Escribe Elvira Lindo,
en el artículo que le publican hoy en El País Ella votó a quien quiso, que el 6 de diciembre de 1978, miércoles y
día que se ratificó la Constitución Española, fue el día más importante de su
educación cívica.
Sin embargo, yo, Luis
Germán López Teijeira, alias Luis
Teixeira, escribo en este post que lo único que recuerdo de aquel puñetero día era que llovía (lo de que era miércoles
lo miré en internet), y que me levanté a la hora de comer, aunque eso último sólo sea una
suposición. Salía todos los días, así que el día anterior a tan fausto
acontecimiento es de suponer que también lo haría. Vamos, digo yo. Porque, yo, llevo
esforzándome toda la vida.
Lo que me choca de lo
que escrito por Elvira Lindo es ese fervor
de groupie que manifiesta. Bueno, del que manifiesta ahora. Porque, es
de imaginar que Elvira Lindo no se levantaría el 6 de diciembre de 1978 presa
de fervor cívico. Más que nada, porque la criatura es de la quinta del 62 y que,
por lo tanto, tenía 16 años. Y, aunque es verdad que siempre hubo
más niños repipis que prodigios, también hay niños que, simplemente, nacen
julandras o julandrones según sean los géneros.
Últimamente tengo la
impresión de que esa corriente de opinión que propala Elvira Lindo está
incardinada en la mollera en una amplia mayoría de intelectuales.
Semejante fenómeno cursa con ataques de amnesia sobre las cosas que les conviene y
por hacer el caldo gordo al régimen post 78. Parecería que consideraran que España
hubiera alcanzado, en ese momento, el nirvana democrático, cuando la realidad
es que la Transición fue el mejor truco
de prestidigitador político jamás inventado. Pasamos de lo que, en aquellos
entonces, era ya un dictablanda a una democracia de café con leche, oreja y
vuelta al ruedo. Y la cosa culminó cuando, los posteriormente llamados padres
de la Patria, con don Manuel Fraga a la cabeza, redactaron la Constitución Española
inspirándose para ello en los cuentos de hadas. Ésta pieza, la Constitución,
alcanzó gran enjundia literaria gracias a las excelsas correcciones que hizo
aquel censor, posteriormente llegado a Nobel, llamado Camilo José en el Senado
adonde había llegado por designación del dedo de gran Juanca, después
Campechano I.
En fin, Serafín
(notable pareado éste), que un día te levantas, te das un golpe y te haces cívico
por parte de Constitución. Pues…, vale.
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