¿Hablamos de cinismo?
Porque otra cosa no somos. Somos unos cínicos. Y claro, se ve que como lo tenía
a huevo el Demonio aprovechó y creó al político a nuestra imagen y semejanza. Desde
entonces estamos jodidos y creemos vivir a dos patas, cuando en realidad
vivimos de rodillas y ofreciendo los tres cuartos al puto pregonero. ¿Sigo? Vale,
pues me despacho. Somos unos cínicos de
cojones. Atendemos primero nuestras necesidades y después, si acaso, las de los
demás. Pero, si acaso… Tampoco hay que apresurarse.
El
ejemplo más sangrante lo tuvimos hace unas pocas semanas, cuando todos los
políticos se pusieron de acuerdo en practicar el cinismo al unísono (cosa, por
otra parte, bastante habitual) y la población aplaudió el gesto con las orejas.
Olé
por nuestros cojones. Sí, señor. Con un par. A cínicos no nos gana ni el
mismísimo Dios.
Resulta
que se planteó el conflicto habitual:
¿Qué hacemos con Arabia Saudí? ¿Les
vendemos unas bombitas, sí o no?
¿Y
qué pasó?
Pues
pasó que se lio la mundial. De repente, la gente cayó en la cuenta. Si no les
vendemos las dichosas bombas a nuestros demócratas vecinos, la cosa les va a
parecer mal y como todavía están pendientes un racimo de pedidos por importe de
no sé cuánto, y de que en caso de anulación de dichos pedidos toda la comarca
de la bahía de San Fernando quedaría desamparada y sin trabajo, lo mejor es
venderles las bombas, pedir disculpas por haber dudado y practicar el cinismo a
troche y moche. Además, debieron pensar los políticos, la ciudadanía jamás nos
lo perdonaría.
Y
entonces fue cuando el ministro Borrell,
el mismo que vende acciones utilizando información privilegiada, se puso
etéreo. O sea, más etéreo de lo que habitualmente se pone. Y dijo aquello de que…
“bueno sí, bombas son, pero inteligentes,
eh”. “Vamos, continuó embalado
sin frenos y cuesta abajo, son bombas que
apenas matan y si matan, matan poco”.
¡Viva
España, coño! A ver qué país del mundo
tiene una tecnología capaz de hacer bombas que no matan o que apenas matan.
Envidia que nos tienen por el extranjero, pero continúo:
Ante tamaña clarividencia ministerial, el
respetable casi se despelleja las manos de tanto aplaudir. El ministro, sin querer,
se había aliado con los letristas de chirigotas gaditanos. Las previsiones
auguran un espléndido carnaval.
Por
supuesto, del PSOE para abajo (pasando por Ciudadanos de arriba y Peperos de
abajo), todo el mundo estuvo de acuerdo. En todo caso, a modo testimonial
exclamaron: ¡qué cosas tienen los de izquierdas!
¡Qué ocurrencias!
Y
así fue como todos juntos en amor y
compañía, utilizando el argumento de fuerza mayor de que no se puede dejar a
miles de personas en la calle y sin trabajo, practicaron todos al alimón el
cinismo y les vendieron envueltas en papel de celofán las bombitas inteligentes
a los árabes. Al tiempo, enviaron emisarios expertos en disculpas y felaciones
a hacer el trabajo por el que chupan.
Y
os estaréis preguntando, ¿y los de Podemos qué, qué hicieron en todo este
sarao? Porque, ¿Podemos y Derechos Humanos son sinónimos, no? Pues, depende de
lo que pende. Porque, si no recuerdo mal, salió el gurú Echenique y dijo que el
conflicto era de mala solución. ¡Yeahh! Por una parte estaba el trabajo en la
bahía de San Fernando y por la otra la vida de los miles de negritos que iban a
morir víctimas de las bombitas inteligentes del señor Borrell. Y claro, concluyó:
viendo que todo el mundo anda a lo suyo lo mejor es apandar con lo que se pueda
y mirar para otro lado. Así que, no se hable más, pasemos a otro tema.
Y
así andamos, disfrutando esta política tan en boga que consiste en llevar al
extremo aquello tan célebre y tan antiguo que decía: ande yo caliente y ríase la gente. ¡Cagondiola!
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