí se redactó? Porque, si no os lo parece, no hay nada más de que hablar. Sólo espero que seáis conscientes de que una de dos: o tenéis unas tragaderas que para qué o sois tontos, pero tontos de cojones, y para mayor abundamiento os habéis creído el cuento de la buena pipa que es la Constitución. Ese manual de despropósitos consensuado entre amenazas. Un totum revolutum que discrimina a la mujer al permitir, por ejemplo, la prevalencia de varón sobre hembra en la jefatura del Estado. ¡Manda carallo! Un sindiós territorial que, 40 años después, amenaza con enfangar la convivencia y fue el anticipo todo tipo de tensiones territoriales. Y, no es quepa la menor duda, si ahondáramos en ese despropósito llamado Constitución encontraríamos muchísimos más  motivos para llevarnos las manos a la cabeza. Nunca  la basura leguleya había alcanzado tales cotas de cinismo. Nunca los políticos estuvieron tan encantados de conocerse, y nunca las promesas y las supuestas buenas intenciones se convirtieron tan rápido en simples y llanas mentiras. Eso es la Constitución. Una pura mentira que sólo podría servir para limpiarse el culo en caso de extrema urgencia. Así que, por mí, como si os metéis por ahí, por el culo, a vuestra puñetera Constitución. Y, por favor, si eres político, padre de la patria o redactor necesario de semejante engendro, métela del través.

¿Hablamos claro?


¿Hablamos de cinismo? Porque otra cosa no somos. Somos unos cínicos. Y claro, se ve que como lo tenía a huevo el Demonio aprovechó y creó al político a nuestra imagen y semejanza. Desde entonces estamos jodidos y creemos vivir a dos patas, cuando en realidad vivimos de rodillas y ofreciendo los tres cuartos al puto pregonero. ¿Sigo? Vale, pues me despacho. Somos unos cínicos de cojones. Atendemos primero nuestras necesidades y después, si acaso, las de los demás. Pero, si acaso… Tampoco hay que apresurarse.
El ejemplo más sangrante lo tuvimos hace unas pocas semanas, cuando todos los políticos se pusieron de acuerdo en practicar el cinismo al unísono (cosa, por otra parte, bastante habitual) y la población aplaudió el gesto con las orejas.
Olé por nuestros cojones. Sí, señor. Con un par. A cínicos no nos gana ni el mismísimo Dios.
Resulta que se planteó el conflicto habitual:
¿Qué hacemos con Arabia Saudí? ¿Les vendemos unas bombitas, sí o no?
¿Y qué pasó?
Pues pasó que se lio la mundial. De repente, la gente cayó en la cuenta. Si no les vendemos las dichosas bombas a nuestros demócratas vecinos, la cosa les va a parecer mal y como todavía están pendientes un racimo de pedidos por importe de no sé cuánto, y de que en caso de anulación de dichos pedidos toda la comarca de la bahía de San Fernando quedaría desamparada y sin trabajo, lo mejor es venderles las bombas, pedir disculpas por haber dudado y practicar el cinismo a troche y moche. Además, debieron pensar los políticos, la ciudadanía jamás nos lo perdonaría.
Y entonces fue cuando el ministro  Borrell, el mismo que vende acciones utilizando información privilegiada, se puso etéreo. O sea, más etéreo de lo que habitualmente se pone. Y dijo aquello de que… “bueno sí, bombas son, pero inteligentes, eh”. “Vamos, continuó embalado sin frenos y cuesta abajo, son bombas que apenas matan y si matan, matan poco”.
¡Viva España, coño!  A ver qué país del mundo tiene una tecnología capaz de hacer bombas que no matan o que apenas matan. Envidia que nos tienen por el extranjero, pero continúo:
 Ante tamaña clarividencia ministerial, el respetable casi se despelleja las manos de tanto aplaudir. El ministro, sin querer, se había aliado con los letristas de chirigotas gaditanos. Las previsiones auguran un espléndido carnaval.
Por supuesto, del PSOE para abajo (pasando por Ciudadanos de arriba y Peperos de abajo), todo el mundo estuvo de acuerdo. En todo caso, a modo testimonial exclamaron: ¡qué cosas tienen los de izquierdas! ¡Qué ocurrencias!
Y así fue como todos juntos en  amor y compañía, utilizando el argumento de fuerza mayor de que no se puede dejar a miles de personas en la calle y sin trabajo, practicaron todos al alimón el cinismo y les vendieron envueltas en papel de celofán las bombitas inteligentes a los árabes. Al tiempo, enviaron emisarios expertos en disculpas y felaciones a hacer el trabajo por el que chupan.
Y os estaréis preguntando, ¿y los de Podemos qué, qué hicieron en todo este sarao? Porque, ¿Podemos y Derechos Humanos son sinónimos, no? Pues, depende de lo que pende. Porque, si no recuerdo mal, salió el gurú Echenique y dijo que el conflicto era de mala solución. ¡Yeahh! Por una parte estaba el trabajo en la bahía de San Fernando y por la otra la vida de los miles de negritos que iban a morir víctimas de las bombitas inteligentes del señor Borrell. Y claro, concluyó: viendo que todo el mundo anda a lo suyo lo mejor es apandar con lo que se pueda y mirar para otro lado. Así que, no se hable más, pasemos a otro tema.
Y así andamos, disfrutando esta política tan en boga que consiste en llevar al extremo aquello tan célebre y tan antiguo que decía: ande yo caliente y ríase la gente. ¡Cagondiola!

