"Hispanofobia".

                                                                                                 Foto sacada de Google
https://www.youtube.com/watch?v=RVDbafgNRwo


No parece demasiado inteligente aquel que incita al rencor, cuando no al odio, a las personas que le rodean. Y si, aún encima, ese rencor o ese odio, viene auspiciado por los que nos administran, la cosa todavía es peor.
¿O acaso no es eso lo que está pasando estos días?
Ayer el Pp, el partido que actualmente está en el machito, nos ilustró con un vídeo al que titularon “Hispanofobia” en el que se recoge, de forma muy sesgada, una docena de exabruptos por parte de autoridades catalanas.
Después, y en un afán mendaz de que no pare este carrusel en el que están instalados, la autoridad madrileña, por boca de Cifuentes, llama a colgar de los edificios banderas de España a tutiplén. Y de facto convierten algo que puede ser correcto en toda una incorrección y en un llamado al extremismo.
¿Y por qué digo lo anterior? Porque lo cierto es que España es una amalgama de países en el que la mayoría de los ciudadanos queremos vivir libremente y en paz. Y para ello, para conseguirlo, lo mejor es alejarse de los extremismos y trabajar unidos o desunidos, pero siempre en paz.
Así que, no creo que lo que hacen las autoridades, de uno y otro lado, sea lo más conveniente ni lo más adecuado a las actuales circunstancias.
Porque España, por boca de los peperos y de una cantidad de población sin determinar, no tolera en modo alguno la realidad. Y lo cierto es que el actual sistema parece un pez boqueando fuera del agua pidiendo árnica.
Y dado que el despropósito de los trincones que nos dirigen, simétricos en sus latrocinios, no da más de sí y son incapaces de encontrar una salida coherente al malestar creado, y que los unos actúan con desidia al no abordar el problema y los otros convirtiendo un parlamento local en esperpento, cuando no están legitimados  para ello, hoy más que nunca se hace absolutamente necesario, encontrar una salida pactada para resolver el problema que está encima de la mesa.
Lo repito y lo reitero, lo deseable sería que España, o cualquier país sujeto a estos trances, adecúe esa obsoleta Ley que es la Constitución y lo haga con determinación y arrojo. Lo suyo, en una democracia de calidad, es que las personas que viven en este país o en cualquier otro, tengan el derecho a decidir colectivamente sobre su futuro. Sobre lo que quieren, lo que desean y a lo que aspiran. Es un derecho inalienable.
Reconocer, por tanto, el derecho de Autodeterminación de los pueblos es fundamental. Lo demás son las banderas, los fuegos de artificio y las escusas de mal pagador.
Los ciudadanos lo que queremos, al menos eso es lo que quiero yo y soy ciudadano, es vivir en paz y no escuchar tambores de guerra ni soflamas, ni de los unos ni de los otros.
Al fin y al cabo, entre corruptos anda estos días el disparate.


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