Estoy de acuerdo con
Marías y con Javier en que la nueva ortografía lo único que hace es abrir más
el idioma y complicarlo. Porque si la cosa funcionaba bien así, para qué
cambiarla.
Dice Javier Marías, que
es un sobrado, un tío que ha leído mucho, que ha estudiado mucho y que sabe
mucho, que para eso ya hay otros idiomas; en los otros idiomas las cosas quedan
mucho más abiertas y los significados más imprecisos. Entonces, ahora que reparo,
no me extraña que los abogados en Estados Unidos ganen un pastón, pero, claro, no
soy americano dominante jamás había reparado en tal eventualidad. Los
beneficiados aquí, imagino, también serán los abogados, es un decir, porque con
algunas cosas, los de la R.A.E, parece que han favorecido el beneficio de la
duda.
Sólo o solo. Ahora no
se acentúa nada. Antes se acentuaba el adverbio cuando te referías a solamente,
si lo usas de adjetivo se escribía pelado. Por tanto, la frase que alguien me
envió ayer, alguna bienintencionada queda: "He tenido sexo solo dos
horas",
Que cada uno la interprete como le de la gana. Lo mejor es conocer a la
intérprete para adivinar el tamaño de la paja.
Sólo no estoy de acuerdo en una
cosa con Marías. Él escribe que ahora los poetas lo tendrán más difícil.
Discrepo. Si hay alguien que se maneje en la excelencia, en la ortografía y en
la sintaxis y en lo que haga falta menos en ganar dinero, esos son los poetas.
Son precisos como un cirujano armado de bisturí, y están acostumbrados a
masturbar las neuronas en busca del adjetivo perdido hasta la extenuación. Los
poetas lo van a tener más fácil, porque si un buen vate siempre tiene varias
lecturas; imagínense, por tanto, a partir de ahora.
Voy a salir a ver si encuentro una
botella reserva del 99 y me la bebo solo. Sólo eso. Un poco de queso y
membrillo para cenar solo y sólo veré la tele un rato, que mucho cansa y aburre
y apelmaza, seguro que solo, en la cama, me lo paso mejor que sólo viendo la
tele.
Hemos perdido diversidad.
Precisión. Para una cosa que teníamos van y nos la ahorran. Esta historia me va
sonando.
Javier Marías, tú dices que como
académico de la RAE que eres que no estás de acuerdo; y yo te digo, y si no
estás de acuerdo y además tampoco te hacen ni caso, qué pintas ahí, tío. ¡Lárgate!,
seguro que serías el primero en presentar la dimisión.
Tú, autoproclamado Príncipe de
Redonda, ni siquiera me has hecho caso y te has comprado el castillo del
Cárdenal, que hay en la localidad de Redonda, Corcubión, La Coruña. Si lo ves,
lo flipas, chorvo (¡Uyy, qué desliz!)
Pongo en tu conocimiento que no
tengo el menor interés en que adquieras el inmueble, pero te aseguro que si lo
haces en mí tienes un vasallo. Incluso estoy dispuesto a comprar alguno de esos
libros que publicas en la Editorial Redonda. Aunque lo haya perpetrado el
mismísimo George Steiner de los cojones.
Sin embargo, mientras no lo hagas,
para mí, seguirás siendo lo que eres, un tío que escribe artículos excelentes y
novelas dudosas, que es forofo del Real Madrid, te lo perdono, todos tenemos
nuestras debilidades, y que además es de Soria, creo.
Yo, sin embargo, “Voy camino Soria”
Siempre estoy yendo, Javier. Claro que, tampoco tengo prisa alguna por llegar.
Este post lo escribí hace diez años y lo vuelvo a colgar por dos motivos: el personaje está de actualidad y porque ayer lo recordé e hice mención de ello en Facebook ajeno.
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