395.978 anormales

                                                 (Cara del anormal común. Foto de Público)


Ahora salen todos en tromba a hacerse cruces. “La extrema derecha ya está aquí”, dicen. “La extrema derecha ha llegado para quedarse”, pronostican.
Lo dicen los mismos que antes nos engañaron a todos, los que prometían ser formales y portarse bien, los que prometían trabajar para el pueblo sin especificar nunca para qué pueblo. ¿Andorra, tal vez Suiza? Y claro, llegaron ellos. 395.978 anormales se pusieron de acuerdo y facilitaron el advenimiento de la garrapata común de nuevo a nuestras vidas.
La peña debe de gustar de los imperialismos en general y de los folclorismos en particular.
Después de 36 años de PSOE la revolución vuelve al origen y regresan las carrachas que, imperecederas ellas, resisten como ladillas en la media neurona que parecen tener algunos cientos de miles de votantes. Concretamente 395.978. Entre los que hay parados de larga duración, afortunados mil euristas, sufridas/os amas/os de casa, señoritos de medio pelo, cantantes pedorros, toreritos con medallitas, españolistas de toda laya, folclóricos de diversa condición, carpetovetónicos todos, rocieros, puteros y demás fauna y flora que componen este totum revolutum de jara y sedal llamado votante.
Olé y vuelta al ruedo.
La supuesta izquierda, impasible el ademán, se ha quedado atónita. No se lo esperaban. Al parecer, nunca esperan nada. Mientras tanto, la derecha de toda la vida a calzón y braga quitada celebra por todo lo alto la irrupción de quien los fagocita y aplauden a los coleguitas de la extrema derecha, también de toda la vida, con el mismo fragor que emplean contra los denominados nacionalistas y a los que ellos, por aquello de las confianzas, califican de fascistas en un ataque de clarividencia o abusando de  los tripis de delirio. Todo según se mire. Dependiendo de las fuentes que consultes, de los gurús que escuches y de los sociólogos que elijas para equivocarte.
Las posturas se enconan, y a río revuelto ganancia de fantoches. Los memoriosos, hablo de la memoriosa gusanita, tiran de manual: “Tomo nota de lo que ha pasado. No volverá a ocurrir”. ¿No os suena? Es el Romance del Falso Arrepentido. De uso frecuente para Felipes y Campechanos y de uso común entre Gusanitas y demás funambulistas de la política. Maticemos y digámoslo a las claras: para mentirosos en general.
Pero el mal ya está hecho, ya es oficial y está confirmado. Se sabe que, en Andalucía, 395.978 anormales que se dicen personas votaron para que sea la extrema derecha quien venga a arreglarle las cosas. Para conseguirlo están dispuestos a todo, a cualquier  sacrificio. Incluso a poner el mismísimo culo.
Así que, haciendo votos porque vuestros deseos se conviertan en realidad, aprovecho para desearos que tengáis unas felices fiestas y un próspero 2019, y no os olvidéis de ir por la sombra que después pasa lo que pasa y ya sabéis que la mierda y el sol pueden ser motivo de disgusto.


