Chalecos amarillos, ¿qué hay de lo mío?


De repente, una horda enfurecida toma las calles, las carreteras y se adueña de las rotondas. Exhiben banderas como la Gwen ha du, crean grandes alborotos y reciben palos a mansalva. Están exasperados, poseídos por la ira, la hecatombe parece cernirse sobre sus vidas. Y yo, aquí, lejos. Haciéndome ilusiones. La revolución ha vuelto a prender en la patria madre de todas las revoluciones. Los franceses vuelven a liarla. Una nueva toma de la Bastilla se adivina en la lontananza. Por la libertad, por la igualdad, por la fraternidad. Pero, ¡ay, no!, me he equivocado.  Ha sido una ilusión óptica. Disculpen, estaba viendo un capítulo de A very secret service, una serie francesa con título inglés, simple y disparatada. ¡Qué desilusión! Y yo que creía que los que protestaban lo hacían por  cosas importantes, no sé, el hambre en el mundo, la migración o por el cambio climático y resulta que no, resulta que  protestan, que protestaban por la subida de los carburantes, o sea, traducido, por la subida de la puñetera gasolina. Lástima, con la ilusión que me  hacía eso de la revolución y van  y nos suben la gasolina. Serán cenizos. Cómo para no protestar. Esto es un sindiós. Por la gasolina lo que haga falta, que hace falta sacar la bandera de Bretaña, la  Gwen ha du, pues se saca. Y punto. No se hable más. Y si hace falta hacer más, incluso nos ponemos y hacemos otra cruzada contra el infiel. ¡Cagonlacona, con ilusión que me hacía comprobar si debajo de los  adoquines había playa o sarracenos! Pues nada, me quedo con las ganas, tendré que seguir esperando a la próxima ventolera. De todas formas, yo a partir de hoy voy a salir a la calle a protestar. Lo digo para que conste. Es más, le voy a exigir al puto ayuntamiento de rojos en el que  vivo (me gobiernan y marean los de En Marea, alternativamente) el servicio adecuado que necesita cualquier aspirante a revolucionario de provincias y, o me ponen línea de bus gratuito a alguna rotonda francesa o les llamo fachas. Qué carallo, ¡yo lo que quiero es protestar! Aunque sea por la gasolina. Además, anuncio que: o dejan que me manifieste y rompa cosas o salgo a la calle el día de Reyes armado de megáfono y le digo a todo quisqui que el rey Baltasar, el negro para que os deis cuenta, en realidad es un puto concejal robándole el trabajo a un emigrante. Y  encima, el muy cerdo, se embadurna la cara con betún.  
Ahora ruego que me disculpéis y marcho que tengo que marchar, pues he visto una rotonda repleta de tipos con chaleco amarillo haciendo pruebas de alcoholemia y me temo que como me hagan soplar voy a tener que bufar. Así que:
Viva la revolución, aunque mejor yo me doy a la fuga.

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