DOS MUJERES Y UN DESTINO.

Una mujer se fugó de la policía, derribó una moto, fue detenida, juzgada y condenada a seis meses de prisión, y multa pertinente.
 Otra mujer, Esperanza Aguirre, hizo lo mismo, y la sala encargada de su caso todavía andaba ayer (¿cuántos meses han pasado?) debatiendo sobre la conveniencia de juzgarla.
 Al parecer la fiscalía, en este caso, está a favor de que se celebre el juicio, pero tal decisión aún no está tomada; y, por tanto, tampoco se sabe si será juzgada algún día, algún día…
Esta mujer, sin embargo y caiga quien caiga, es la candidata del PP a la alcaldía de Madrid. Y no sólo es la candidata, sino que además también aparece como la probable ganadora de las elecciones a la poltrona del ayuntamiento.
¡Con dos ovarios!
 En todo caso, siempre con mucha cara. Con la cara dura del cemento armado que proporciona la política y los políticos, que son capaces de justificar lo injustificable al mismo tiempo que dicen sandeces sin parar.
Y es que, en España hay dos mujeres muy populares pese a que muchos no entendamos el por qué de tantísima popularidad.
C.Q.C, Caiga quien caiga, aquel pretendido programa de humor que emitía la televisión tenía una sección dedicada en exclusiva a ella: El rincón de Espe.
 Sacaban a doña Espe todas las semanas retratándola como un personaje que nadaba entre el retraso y la demagogia. La idea cuajó, la Espe se hizo la más popular entre los populares, y de aquellos fangos vienen estos lodos. La Espe acabó convertida en icono y referencia de una forma y manera de ver y hacer política.
Igual que Belén Esteban, otra de la misma cuerda. Una televisión decidió aprovechar su historia y ya llevamos casi dos décadas viendo como a la ahora rica, pero muy barriobajera Esteban, llena la mochila de billetes gracias al favor y al fervor del público. Y todo gracias a Tele 5 y a su capacidad informativa que ha convertido a esta “pobre” chica en su estandarte y que les sirve de ariete y aguijón en la subida de audiencia.
Sin duda estamos ante dos mujeres y un destino. La una será alcaldesa, y por mucho que la condenen siempre gozará del fervor de su público, y la otra, es de esperar, que jamás superará el listón-estatus ya alcanzado: princesa del pueblo. Ahí es nada.
Sólo falta que el actual Rey se divorcie, despose a Belén por poderes, y que los case Esperanza Aguirre en un salón del antes Real y noble ayuntamiento de Madrid, actuando como padrinos la Pezcadilla y el Jorgeja.

Con la gracia de Dios, y con la bendición de doña Espe, condesa consorte y mema década de los alcaldes de España, la subida de audiencia promete ser espectacular.

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