80,69 € de morro.


Por lo que cuentan hoy los periódicos, Queipo de Llano ganó ayer las elecciones en Andalucía. Para  celebrarlo, el general Queipo y carnicero de Llano, hizo unas breves declaraciones en las que dijo que de eso de ser exhumado de la basílica de la Macarena nada de nada. Sus palabras concretas fueron: “Nanay del Paraguay. Que me llamen para presidir gobierno”. Se sabe que el castellano Casado y que el catalán Rivera ya han contestado al bueno de Queipo de Llano y en exclamando: “Sí bwna” pusieron sus culos y también las témporas a disposición del finado caballero. Ese general, quien aun siendo carnicero, fue enterrado en sagrado.
Liberados, pues, de oprobios y después de 40 años de ausencia, el cortijo regresa a las manos de los señoritos.
Los que van a ser expropiados lloran la pérdida del momio por las esquinas, y sin siquiera admitir ninguna de las tropelías ni mentiras cometidas en los últimos tiempos aúllan cual si ratas fueran llegada la hora de abandonar el barco.
Declaraba Susanita, conocida popularmente por Gusanita o por Mula Francis (dependiendo de los territorios), que sólo tenía una cuenta muy vulgar y muy corriente con un saldo de 80,69 €. Palabrita de niña Gusanita, te alabamos dedo de Griñan, dedo a su vez de Chaves. Aunque, después, en la letra pequeña también aparecía una vivienda de 14.212 € de valor catastral y 30.000 € más en un depósito bancario. Posteriormente remató la jugada y declaró otro inmueble de 5.274€ y un crédito hipotecario al 50% por valor de 89.014€.
Muy poco si hubiera que creerla, pero como tampoco hay motivo para tamaño dispendio de creencias, lo mejor es pasar página a estas historias para no dormir a las que los políticos nos tienen acostumbrados.
Además, después nos enteramos de que éste, aquél o el de  más allá o bien ya descubrieron las bondades de la ingeniería fiscal, de los testaferros y de las compañías opacas radicadas en paraísos fiscales o simplemente siguen tirando de parientes, primos y cuñados como han hecho los mangantes toda la vida.
El caso es que, después de 40 años, el PSOE ha sido expulsado a patadas en el culo. La teta que tanto han exprimido cambia de propietarios. Nuevos felones se hacen cargo de la mancebía. Y aunque, lo más probable, es que ninguno de ellos tenga el morro que tenía Gusanita  (Descanse en Paz), tendremos que ver otra vez como los nuevos Queipos de Llanos cabalgan con el pelo engominado luciendo los ricitos de señorito y llevándonos al trote al año 39 del pasado siglo. Tienen prisa, se les nota. Están de enhorabuena estos auto declarados patriotas, al fin lo han conseguido: 100 años de retraso son el objetivo. Los adalides que lo harán posible ya están aquí. Viven entre nosotros. Como viene siendo habitual se alimentan de poltronas.
También está más que comprobado que las ratas y las gaviotas gustan de comer mierda. ¡Qué os aproveche! Porque hoy más que nunca acordaros de aquello que decíamos los de la tribu de los ácratas: “Señora, señor: coma mierda. Un millón de moscas no se pueden equivocar”. Bueno, un millón o más.